EN LA TORRE DEL CONOCIMIENTO. UN ABRIGO CASI DE MINK PARA MI DUEÑA.
octubre 28, 2010
Viajamos ayer de Indiana a Pittsburgh bajo la amenaza de tormenta y tornado. Afortunadamente no pasó de un chubasco. Peter manejó su van VW con velocidad y prudencia, siguiendo los mandatos de su GPS, una maquinita que le va diciendo: sigue la ruta esta, dobla a la derecha, continúa diez kilómetros, entra en la autopista X, etc. En ocasiones Peter se rebelaba y tomaba un atajo, lo que hacía refunfuñar a la máquina y reajustar sus mandatos. Llegmos a Suthern Hills, Pittsburg, ya entrada la noche, a casa de María Eugenia, colombiana que ha hecho su vida desde joven en Estados Unidos y que tiene una bella casa con piscina, una hermosa rubia que es su hija y mi sobrina, y una perra blanca que se llama Gipsi, individua mucho más decente y educada que nuestra perra Maki, una antigua pastor inglés que es un amor peludo y cagón. Tras una comilona dormí cinco horas y me puse a corregir los trabajos de mis alumnas de la Facultad de Danza. Luego fui con Lety en tranvía al downtown de Pittsburgh y al campus de la Universidad de Pitts. En el centro entramos al Macy's donde estuve mirando un abrigo de mink de 24 000 dólares que afortunadamente Lety no quiso... Porque si quiere, le compro cuatro. Finalmente compranos una sobretodo tres cuartos Guess por cien dólares (con cien de descuento). Lo que yo compré para mí monta la exorbitante cantidad de cinco dólares con 99 cents: un bello saco taylored en Indiana, que compré en el Salvation Army; además un suéter de IUP de 35 y unos pants IUP de 25. A Lety no la impresionó el edificio de lo que se llama The Cathedral of Learning, una especie de catedral entre gótica y románica, que es la segunda torre más alta de cualquier universidad del mundo (excepto la de Moscú). Yo quería que ella viera ese edificio tan grande en el que yo di una conferencia hace ya más de diez años y que dijera Ohhhh! Pero no. Simplemente dijo no me gusta ese mamarracho de piedra. En las grandes tiendas de la Quinta Avenida se portó como una auténtica millonaria diciendo en español: No me gusta, no me gusta, no me gusta. Lo que sin duda impresionó a los vendedores, que quizás se dijeron: Qué clienta tan exigente. Cuando ella dijo "no me gusta" con soberana indiferencia ante el abrigo de mink negro de 24 000 dólares, largo hasta el suelo, la vendedora casi se va de espaldas. Luego yo regresé a hablar en privado con la vendedora y ella me contó la trágica historia de los animalitos llamados minkes, a los que cuidan muy bien y les dan una muerte amable y piadosa. La vendedora no pudo evitar la curiosidad y preguntó si yo era algo como un millonario petrolero o...u... otra cosa grande con mucho dinero en efectivo. Le confesé que en realidad era un escritorcillo inmodesto y más bien pobretón. Inmediatamente ella se animó y dijo que era gran lectora y me preguntó si conocía a García Márquez. Ohhh, sí, le dije, desayunamos todos los sábados juntos... Y así estuvo la ´plática, hasta que se acercó mi dueña y tuve que alejarme a la que parecía ser tan buena contadora de historias.
hoy miercoles 28, a las dos horas 43 minutos del amanecer, estoy escribiendo estas mafufadas para hacer tiempo y no dormirme, pues el avión sale rumbo a Dallas a las siete de la mañana y tenemos que estar a las cuatro en el aeropuerto.
MT bajo la Torre del Conocimiento |
1 comentarios
¡Qué guapos los dos! Y la ciudad lustrosa, vertical, aséptica...
ResponderEliminarUn abrazo afectuoso,
Martha