El José Donoso que yo conocí
febrero 08, 2012Pero antes les dejo el
vínculo en el que se anuncia la presentación de mi novela Historia
de todas las cosas en el DFhttp://mistercolombias.blogspot.com/2012/01/el-25-de-febrero-se-presenta-historia.html
A partir de hoy voy a publicar diariamente tres o cuatro páginas de un diario que tengo por ahí guardado en el que relato mi encuentro con José Donoso, las incidencias del Concurso Jorge Isaacs ya no me acuerdo en qué año y otras divertidas incidencias e infidencias.
Terminé de leer todas las novelas del concurso Jorge Isaacs—la verdad
es que a 75 de ellas sólo les leí un capítulo: sus autores tuvieron el talento
suficiente para espantar al lector antes de la segunda página—y ya tengo la
obra para el premio: Las puertas del
infierno, obra que relata la
historia de un alma gemela, un pecador irredimible, que quiere encontrar su
salvación entre las piernas de una mujer y las líneas de una obra de arte que
tiene en proceso. El narrador cuenta su vida con enorme candor y en ocasiones
parece imbécil de marca. La gracia de la novela se encuentra en el hecho de que
uno no sabe si el autor se está burlando de su personaje o contando una
autobiografía descarnada y deplorable. El domingo viajaré a Colombia.
Ya en Cali. Hotel
Intercontinental. Servicio VIP, supongo que es necesario arrugar
el ceño y mirar sin ver a nadie, yo que vivo en un cuchitril de miseria estoy
fumando pipa inglesa con tabaco turco y mirando a esas criaturas divinas de
bikini con estudiado desprecio, meto el dedo índice en mi copa de martini y me
hurgo la nariz con el mismo dedo. Ni más faltaba, yo también puedo ser elegante
a mi manera. Me reciben una canasta de frutas y tres ramos de flores en la
habitación, tarjeta de bienvenida firmada por el gobernador, don guebernador y
su digna ding-ding esposa. Visita a casa de los Arruabarrena. Joshuana, un
hermoso culo, llena de esbeltez, elegancia y cultura, como muchas multimillonarias
caleñas que son esposas de los magnates, calma sus tedios dedicándose a la
cultura y coqueteando con los artistas, que generalmente tienen más tiempo y
más sustancia de vida para ellas que sus esposos. Joshuana es la organizadora del Concurso de
Novela Jorge Isaacs. Los dólares para el premiado y para los miembros de jurado
—muchos, muchísimos dólares han salido de la Licorera del Valle para honrar la
memoria del autor de María y hacer feliz a uno solo de los
pobres escritores latinoamericanos que se gastaron la vida y sus últimos
ahorros persiguiendo la Gran Obra, La
Fama o un lugar limpio y bien iluminado en el territorio del Señor— los consiguió
Joshuana.
Ella, José Donoso y yo recorremos
la edificación, de estilo morisco, gigantesca, y vemos cuadros de grandes
firmas en todas las estancias. Joshuana no es artificiosa. Trata por todos los
medios de ser amable. Yo no soy precisamente un caballero de la corte del Rey
Sol. No tengo ni la más puta idea para qué sirven tantos cubiertos. Uso la
marisquera como cenicero. Germán Vargas, padre espiritual del Papá Grande,
sonríe y me explica el uso de esas herramientas.
—Eres un patán, Marco —dice
Joshuana coqueteando—. Pero quisimos traerte desde los Méjicos porque sabemos
que eres el último genio que ha dado esta patria después del Gabo, que ya se
volvió inalcanzable.
La experiencia del Concurso ha
sido interesante. Una semana entera en el Intercontinental, deliberando entre
eructos de langosta y vino francés. Descubrir que Donoso José y yo tenemos casi
los mismos libros como finalistas. El gringo Tittler quedó totalmente
sorprendido, avergonzado por su selección, pidió time, corrió a su
habitación a releer los libros, permaneció 12 horas sin salir y cuando lo hizo,
había llegado a un acuerdo con nosotros.
Donoso, el viejo fauno, el
sátiro Marsyas, un carcamal divertidísimo no podía quedarse tranquilo. Quería
salir a la noche caleña después de diez horas de viaje desde Santiago. Yo tenía
la intención de hacerle una buena entrevista.
—Ya habrá tiempo, muchacho —me
dijo Pepe ("Llámame Pepe", pidió de entrada)—. Habrá mucho tiempo. Vamos a permanecer en
este hotel viviendo como hijos de Tutankamen a costa de los borrachos de
Colombia.
La experiencia de las cámaras,
de tener veinte micrófonos al frente y cincuenta periodistas alborotados
brincando para llamar la atención, la sobrellevé, la disfruté, con
tranquilidad. Me dieron tanta importancia como a Donoso, tal vez porque soy el
único miembro colombiano del jurado.
A
0 comentarios