Las bondades del facebook
enero 10, 2016
A
partir de la experiencia de “amenazar” con retirarme del Facebook, al inicio a manera
de broma de Día de los Inocentes, y después con mayor seriedad, pensando que
estaba perdiendo demasiado tiempo enterándome de la vida ajena y difundiendo
mis actividades, conferencias, inquietudes, éxitos, fracasos, competencias de
natación, exhibiendo mis medallas, mis premios literarios, mis espantosos
conciertos de violín, los elogios que cosechan mis libros, mi vituperado ego,
los insultos, amenazas y calumnias a las que me veo sometido… comencé a recibir
protestas de mis amigos, peticiones de que permaneciera en FB, lamentos algo
patéticos, burlas. Entonces hice una solicitud: que 50 amigos de FB se
comunicaran antes del 31 de diciembre. Condición para que MT no se retirara.
No se
comunicaron 50 sino más de 100. Entre ellos mis amigos más cercanos: Félix Luis
Viera, Pablo Hernán Di Marco, Willy Gouss, Beatriz Meyer, Nicolás Lozano.
Algunos escritores que aprecio: Luis Sepúlveda, Pedro Ángel Palou. Mi traductor
y crítico de cabecera, Peter Broad.
Algunas amigas y amigos de hace más de cuatro décadas. Exalumnos.
Ello
hizo que desistiera del propósito de retirarme. Lo que me llevó a plantearme
una reflexión: ¿Qué sentido tiene el Facebook? ¿Qué beneficio trae y que
beneficio me trae? Mi primera respuesta es: no me siento solo en esta ciudad de
provincia, Xalapa, donde nadie me visita y donde no quiero que nadie me visite.
Soy huraño y no me gusta perder tiempo en cortesías, comités, conciliábulos.
Siento
que tengo en FB una grande, casi enorme, comunidad mundial, que abarca gran
parte de Europa, muchos países de América y algunos de oriente. No todos
participan: si acaso 50 de ellos. Más de 1500 nada más permanecen en las
sombras y supongo que de vez en cuando leen algo o ponen un vergonzante “me
gusta”.
Entonces
decidí hacer una limpieza: comencé a borrar. Eliminé a más de 150 de los 1650
que tenía. La meta era quedarme sólo con los cien que se comunicaron y a
quienes de alguna forma conozco por sus personas o sus obras. Estoy en el
proceso de eliminar a los fantasmas mirones de mi lista de “amigos”. Lo iré haciendo poco
a poco.
Pero
algo aprendí: Facebook es una forma de no sentirse solo. Lo ideal sería formar
lo que los griegos llamaban un “prytaneum”: una sociedad de sabios y artistas
con afinidades, que se reúnen de vez en cuando a compartir sus talentos, su
amistad y su gozo por los placeres del espíritu. Compartir sin duda también los
defectos, pues son o somos humanos y debemos aprender a aceptar nuestra su
condición bípeda, falible y terrestre.
Lo que
sí es claro es lo siguiente: Facebook es una adicción, sin la cual es difícil
vivir. Lo confieso y lo acepto. Los aspectos oscuros de son otro tema. En este
mundo no hay placer alguno in sombra.
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