EL SUEÑO DEL GATO
enero 23, 2010
Una mujer soñó que tiraba un gato a un pozo y que se olvidaba de él. Seis semanas después soñó que regresaba al pozo y veía en el fondo al gato todavía vivo. El gato abría y cerraba el hocico del cual no salía sonido alguno. La mujer pensó que había sido en extremo inhumana y que era necesario hacer algo. Llegó a la conclusión de que tenía dos posibilidades: tirarle una gran roca y aplastarlo. O meterse al pozo y sacar al gato para dedicarse a cuidarlo hasta que se recuperara. Estaba en esta encrucijada cuando despertó. Por un instante pensó que había sido injusto dejar al gato en el pozo, pero luego recordó que todo había sido un sueño. Se dijo que los gatos de sueños no sufren. Sin embargo durante el transcurso del día siguiente siguió pensando en el gato y sabiendo que de alguna forma se sentía culpable.
Cuando se acostó a dormir la noche siguiente pensó en el gato y rogó que no retornara la pesadilla. Se dijo que de todos modos si regresaba tomaría alguna decisión. No obstante esa noche no soñó con el gato. Ni la noche siguiente, ni la siguiente. Y el sentimiento de culpa crecía.
Al sexto día de no soñarlo despertó con un dolor de cabeza terrible. Supo que se iba a volver loca si no hacía algo. Entró a la buhardilla de su casa donde su esposo yacía enfermo y como de costumbre abandonado. El hombre intentaba hablar, abría y cerraba la boca pero no emitía sonido alguno. Apenas tuvo fuerzas para abrir los ojos. Vio que su esposa se acercaba, que lo observaba con inexplicable expresión, que se sentaba al borde de la cama, le acariciaba la frente y luego, tras darle un beso en la mejilla, colocaba las manos sobre su cuello y presionaba hasta hacerle extraviar el último aliento.
La mujer cerró dulcemente los ojos del cadáver. Luego se acostó a su lado y pudo dormir como no lo había hecho en los años que duró la enfermedad del que ahora descansaba en santa paz.
Sobra decir que la mujer no volvió a soñar con el gato.
2 comentarios
Uno se queda con la historia dentro de uno mucho tiempo después de que dejó de leerla, como si fuera el recuerdo de un sueño en el que uno por ejemplo tiró un gato a un pozo. Esas fábulas me dejan algo por allá hondo. La prueba de que la literatura es muchisisisisimo más que palabras puestas en órden.
ResponderEliminarDesde hace mucho tiempo tengo escritas diez o doce fábulas. La costumbre de subir un texto semanal al blog me ha hecho recurrir a ellas. Te comento que la censura ya cayó sobre el blog, me "encriptaron" un cuento llamado "La noche de Aquiles y Virgen" y me advirtieron que si volvía a publicar textos eróticos me borraban todo.
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