Todos estamos muertos
noviembre 13, 2016
Todos estamos muertos de Armando Ortiz
Universidad
Popular Autónoma de Veracruz, Colección Premios Nacionales, 2016
Haré un breve repaso por los cuentos de este
volumen que disfruté doblemente, por ser de un amigo y porque ese amigo regresó
a la literatura después de extraviarse por varios años en las azarosas y
pasajeras aguas del periodismo político. No estaba perdido Armando; andaba en
otra fiesta más turbulenta como es la del Veracruz político de hoy. Saludo su
regreso.
“Recordando a Botero”, primer texto, es un magnífico cuento en el que se nos
presenta a una hermosa y lujuriosa gorda que seduce a diestra y siniestra. Está
muy bien escrito, tiene un adecuado manejo de la tensión y una serie de
personajes como de comedia bufa, que hacen de la lectura un placer.
"El jardín del
señor Chéjov": sobre el paso del tiempo en la vida de un viejo solitario y
la perspectiva que tiene un grupo de jóvenes de la existencia de ese hombre.
Bello, lleno de poesía, sencillo. El nombre de Chéjov va bien con este texto,
que evoca y le hace honor a uno de los mejores cuentistas del mundo.
El tercer cuento, “Rosaura en la brevedad” es de una delicada
nostalgia de un amor infantil, recordado muchos años después y remendado por el
recuerdo. La presencia de la muerte, desde la primera línea, le da un adecuado
toque trágico. Agradable lectura, como la del primer cuento, “Reconsiderando a
Botero”, que me parece verdaderamente memorable.
Armando se dedicó varios años al periodismo político y relegó
la literatura: el alejamieto le hizo bien. Anticipo
el disfrute de otros cuentos que desde el mismo título invitan a la buena
lectura.
“De paseo con las ninfas” es el relato de un deseo
insatisfecho asociado con el amor (la tentación que suscitan) las niñas casi impúberes en un hombre de mediana edad.
Me parece que el libro cojea en el relato llamado “El
umbral”; las razones las pasaré por alto; todas, a excepción de una: la falta
de uso de la coma en el vocativo (hasta aquí dejo la observación para destacar
lo que me parece destacable en el libro). El relato es bueno pero no bien
armado ni bien escrito. Narra amores entre hombres con ingredientes trágicos,
ausencias, soledades y regresos.
“Mi vida con Michael Jackson es
una historia de amor y muerte, como otros de los textos. Narra el transcurso de
una relación amorosa entre un hombre mayor y un joven aficionado a los bailes
del astro norteamericano. Cautiva la delicadeza del acercamiento entre los dos
hombres, su mutua fragilidad, el encuentro, la evolución natural, sin truculencias, de la relación… y el desenlace
trágico, íntimamente ligado a la situación actual de Veracruz (violencia,
corrupción, secuestros, deterioro del “tejido social”, desempleo). Relato que
se relaciona estratégica y narrativamente, con “Todos estamos muertos”, otra de
las cimas de este libro de relatos; conserva, como el anterior, el alto nivel
literario y la adecuada dosificación de la intriga, tanto en la intimidad de los personajes como
en la de la colectividad; dos aspectos constreñidos por el carácter
irrecusable, ineludible y generalmente inexplicable de la muerte.
“Cuentas saldadas” es una
auténtica novela de narcos (hiper resumida) que se desarrolla en Coatzacoalcos:
la acción no le da tiempo al narrador para lograr una caracterización detallada
de los personajes ni le permite hacer un análisis de la situación, que se
presenta en toda su crudeza (sin un ápice de imaginación: lo que relata es lo
que ha sucedido y sigue sucediendo en esa ciudad y en gran parte del territorio
veracruzano, desde que los gobernantes recientes -lo que es vox populi, sin
duda vox dei- pactaron con los cárteles de la droga.
No dudo que si el autor se diera
tiempo y tuviera la difícil paciencia que no le es propia al periodista, podría
dar el salto del relato a la novela: tiene los ingredientes fundamentales: la
información (abundante, apabullante, rica en sórdidos elementos y aventuras con
armamento pesado y acción trepidante) sobre lo que está sucediendo; y tiene la formación, el know how, como escritor.
Un buen libro de cuentos de un
veracruzano que se suma a la lista de otros autores que aportaron su cuota de
calidad a la formación de la respetable tradición literaria de este Estado:
Sergio Galindo, Juan Vicente Melo, Luis Arturo Ramos, Rafael Antúnez.
Y que recuerde Armando: la
literatura queda; la eternidad del periodismo dura un día. Consejo del gurú Maracuya.
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