Oro en Copa México Natación Masters C.L. y el Cachalote
mayo 14, 2017
No fue una gran competencia. Mi tiempo en 400 metros libres fue pésimo: hice 8 minutos 21 segundos (cuando en entrenamientos había hecho 7 minutos 30 segundos). Pero conseguí oro. Sobra decir que no asistieron los mejores de México (Piñeyra, Herrera) que se están reservando para LA GRANDE: la competencia Nacional Master de la Federación de Natación, que será en Guanajuato en junio. Ahí estaré. También conseguí plata en 200 metros libres.
El cachalote. Las noches anteriores al campeonato Azteca de natación tuve
dos competencias con Adelaida, una nadadora cuarentona que tiene una energá
bárbara: desde que entra a la piscina hasta que sale no deja de azotar el agua casi vengativamente, atropellando
a quien se atraviese en su camino. Es una muer sólida, orgullosa, que parece
querer borrar nebulosos problemas mentales con el ejercicio físico desaforado.
El entrenador, Racso, sabiendo que la mujer consideraría una afrenta
inosportable perder frente a un nadador casi setentón, me pidió que aceptara
competir con ella. En el cien, el doscientos y el cincuenta la hice pedazos,
salí con fuerza el primer 25 y ya no pudo alcanzarme. La mujer arrancó
tranquila, pensando que yo me iba a quemar y que ella podría alcanzarme y
superarme. No contaba con mi orgulllo y
preparación. Adelaida salió del agua bufante y no quiso hablar con nadie. Los
demás nadadores,que se habían detenido a observar la competencia, sonreían
complacidos: todos habían sufrido los atropellos acuáticos de Adelaida. Al día
siguiente el entrenadir pidió que compitiéramos en pecho, la especialidad de mi
contrincante. En el cien tocamos juntos los primeros 25. No hice buen toque y
pedí distancia. Adelaida fue ganando ventaja y me ganó por casi 20 metros.
Despés me ganó en otras dos competencias de 50 pecho. Y quería la cuarta. El
entrenador lo impidió. Ya había conseguido se propósito: prepararme para la
competencia grande. Adelaida salió jubilosa de la piscina. Por primera vez
choque mi mano derecha con la suya y la felicité. Bravo, campeona, le dije.
Sonrió discretamente.
Y mañana estaré compitiendo contra Piñeyro, Herrera y
Tiscareño, tres exolímpicos y mundialistas. Ya les contaré.
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