El blog como cómplice y antagonista del escritor
enero 10, 2014
Soy seguidor del blog De turbio en claro, del poeta madrileño Rafael González Serrano y quiero compartir la noticia de la existencia de este lugar irrepetible en la red publicando el siguiente diálogo entre un blog y su creador. El texto es leve, pero en general el blog es profundo, serio y significativo, por lo que le he pedido autorización a Rafael para incluirlo entre mis Sitios amigos, colección de lugares que considero dignos de visitas frecuentes. La dirección es http://www.ragonserrano.blogspot.com.es/
Celebración (de la poquedad)
-¡Salve, compañero! (Iba a saludarte como “Querido blog…” pero seguro que te iba a molestar ese inicio, como el de una adolescente cursi a su diario).
- A qué viene esta salutación.
- Pues a que estamos de onomástica. Cuatro años y medio…
-…aunque con una interrupción por medio, gracias a tu pericia…
…y más de veinticinco mil entradas.
-¡Vaya! Las mismas que hace cualquier famosillo en un día (o, incluso, en unas horas). Puedes estar orgulloso.
- No seas sarcástico que tú también estas en esto.
- Qué voy a hacer; a aguantar lo que eches en mis entrañas.
- Pues sí, que para eso soy tu dueño.
- Ya, ya veremos el día que me rebele.
- Alguna jugarreta ya me has hecho, así que no te hagas el ingenuo.
- Será debido a tu torpeza al manejarme, ya antes aludida.
- Puede, pero es que eso de que tus órganos internos sean puro diseño informático…
- De alguna forma me tengo que defender ante tus partos y elucubraciones.
- Bueno, vale, pues a lo que iba. Te acuerdas que te engendré porque me habían dicho que el que no está en internet es como si no existiese.
- Pues ahora…
- … sigo sin existir, ya lo sé.
- Hombre, a lo mejor un poquito…
- Es cierto, a algunos les habrá llegado mis mensajes. Pienso que no han sido botellas lanzadas a las aguas de la Red en vano. Al menos así lo avalan las veinticinco mil entradas.
- Bien, pero no te vengas muy arriba, ¿eh? Que en la Red –como dices– hay de todo y para todo.
- Ya; pero quien entra en un blog de poesía, no es un mero curioso.
- No; raritos –o muy “especiales” – como tú.
- Vale, compañero; me estimula enormemente tu incondicional apoyo.
- ¿Ahora eres tú el que va de irónico?
- Si no me animo yo… El caso es que no sé si habrá servido esta labor para darme a conocer mucho como escritor, pero sí es cierto que mi nombre ha sido leído en diversas latitudes.
- Vamos, que te has internacionalizado.
- Sabes de sobra, porque para eso tienes una víscera llamada estadísticas, que ha habido entradas de Estados Unidos, Méjico, Argentina, Colombia, Perú, Francia, Alemania, Rusia y muchos más países (y no en pequeña cantidad); aparte de las de España, claro.
- ¡Enhorabuena! Pero sabes qué pienso: que me conocen más a mí –mi titulo– que a ti –con nombre y apellidos–.
- Vanidoso me ha salido el muchacho. Ahora resulta que quien escribía las entradas eras tú. ¡Pues no me han costado mi trabajo algunas!; (semanas de lectura y redacción tuve que dedicarles).
- Tampoco es que fueran tesis doctorales; pero sí algo “densillas” algunas, por no decir otra cosa…
- Envidia, que tú no pones el intelecto…
- …que sin los medios que aporto, no sería nada; simplemente no existiría. O, al menos, no sería visible.
- Sí, ya sé: todo te lo debo a ti. Pero el que suda las letras soy yo.
- Eso, eso; los escritores a escribir: es lo vuestro. Otros –como los distribuidores, o nosotros los blogs– a cosas tan imprescindibles como la logística o dar la imagen de un producto.
-¡Arrea! Ahora sois… como los distribuidores. Pues, mira, en alguna cosa que me callo, igual sí.
-Qué insinúas.
-No, nada, nada; tengamos la fiesta en paz. Además, excepto que tengamos una ruptura brusca por desavenencias insalvables…
-…o que metas la pata de nuevo y me asesines definitivamente…
- …lo que creo que no nos interesa a ninguno de los dos, seguiremos juntos, ¿no?
- ¡Qué remedio!
- Y me da que a ti –lo has confesado hace poco– también te encanta seguir en el candelero, ¿verdad?
- Para qué habré hablado.
- Es que jactarse de algo… evidencia los intereses aparentemente ocultos.
- Touché.
- Así que, a pesar de las chanzas, amigo, seguiremos en el mismo barco. Hasta siempre…
- ...¡salud!…
- …¡Amén!
0 comentarios