Sweet porn (género porno-west)
enero 17, 2016
En una primera película se la ve con un vestidito
modesto que oculta más de lo que insinúa, y que le llega apenas un centímetro
arriba de las rodillas, las piernas, vistas desde atrás, son más bien flacas.
Tiene una cinta casi infantil atando una cola de caballo no muy larga ni frondosa.
Está en un viñedo, tal vez de California, gozando del sol y de la naturaleza, acaricia
el tronco, sus manos son muy blancas, finas.
Se arrodilla ante una parra, toma una hoja con delicadeza y la contempla,
la disfruta. Más allá de las frondas ve
a un hombre con aspecto de bracero mexicano. Flaco, diríase escuálido y sin
embargo soberbio, retador. Tiene las piernas abiertas. Está en medio de un
callejón soleadoentre las viñas. El hombre desaparece como si fuera un
fantasma. Corte. Vemos a Sasha entrar en una casita sencilla, con un ramo de
flores. Se tiende en una cama, se levanta la falda, se acaricia la carne más
tibia. Close up a su cara. Un minuto completo de close up sobre su mano que
parece la de un pianista sobre su teclado. De pronto hay un relámpago, se ve al
mexicano (tiene bigote) poniendo sus manos sobre el cuello de Sasha. Sasha sin
dejar de resistirse continúa rasgeando su carne más tibia como si fueran las
cuerdas de su guitarra. La mano se agita bruscamente. La niña (no debe tener
arriba de dieciséis) grita como quien ha alcanzado una primera culminación. El
hombre tiene camisa y pantalón negró, botas. Ella se remueve y protesta, el hombre la da una
cachetada. Sasha le mira la bragueta, luciendo una media sonrisa y un entornar de ojos (que andando el tiempo y
con el paso de las películas, cada vez más osadas –lo que parece imposible- la
harán la actriz más famosa del cine de adultos: Sasha tiene algo de Greta
Garbo: una frialdad, una superioridad, una imperturbabilidad escalofriantes) y
le da una palmada en la entrepierna. El hombre la jala, la obliga a
arrodillarse, saca su arma, un largo tubo negro, que ella velozmente guarda en
la boca. El hombre tiene un reloj barato, y un ombligo extraño, que más bien
parece una puñalada. El mexicano la toma de la parte posterior de la cabeza y
la empuja contra su vientre hasta que la introduce toda, lo que parece
increíble (pero no es increíble si se compara con las bombardinas de películas posteriores, es bien un arma pequeña la del
mexicano: en términos casi estrictos sería una luger de bajo calibre). Pero es
grande y potente. El hombre la saca y le cachetea la cara con su verga, oh ,
sí, dice ella. El hombre la tiene firmemente asida de la cola de caballo, donde
aún permanece la cinta blanca. El hombre parece no tener huevos. La toma desde
arriba hace notar que los pechos de Sasha son chicos y están empinados. Ahora el
hombre le pega nalgadas mientras ella chupa. Ella mira hacia arriba mientras
chupa. El hombre no se ha quitado las botas. Tiene los pantalones arremangados
sobre ellas. El hombre mueve el trasero adelante y atrás como (es vulgar la
comparación pero literal, gráfica) un perro culiando. Insisto: el hombre es
flaco, escuálido. Se lo imagina el espectador doce horas al sol, con una canasta, recogiendo racimos de uvas. Un
sombrerote de paja. Empuña su aparato y lo mueve adelante atrás. Se entabla una
lucha entre la mano del hombre y la boca de ella por apoderarse del mayor
número de centímetros. El movimiento se hace frenético. El hombre retira la
mano y ella llega al fondo. Al retirarse la boca del aparato éste escurre
líquido cristalino. El hombre tira a la niña (no se puede hablar de mujer, si
se consideran seriamente sus pechitos apenas nacientes y su rostro de una
belleza de virgen renacentista) sobre la
cama, ella sigue agitando su mano sobre la herida de su propio bajo vientre, el
hombre le introduce un dedo en el ano. Luego le mete su verga en el mismo sitio
mientras con una mano le oprime un pecho (es claro que el hombre quiere que su
reloj barato luzca bien en la pelicula). El hombre la cachetea. Ella dice fuck,
fuck. Ella sostiene gimnásticamente una pierna en el aire con la ayuda de una
mano. Ella le pega con una mano libre a la cama, como haciendo una rabieta, se
nota que el hombre la está lastimando, sin embargo ella grita Jesucristo, fuck me,
fuck me. Se ve que ella tiene un anillo de oro en el dedo pulgar de la
mano derecha. El hombre la saca, golpea los labios mayores de Sasha con
su verga. El reloj del hombre es cuadrado, con brazalete metálico (muy barato,
insisto). Barato y anticuado. O tal vez el hombre sea empleado de una
fábrica donde gana tres dólares la hora. Una fortuna. A México mandará por
Electra 500 dólares mensuales. Para su mujer y sus tres hijos. Uno ya
terminando el bachillerato con promedio de 9.8. El cuerpo de Sasha se ve muy joven (en
posteriores entrevistas, cuando ya se la califica como la reina del porno y
como la más cochina de todas, afirmará que su debut fue el mismo día que
cumplió dieciocho años) tiene una energía
diríase sobrehumana, un entusiasmo dionisiaco: el mexicano no la va a
derrotar: nadie, ninguno, absolutamente
ninguno, ni siquiera los negros sublimes que superan a cualquier corcel
lograría borrarle la sonrisa de superioridad y el entornar de ojos que hacen
pensar en Greta Garbo). No, no puede tener
más de dieciséis años. Se pellizca un pezón con pulgar e índice de la mano derecha. En el pulgar se
puede ver un anillo que debe de ser de oro. Mantiene la boca abierta, se ven
sus hermosos dientes, todos saludables, todos, uno tras otro, sin un solo arreglo. Blanquísimos.
Los del frente, ligeramente más grandes que los otros, son los típicos dientes
de conejo. De niña Sasha debió ser una visión del cielo. Dice ah, ah, ah. El
hombre la cachetea y la insulta. Su gesto es de desprecio. Ella le devuelve el
insulto y lo cachetea. Se separan, ella se monta en él. Se ve la carne negra,
morada, entrando en la carne blanca. Minuto 17, el hombre no desfallece, ella
tampoco, aunque no ha cesado de gritar. El hombre se sale, ella golpea la cama.
El hombre está flojo, parece cansado, ella no, sigue agitándose como si
aplaudiera con su pelvis la pelvis del hombre. La verga del hombre está
torcida. Close up al rostro de Sasha, es bellísima. El hombre saca su Luger, cachetea
a Sasha con la verga, que comienza a recuperar envergadura. El hombre (el
mexicano) parece querer vengarse del trabajo que tiene que hacer por cien
dólares. La pone en cuatro patas, la incluye por la vía donde salen los
alimentos, le da duro, ella grita oh my god y el hombre la cachetea más duro
como si se sintiera ofendido en sus convicciones. ¿Por qué tiene que meter al
buen Dios en estos asuntos cochinos? El hombre sube sus pies a la cama y la
monta como si fuera una cabra. En el fondo se ve el virginal rostro de Sasha.
Sasha está gritando, no cesa de gritar, mantiene la boca abierta, como a la espera,
como en el borde del absoluto terror, como al borde del despeñadero de la
absoluta felicidad, el absoluto placer, de la absoluta muerte final, sin cerrar
la boca. Ella sigue obstinada, como el violinista que repite una escala mil
veces en busca de la perfección, dándose su dosis de mano mientras el hombre
entra y sale vigorosamente. La toma es directa y cercana a los dos culos, los
gritos se hacen mecánicos, como de aserradero. Close up al rostro de Sasha, que
por la extraña posición en que está su cuerpo, hecho un nudo, una clave de Sol,
tiene justo al lado de un pezón de un color rosado claro, color de rosa
al amanecer, hermoso, fresco. Vemos una mano de Sasha aferrada al cobertor
mientras el hombre sigue dándole duro. Ahora el hombre le pone un pie en la
cara, sobre la sien derecha. La mano de ella sigue agitándose sobre su
campanita. Y uno se pregunta, que clase de hombre abusa de esa forma a aquella
diosa adolescente (cuya mano no ha cesado de moverse sobre su bajo vientre). El
hombre la saca. Levanta el cuerpo de Sasha por encima del suyo, lo tira a
la cama, la hace un envoltorio, del cual destaca su grieta fundamental,
enardecida, roja, animal, la vuelve a
clavar con donaire de matador. Ella no deja de gritar. El hombre parece
enojado, quiere acabarla y ella no se acaba. Parece estar en un orgasmo
interminable. Ella dice más duro, más duro. Se agarran a cachetadas todavía
ella clavada. Los movimientos se hacen frenéticos. El hombre la extrae, jala a
Sasha, la pone de rodillas, eyacula (débilmente) en la boca de la niña
que permanece abierta, su media sonrisa, sus ojos entornados). Sasha ha
triunfado. Y seguirá triunfando hasta que se le dé la gana.
Vemos ahora a Sasha, virginal en la cama.
Durmiendo, con la mano en su pan. Entendemos. Ha sido un sueño.
Plano del exterior de la casa. Vemos por primera
vez al mexicano de frente. Parece el
héroe de una película del oeste. Un pistolero afrontando a su enemigo. A su enemigo, que está tras la puerta.
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