MT antes de hacer el amor
junio 26, 2008Félix Luis Viera
Publicado originalmente en la revista Crítica, de la Benemérita Universidad de Puebla, no. 127, junio-julio 2008
Cuentos para antes de hacer el amor –ahora aumentado y corregido por el autor y publicado por Educación y Cultura, una interesante editorial independiente con sede en Puebla– es el título más reciente en el género del escritor colombiano-mexicano Marco Tulio Aguilera Garramuño; pero este título, que bien podría tomarse como un “gancho” en pro de la mercadotecnia, indica otra cosa. A saber: los textos no se refieren, digamos, a “antes de hacer el sexo”, sino al hecho de antes de “hacer el amor” propiamente; o sea, ojo: antes de establecer, construir, o como quiera llamársele, una relación amorosa, antes de entregarse de una u otra manera a un devenir de pareja, ya sea de “tiro largo” o simplemente de lo que el azar depare. Por esta razón, me atrevo a calificar este manojo de cuentos como un libro-tesis, un ente literario vaticinador, una propuesta, de ficción, se entiende, que si bien se apoya en el erotismo (más que en el sexo) nos avisa de los avatares propios de algo tan sabido y a la vez tan desconocido como la eclosión amorosa entre hombre y mujer y su posterior evolución. Los cuentos de este libro, diríamos, avisan.
Hoy en día el cuento es un género en caída, entre otras razones porque, aquí y allá, aparecen “cuentistas” de toda laya, sobre todo aquellos que defienden el minicuento, el microcuento y todos esos “cuentos” que quieren hacernos creer, y asimismo por quienes narran una historia, sólo bien redactada, pero sin alma, sin enjundia humana. Lo más triste es que estos hacedores de narraciones insulsas se proclaman cuentistas y aun ciertas editoriales de barrio o páginas web inescrupulosas los publican y hasta los proclaman. Ah, es que se creen que el cuento es cosa fácil, cuando en verdad resulta todo lo contrario.
El género mayor, el más atendido por editoriales y lectores, es la novela, y así será. Ya lo sabemos: el cuento, como género, tuvo un reflorecimiento a mediados del pasado siglo cuando, sobre todo en Estado Unidos, comenzaron a publicarse excelentes y diversas piezas del género en suplementos periodísticos y revistas de todo tipo. Entonces muchos pensaron que, debido a su brevedad, el cuento desplazaría a la novela: de un tirón más o menos efímero el lector iniciaría y concluiría el disfrute de una historia, y se acabó. Pero no fue así. El lector de libros de cuento termina una historia en un plazo corto, pero debe empezar otra, y para esto tiene que haber quedado muy prendido con la que acaba de concluir. La novela aventaja en que, tal vez por su naturaleza, el ser humano quiere saber más y más… en fin… en qué va a parar el “asunto” que le están narrando.
Todo lo anterior son mis argumentos para afirmar que en la actualidad sólo las excelencias de un cuentista de verdadero calibre puede lograr que un grupo determinado de lectores siga una obra del género y, aun, que una editorial respetable se disponga a hacerle frente a la publicación. Es decir, son mis argumentos a favor de la obra que nos ocupa, del escritor que la concibiera.
Marco Tulio Aguilera entra con fuertes bríos desde la primera pieza de Cuentos para antes de hacer el amor y, si bien gira de una banda a otra de todo un amplio espectro “asúntico” (por no decir “temático”) mantiene el pulso hasta la última línea del libro. Aunque no creo que esté de más aclarar que, como lector, prefiero sus novelas.
Existe un concepto muy en boga de algo que llaman un “erotismo fino”, y en esto cuentos se halla, aunque paradójicamente, podríamos agregar, que es un erotismo fino pero a la vez “despiadado”. Esto, desde mi punto de vista, es uno de los mayores alcances de un libro que se destaca asimismo por un humor justo, que, si bien no renuncia a la hipérbole –acaballada en ocasiones–,en ningún momento se “canta a sí mismo”, de modo que fuese a dar a esa especie de chiste con barniz literario con que otros nos regalan gato por liebre. Un detalle que podría aclarar lo dicho: el humor no se basa en abstracciones, sino que surge con toda espontaneidad, creo que el instante mismo en que el creador se enfrenta a la imagen que va pasando por sus ojos o su imaginación.
Mucho se ha hablado de las técnicas narrativas, aun hay quien se atreve a dictar talleres sobre técnicas narrativas… inmutables. Sabe un escritor como Aguilera Garramuño que las técnicas, como elemento sustancial, existen, pero como factor circunstancial son impredecibles. Un soberano muestrario de las técnicas base asaltadas por un talento innovador, oficioso, audaz, están presentes en Cuentos para antes de hacer el amor, y esto va desde los sorprendentes cruces tempo-espaciales hasta la alquimia (siempre asequible) de las personas gramaticales narrativas (que ya sabemos también que las personas gramaticales, como tales, como ladrillos metafísicos, no existen), pasando por la precisión para diluir el diálogo en el cuerpo de la narración –diluido, el diálogo, en la narración, decía, de manera clara, exacta, sin dejar margen para la confusión–, el intercambio casi constante de puntos de vista narrativos y la asunción, en varios de los cuentos, de la parábola y aun de la fabulación rayana en lo que llaman el Absurdo; algo verdaderamente encomiable para coincidir en un solo volumen, en el cual, por otra parte, se demuestra que ser osado en la temática no basta: es necesario formular con niveles de arte verdadero la osadía.
Otro aspecto que creo debe destacarse en Cuentos para antes de hacer el amor es la capacidad del autor para jugar con locaciones diversas que toman vuelo hacia lo universal –como debe ser– y su temperancia a la hora de fijar elementos tendentes a la erudición (algo que, por pecar de exceso, ha desbarrancado a tantos buenos autores), así como la equidad, digamos ética, a la hora de exponer las posibilidades de sexo; es decir, la mano no está cargada hacia la falda o la bragueta y aun me arriesgo a afirmar que las féminas salen mejor paradas en estos cuentos: predominan en varios sentidos, y para esto el autor “macho”, sin duda, tiene que saber de qué se trata el sexo contrario, debe ser un conocedor ¿del alma? femenina; enhorabuena.
Si comparo Cuentos para antes de hacer el amor con otras obras de Aguilera Garramuño, creo que en ésta el autor ha abandonado, para bien, el YO que lo ha apasionado quizá un poquito en demasía en no pocas de sus excelentes narraciones anteriores; una especie de álter ego que en alguna medida antes lo ha atropellado, no aparece por ninguna parte en el libro que comentamos. Digamos que el yo-narrador-autor aparece más atemperado, y, fundamentalmente, el del narrador, ahora modificado hasta ese punto bajo e imparcial que viene a dar justamente en el blanco en cuanto a lo que se refiere no sólo a forma, sino también a contenido. Es decir, está muy bien trabajada la palabra, y los silencios que le corresponden a ésta.
Novelista de garra al fin y al cabo, Marco Tulio Aguilera entrega en este conjunto de cuentos piezas de largo aliento, que de manera rotunda desmienten esa definición de que el cuento, siempre, siempre, es algo que viaja en una sola vía, estrecha, finita, expositora de un único elemento central; Aguilera Garramuño viaja de uno a otro meandro, asunto, subasunto, tema, subtema, adelanta, retrocede en la introspección, la retrospectiva y hasta en digresiones que resultan oportunas; viola, o no sé si es mejor decir asume, con pleno conocimiento de juicio para el bien de la obra que se ha propuesto, eso que algunos “científicos literarios” (quiero decir, los críticos) llaman “realidad real” –realidad exterior– y “realidad interior de la narración” –realidad ficcional– y así alcanza esa suculencia que, en mi opinión, es la causante de que el libro logre meternos en él sin la pesadumbre de que, oh, ya terminé de leer este cuento, pero debo comenzar otro. Así, si bien no es posible afirmar que Cuentos para antes de hacer el amor sea uno de esas obras del género que mantienen eso que llaman unidad temática, sí, sin embargo, crea casi completamente un universo en cuanto a presupuesto narrativo y atmósfera vital: ética, moral, política, etcétera.
Desde hace tiempo me he sumado a los que piensan que toda pieza de creación literaria, por candorosa que parezca, es un acto subversivo, bien sea contra la moral, la política o las costumbres canónicas de una época determinada. Cuentos para antes de hacer el amor, no habría que decirlo quizás luego de leer las líneas anteriores, lo es. Estas narraciones de Marco Tulio Aguilera, a veces de frente, otras de manera oblicua, en algunas ocasiones mediante una exposición azogada, por decirlo de alguna forma, atacan con vigor y con la suficiente sustentabilidad la pacatería, la banalidad, el misoneísmo de que son víctimas –creo que esta es la palabra adecuada– no pocos de los personajes que transitan por el libro.
Volviendo a los aspectos formales, propondría un análisis aparte, único, sobre la utilización de la metáfora, y del tropo en general, en función de las descripciones. Para ningún autor es un secreto que la descripción –así como el desplazamiento del “tiempo real” de la acción dramática, otro aspecto descollante en el libro que nos ocupa– es uno de los principios más difíciles de los géneros narrativos, puesto que debemos tomar por “descripción” no sólo la fotografía de los componentes físicos insertos en la trama, sino también, lo más difícil, la descripción de lo abstracto, en donde casi siempre es el uso del lenguaje figurado lo que puede salvarnos. Decía que Cuentos para antes de hacer el amor mereciera un desmonte casuístico de este factor. Mientras alguien tal vez se anime a semejante labor, me atrevo a afirmar que la trabazón entre la descripción y la metáfora en función de ésta, resulta sencillamente admirable. Con par de líneas constituidas a partir de metáforas de corte rotundo, Aguilera Garramuño dice todo (lo cual además allana el camino para la consecución de eso que llaman “economía de recursos) lo elemental de un personaje, o el matiz físico-psicológico de éste, o la impresión que surte en determinada personalidad el tránsito por un paisaje bien sea urbano o rural. O sea, uno de los fuertes de este libro es la aptitud del autor para describir de manera concisa y a la vez tropológicamente alusiva lo que mereciera ser descrito.
Me permito realizar un breve recorrido cuento por cuento:
“Olor a cuero”
El cruce de planos tempo-espaciales es una de las mejores ganancias narrativas. No hay una locación evidente, de modo que el texto rasa la parábola. El asunto fundamental es la burla propiciada al tipo “duro”. El final es sorprendente y propicia el cierre perfecto del ciclo. Se destaca por su intensidad.
El llamado de la bestia
Se utiliza con acierto algo tan escabroso como la segunda persona narrativa. La reflexión, la exposición filosófica son sus mejores atributos. Rebelión contra los atavismos. Descuella el narrador protagonista, modosito, víctima de una educación fuera de contexto que lo convierte en un perdedor. El contrapunteo de tonos narrativos es sobresaliente, agiliza la acción y estimula al lector. Más que la intercalación de planos, se apela a la fragmentación. Se trabaja la crónica, principalmente al incursionar en el intríngulis del Teatro Blanquita.
Arrepiéntete pecador
Destaca la utilización de la tercera persona narrativa. Tiene como asunto principal el ventajismo, el intercambio amoral de intereses. Uno de sus temas preponderantes es la soledad, y en buena medida, además, el misoneísmo. La neurosis, la histeria, la soberbia se hallan muy bien descifrados en el personaje Bárbara. Como en otros, en este cuento el final es impactante, desolador.
Un matrimonio feliz
La mujer y el espejo
Se logra con verdadera eficiencia el desdoblamiento del autor en una narradora (mujer, quiero decir). Se destaca por la certeza en las descripciones, antes aludida. Mediante el elemento “espejo” (que pudo ser otro objeto escogido por el autor) quedan rotos los cánones insulsos, el tedio, la “rutina ambiente”.
Un matrimonio feliz
Las mujeres de video
Un sondeo que de manera meridiana y abierta, pero sin espacio para lo concluyente, expone lo que llaman pornografía. La felación es vista desde un punto de vista realista y se sugiere el carácter “humano”, ingrediente de la felicidad conyugal, que esta acción puede propiciar para el bienestar de la pareja.
Un matrimonio feliz
Sueños de un buen cristiano
Llama la atención la destreza en el movimiento del “tiempo real” de la acción narrativa y la intensidad y tensión que producen la escritura en primera persona. El narrador se entrega sin ambages a su maquiavelismo, lo cual acelera el interés del lector. El asunto fundamental es la lucha entre la vileza y la lascivia. El final es aplastante.
La noche de Aquiles y Virgen
Escrito en tercera persona y mediante un narrador omnisciente. La banalidad, el tedio, son los asuntos principales, que contrapuntean con un humor muy bien balanceado. Además, el sadismo ingenuo del personaje femenino levanta el conjunto de la acción. Es una de las piezas en donde la descripción toma más vuelo hacia la perfección, pero a la vez donde se advierte una baja en la circunstancia humana o “humanista”.
Historia completa de Ranita
Por ser un fragmento de novela, creo que esta narración no debió incluirse en el libro, pues si bien no rompe del todo con el conjunto, si lo daña aunque someramente. Se destacan la intensidad, la economía de medios narrativos. La ficción se circunscribe a una propuesta que raya en la parábola y en la cual la lujuria es llevada hasta planos insólitos. El elemento más “parabólico” es Ranita, que no llega a constituir un personaje amable.
La historia de Sally Ramsey
Pieza de largo aliento que abarca un tiempo real y retrospectivo que la acerca a una novela corta. Se exponen ciertos rasgos de la idiosincrasia canadiense (más los de la mujer) y por primera vez en el libro surge un personaje escritor. La segunda persona narrativa funciona con eficiencia. Un personaje de breve pero suma importancia es el libanés Yamil, quien con cuatro o cinco parlamentos levanta la “filosofía” que permea la obra. El mensaje fundamental es la victoria de la contención frente a la lujuria.
El humilde Willy en Cuba y El masajito bayamés
Ambas piezas narrativas se complementan. Uno de los recursos principales utilizados es el sarcasmo, de alguna manera acertadamente solapado al enfocar sobre todo la “vida lombricera” de Willy, su beatitud fuera de época. La política no está exenta en este par de cuentos, dada sobre todo por medio del humor, el cual, además, unido a cierta dosis de ironía, sirve para enjuiciar la desidia ambiente en el ámbito burocrático mexicano, así como para exponer, con suma mordacidad, el chovinismo del cubano. Sobre esto último, queda al descubierto la fanfarronería de cierto segmento de aquel pueblo, creedor, ingenuo, de que posee los más encomiables dones en cuanto a sensualidad, valores universales y otras cualidades de las que, sin duda, no es el mayor exponente, si bien los comisarios ideológicos se lo hayan hecho creer durante décadas. Asimismo, el favoritismo en el orden literario (o sería mejor decir editorial) es otro de los asuntos que proporcionan interés a esta narración donde por rachas el Absurdo es uno de los recursos que mejor la levanta y la fabulación alcanza el libre albedrío.
Ya sabemos que cuando la obra lo amerita es justo reconocer la entrega editorial. Así, justo resulta agradecer a Ediciones de Educación y Cultura, que haya puesto en manos del lector un libro –hermosamente diseñado desde la tripa hasta la portada– que marca un importante hito en la carrera literaria de quien, a mi juicio, es uno de los autores más importantes residentes en México.
FICHA BIOBIBLIOGRÁFICA de Félix Luis Viera
Poeta, cuentista y novelista, nació en Santa Clara, Cuba, el 19 de agosto de 1945. Ha publicado los poemarios: Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia (Premio David de Poesía de la Uneac*, 1976, Ediciones Unión, Cuba), Prefiero los que cantan (1988, Ediciones Unión, Cuba), Cada día muero 24 horas (1990, Editorial Letras Cubanas), Y me han dolido los cuchillos (1991, Editorial Capiro, Cuba) y Poemas de amor y de olvido (1994, Editorial Capiro, Cuba); los libros de cuento: Las llamas en el cielo (1983, Ediciones Unión, Cuba), En el nombre del hijo (Premio de la Crítica 1983. Editorial Letras Cubanas. Reedición 1986. ) y Precio del amor (1990, Editorial Letras Cubanas); las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988. Ediciones Unión, Cuba), Serás comunista, pero te quiero (1995, Ediciones Unión, Cuba), Un ciervo herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003) y la novela corta Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997. Reediciones 2002 y 2006.)
El Premio de la Crítica es el mayor reconocimiento que recibe un libro en Cuba.
Su libro de cuentos Las llamas en el cielo es considerado un clásico del género en su país.
Varias de sus creaciones han sido traducidas a distintos idiomas y forman parte de diversas antologías publicadas en Cuba y en el extranjero. En su país natal recibió diversas distinciones por su labor en favor de la cultura. Fue director de la revista Signos, de proyección internacional y dedicada a las tradiciones de la cultura.
Su más reciente novela, Un ciervo herido –que aborda el tema de las Umap, eufemísticamente llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción y, en realidad, campos de trabajos forzados establecidos en Cuba en la década de 1960–, ha recibido un notable reconocimiento de la crítica y de los lectores y ha circulado en España, Puerto Rico, México y otros países; durante cinco meses estuvo entre los libros más vendidos en Miami y ha sido traducida al italiano por la editorial L´Ancora del Mediterráneo. En Italia ha sido objeto de un notable reconocimiento de la crítica especializada, así como de los lectores.
Tiene inédita su novela El corazón del rey, que refleja los primeros pasos de la instauración del socialismo en Cuba, en la década de 1960, y actualmente trabaja en el poemario La patria es una naranja, inspirado en la añoranza de su tierra natal y en sus vivencias en México, donde radica desde 1995.
En México ha colaborado en diversos periódicos con artículos de crítica literaria y de contenido cultural en general, ha impartido talleres literarios y conferencias, y asimismo se ha desempeñado como asesor de variadas publicaciones periódicas.
Actualmente es ciudadano mexicano.
*Unión de Escritores y Artistas de Cuba
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