El Amazonas de Marco Tulio
octubre 22, 2011Peter G. Broad, Ph.D. Department of Spanish, Indiana University of Pennsylvania,
pbroad@iup.edu
Agua turbia en la selva
Hace más de una década que Marco Tulio está hablando de su obsesión por la Amazonia y su deseo de escribir una novela ambientada en ese territorio. Hace varios años viajó a la Amazonia colombiana y escribió una crónica sobre su viaje. En el año 2010 esa novela tanto tiempo madurada fue publicada por la Benemérita Universidad de Puebla. En ella nos ofrece dos relatos entrelazados que de alguna forma configuran una novela esquizofrénica o una novela onírica. Digo esto porque el narrador-protagonista es a la vez un tipo obsesionado con el misterio de la selva amazónica y un turista maravillado por todo lo que ve. O es una persona de doble personalidad o es un soñador que interpreta la realidad en términos de sus obsesiones. Los dos relatos tienen un narrador-protagonista, lo que es costumbre ya en la mayor parte de la narrativa de Aguilera. En un caso este narrador se identifica como un señor muy parecido a Marco Tulio: un profesor colombiano radicado en Xalapa, que trabaja en la Universidad. En el otro relato, tiene otro nombre y es de Querétaro, pero aparte de eso las diferencias entre los dos personajes son mínimas. Es difícil no ver a los dos como expresiones diferentes de una misma personalidad. Algunos reseñistas de esta obra han identificado dos “historias paralelas” o “dos planos narrativos” intercalados. Un tercer reseñista habla de “crónica y la fábula, entrenzadas en estrecha unidad”. Esto último parecería sugerir que uno de los dos relatos es autobiográfico y fidedigno y que el otro es una ficción novelesca. Yo no me atrevería a llegar tan lejos. Prefiero el concepto de relatos entrelazados, porque no es cuestión de historias separadas sino de una sola historia con dos personalidades, una historia en la que las escenas de un lado afectan directamente las escenas del otro, donde lo que el profesor de Querétaro aprende gravita sobre la interpretación que hace el lector del protagonista xalapeño.
En una reseña publicada en OtroLunes: Revista Hispanoamericana de Cultura, editada en Berlín, el novelista cubano Félix Luis Viera mantiene que con el presente libro, Aguilera: “no escribió novela sino más bien crónica, ensayo, epistolario, testimonio, anécdotas”. Ahora bien, a partir de Cervantes todos estos elementos tienen su lugar dentro de lo que se conoce como novela; en efecto, la de Aguilera es una novela pero es también mucho más. Agua clara en el Alto Amazonas tiene un argumento bien claro y bien desarrollado: introducción, complicación que deriva en varios episodios, desenlace y resolución. Tiene algunos personajes bien desarrollados y otros secundarios menos completos.
Más allá de esto, la novela cabe dentro de una larguísima tradición de historias de la búsqueda de un paraíso perdido en la selva amazónica. En la mayor parte de las novelas ambientadas en la selva, se descubre que hay mucho podrido en el paraíso y que es mejor volver a una vida conocida, con la añoranza de lo que debía haber habido en la selva. Esto también lo descubre el doble protagonista de la novela de Aguilera. En la obra hay una serie de episodios novelescos típicos de las novelas de aventuras y una serie de emociones y crisis de conciencia, que le dan a la obra dimensiones más trascendentes. El protagonista de una de las secciones (la más literaria) al caracterizarse a sí mismo antes de emprender el viaje, habla de una previa salida en la que había tenido una aventura sexual. De esta forma Aguilera construye un contexto de tensión erótica para todo lo que sigue. Los peligros del viaje se intercalan con narraciones eróticas, como la historia de un científico chileno con una adolescente indígena. El protagonista, gracias a su viaje al corazón de la selva ha llegado a lo más profundo de su conciencia y se ha despertado espantado. En un ambiente de fuerzas primitivas, de obsesiones ineludibles, el protagonista ha reconocido la imposibilidad del paraíso instintivo.
Y así es en este segundo relato. El profesor de Xalapa emprende un viaje muy parecido al del primer protagonista, pero esta vez no es una respuesta a un desafío sino un simple viaje de turismo motivado por una ardiente curiosidad. No llega a la selva después de un viaje peligroso en autobús seguido de otro viaje en DC 3. Llega a Leticia, puerto de entrada a la Amazonia colombiana, directamente desde Bogotá, en un jet pequeño. La parte del viaje que hace en barco no presenta ningún peligro, y las aventuras son más bien interacciones con otros turistas de diversa índole. Su guía no es el misterioso científico Riascos sino un guía muy experimentado, Chirri, con el que establece una amistad que va más allá de la relación profesional.
La misma tensión erótica existe en este relato, pero se desarrolla de una forma muy distinta. El profesor se siente atraído por una joven indígena a quien ve desde la lancha. Una novela de aventuras objetivas y de aventuras íntimas se alterna con una crónica de un viaje turístico al Amazonas: las dos se reflejan, se multiplican, se alimentan y configuran un relato diferente al convencional, que exige atención al lector.
Habría que agregar que esta novela constituye un cambio radical en la trayectoria de Aguilera: desde los relatos estrictamente intimistas y eróticos de Cuentos para después de hacer el amor, Cuentos para antes de hacer el amor y El imperio de las mujeres, hasta la narración de una novela de aventuras fuera de la piel de sus personajes.
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