El gran cuentista
abril 11, 2008El gran cuentista
Galaxia editorial
Juan Domingo Argüelles El Universal Domingo 16 de enero de 2005
Cuentos para después de hacer el amor
Suma de Letras ha publicado la edición, por decirlo así, definitiva, del más que sabroso volumen Cuentos para después de hacer el amor (México, Punto de Lectura, 2004), de Marco Tulio Aguilera, que unas veces firma así y otras agregando su apellido materno: Marco Tulio Aguilera Garramuño, pero que es el mismo escritor colombianomexicano nacido en Bogotá en 1949, autor, además, entre otros muchos libros, de las novelas Breve historia de todas las cosas (1975), Paraísos hostiles (1985), Mujeres amadas (1988), El juego de las seducciones (1989), Los placeres perdidos (1989), Las noches de Ventura (1995), La pequeña maestra de violín (2001), La hermosa vida (2001) y El amor y la muerte (2002), y de los libros de cuentos Alquimia popular (1979), Los grandes y los pequeños amores (1992) y Cuentos para antes de hacer el amor (1995), este último antítesis y complemento de esa obra fundamental en su bibliografía desde que vio la luz en 1983 bajo el sello de Editorial Leega.
Integrado originalmente por 11 textos, Cuentos para después de hacer el amor se ha ido enriqueciendo y modificando, corrigiendo y aumentando a lo largo ya de 21 años y de 11 ediciones lo mismo en México que en Colombia. El volumen ha sido publicado también por La Oveja Negra y por Plaza & Janés, y en la nueva edición de Punto de Lectura agrupa 14 cuentos en 245 páginas: Fábula del mar en los ojos, Cantar de niñas, Amor contra natura, Paso de baile, Visitas nocturnas, Juan Flemas despierto otra vez, Historia de un orificio, Los saúdes, ¿Quién no conoce a Sammy McCoy?, La piel más tersa, Los sueños de un buen cristiano, Archibold en Alaska, Las tablas crujientes y Juegos de la imaginación.
Hay en este volumen lo mismo cuentos fantásticos que divertidas parodias, narraciones sarcásticas y otras muy finas, de suave erotismo, de sutil sensualidad, cercana al lirismo poético. Asimismo, no falta el texto reflexivo, de tintes filosóficos, inteligente y emotivo como todo lo que escribe Marco Tulio Aguilera, y que ha hecho que sea considerado como uno de los grandes narradores colombianos e hispanoamericanos en general.
Podríamos decir que cada nueva edición de los Cuentos para después de hacer el amor nos entrega un libro nuevo, pues el autor ha venido alimentando a éste que es uno de sus libros preferidos, y con entera razón, con nuevos textos redondos y placenteros; algunos otros han sido modificados leve o drásticamente, desde el título, y otros más han sido eliminados sin piedad para dar paso a otros diferentes no recogidos antes en libro por Aguilera sino en este volumen que es en sí mismo una colección antológica de primer orden.
Allá en sus primeros días, Cuentos para después de hacer el amor despertó el entusiasmo de don Edmundo Valadés, quien sentenció que Aguilera es un cuentista magnífico, regocijante y, por ello, digno de ser leído de principio a fin. Por su parte, José Agustín no fue menos enfático en su opinión: "Marco Tulio es agresivo, diferente, desaforado, superefectivo como cuentista. Pertenece a la estirpe de los grandes narradores colombianos como Gabo y Mutis, pero su talento se manifiesta de manera especial, con un estilo propio e inconfundible: es una especie de filósofo que reconstruye el mundo del amor y el erotismo, que parecían hechos trizas en la actualidad. Aguilera Garramuño nos vuelve hacer creer en el cuento redondito, bien logrado, con un estilo refinado y sin embargo alegre".
Si algo destacan quienes lo han leído, es precisamente su maestría para relatar, para narrar sin concesiones, para mostrarnos que la vida puede ser igual que la literatura pero que tampoco es igual, que sería una gran ingenuidad pensar que no se requiere, para hacer un buen cuento o una buena novela, más que la intención y la pluma pronta. Tiene razón el refrán: el talento es algo que no se da en maceta, y Marco Tulio tiene un indudable talento, además de un dominio absoluto de sus herramientas literarias.
Hace ya más de cinco lustros lo dije y lo repito: García Márquez aplasta a cualquiera, pero no a Marco Tulio. En sus cuentos vierte su ingenio, su humorismo, su erotismo, su amor y, desde luego, esa natural desfachatez que a tantos amargados irrita, para crear extraordinarias fábulas cuyo objetivo principal es devolver a la literatura ese necesario sentido del goce que los lectores agradecemos siempre.
Y si bien es verdad que no le faltan enemigos y detractores, nada de eso es importante. Alguien dijo alguna vez que estaba sobrado de recursos. Tal vez sea verdad. Lo que no admite duda es que no se puede, ni se debe, dar gusto a todo el mundo.
Escritor
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