Tolstoi: Diarios secretos: misoginia, sexualidad secreta, el matrimonio

septiembre 27, 2011


La publicación de los diarios personales de Lev Tolstói —a quien se le ha conocido como León Tolstoi en castellano— ha actualizado la posibilidad de penetrar en la personalidad íntima de uno de los más grandes novelistas rusos, autor de por lo menos dos de las más trascendentes novelas que ha producido esta atribulada humanidad: Ana Karenina y La guerra y la paz.Los diarios, en una edición y traducción de Selma Ancira (Conaculta y Era,2001) nos muestran a un persona obsesionada por algunos asuntos que han perturbado a todos los seres humanos. Citaré algunos párrafos más dicientes que todo lo que yo pueda decir:

Las mujeres. “Comienzo a acostumbrarme a la primera regla que me impuse y ahora me impongo otra, la siguiente: considera la sociedad femenina como un disgusto inevitable de la vida de la sociedad y, en la medida de lo posible, mantente alejado de las mujeres. Porque, en realidad, ¿de quién provienen la lujuria, la voluptuosidad, la frivolidad en todo y otros muchos vicios si no de las mujeres”
Las mujeres y el dinero. “Los maridos, con desagrado, con esfuerzo, con amargura, ganan el dinero por medios que les son odiosos a ellos mismos, y las mujeres inevitablemente con insatisfacción, con envidia hacia los demás, con amargura, lo gastan todo y aun les parece poco y en la imaginación se consuelan con la esperanza de ganar un billete de lotería”.
Las mujeres, la tontería y las suciedades. “Sí, el reino de las mujeres es una desgracia. Nadie es capaz como las mujeres de hacer tonterías y suciedades de una manera pulcra y hasta gentil y sentirse plenamente satisfechas.”
Conste que son las opiniones de Tolstói, no las más. En pocas, muy pocas ocasiones, tiene Tolstói palabras generosas hacia las mujeres. Su trabajo como escritor lo absorbe. Se ocupa poco de asuntos domésticos. En una ocasión considera que su esposa es “como una piedra de molino”, que lleva atada al cuello y con la cual debe cargar. Fantasea frecuentemente con la muerte de su mujer y de hecho, en su novela más famosa, Ana Karenina, la protagonista termina arrojándose a las vías del tren. Uno de los motivos frecuentes de sus reflexiones es la necesidad de purificarse mediante la abstinencia sexual. Sin embargo la lujuria, la lascivia le torturan y en ocasiones recurre a la autosatisfacción y a las prostitutas, lo que le ocasiona frecuentes cargos de conciencia. En muchas entradas de su diario encomia la abstinencia, y en otras confiesa haber incurrido en excesos inconfesables. Recuerdo que hace muchos años escribí un artículo en Punto y aparte. Se titulaba Beethoven se masturbaba. No dudo que lo haya hecho. Tolstói lo hacía con frecuencia y lo consignaba en sus diarios, que evidentemente no escribía para publicarlos. Se autosatisfacía, particularmente cuando su esposa tenía periodos de rechazo, que se prolongaban por mucho tiempo. Pero esos son temas que los hipócritas tienden a soslayar, a negar, mientras que posiblemente jueguen a los dados obsesivamente. Quién sabe de cuántos crímenes se haya salvado la humanidad gracias a esa práctica solitaria y de elemental supervivencia psíquica.
La virtud y la lascivia. Dice Tolstói que la virtud no conviene a los grandes hombres. Que en realidad los grandes hombres han sido grandes pecadores. Escribe: “Así viven los mejores de los hombres: sin pensar en absoluto en la virtud”. Para estos hombres limitarse a una mujer es una traba. “Lascivo no es una injuria, sino un estado, un estado de inquietud, de curiosidad y de necesidad de novedad, que se desprende de relaciones que tienen como fin el placer no con una persona, sino con muchas”.
En ello coincide con el gran poeta ruso Pushkin, quien en su Diario, que muchos consideran apócrifo, justificaba sus desafueros sexuales (se acostó con todas las mujeres que tuvo a su alcance; incluso con sus parientas, y su muerte fue en un duelo motivado por asuntos pasionales) diciendo que necesitaba alimentar su literatura con experiencias diferentes a las del matrimonio convencional.
¿Quién entiende a la naturaleza humana? Si alguien tuvo altos ideales fue Tolstói: se ocupó de los campesinos, fundo una granja comunitaria para ellos, pregonó la necesidad que el hombre tiene de actuar de acuerdo a su conciencia, trabajó al lado de los humildes, segó el heno, cosió con sus propias manos botas y… escribió dos de las más grandes obras que ha concebido la humanidad. El hecho de que los grandes hombres han sido grandes pecadores es irrefutable. A veces la virtud, la ortodoxia, resultan ser grandes lastres para el progreso de la humanidad.

1 comentarios:


Ana María - Penélope dijo...
Interesante saber que tiene un blog mistercolombias el famoso Marcotulio Aguilera

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