Vila-Matas, Tomás González, violencia. Diario de 2012
agosto 29, 2014![]() |
Una hermosa foto de Héctor Darío Vicario |
Y
a otra cosa. Entrevista a mi amigo el novelista Tomás González: me entero
que vive lejos del mundo, aislado, cerca del pueblo de Cachipay, al lado de un
torrente de agua salvaje y cristalina, con tres perros, varios gatos y gansos,
que su mujer, Dora, ya no vive con él, que Tomás ahora tiene por compañera a
una campesina muy morena y muy paciente, que a dos de sus hermanos los
asesinaron, que tiene gran éxito literario (“El nuevo García Márquez”, se
titula, con muy poca originalidad, la entrevista en la revista El Gatopardo) y
que sus novelas las han traducido a varios idiomas. Me entero también que no
quiere ver a nadie y que se ha armado de una filosofía de vida que le permite
comprender con una sonrisa oriental la muerte, al violencia, la desgracia de
vivir en un país como Colombia, donde suceden a diario las cosas más
atroces.
Y a
otra cosa. Hoy vi en la calle la siguiente escena: una mujer estuvo a punto de
atropellar a un muchacho que atravesaba una avenida con aire soñador; la mujer
se bajó de su brillante camioneta de esposa de nuevo rico, se plantó frente al
muchacho y comenzó a proferir los insultos más atroces; el muchacho le recetó
un puñetazo en la jeta, puñetazo que la dejó sentada en el arroyo; los que
asistimos a la escena no quisimos intervenir: el muchacho se alejó caminando
tranquilamente: poco faltó para que le aplaudiéramos. Hay en el anterior
párrafo una especie de espíritu que me gustaría fuera el estribillo, leit motiv
o razón o guía de ruta de todo lo que estoy escribiendo: pasar de un tema a
otro, de una escena a otra, de un razonamiento a otro, sin transición: movido
apenas por la contigüidad de las caprichosas descargas eléctricas que recorren
mis redes neuronales.
"Existen dos
maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra
serlo", Sigmund Freud.
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