HACER EL AMOR CON CUENTOS

marzo 20, 2010


En internet encontré este viejo artículo sobre mis primeros cuentos. Hay algunas lagunas, que atribuyo al cruce de programas (pdf, adobe, word, quién sabe qué más).


Cuentos en vez de hacer el amor:
la trayectoria cuentística
de Marco Tulio Aguilera
Garramuño

Peter Broad
Universidad de Indiana en Pennsylvania


"Quienes hemos seguido sus pasos literarios sabemos bien que el oficio de
escribir ha sido [para Marco Tulio Aguilera Garramuño] un verdadero acto
sexual."1

Esta frase, de Gustavo Álvarez Gardeazábal, si un poco exagerada,
refleja de manera muy sucinta el aspecto más evidente en toda la cuentística
del autor colombiano radicado desde hace muchos años en México.
Aunque negó en algún momento ser un escritor erótico, con sólo unas
pocas excepciones notables, toda su producción narrativa gira alrededor de
una tensión erótica o, al menos, incluye escenas eróticas como parte íntegra
de su construcción.2 Esta afirmación se ha estudiado con algún detalle con
respecto a las novelas.3 Aquí nos proponemos realizar un estudio detenido
del desarrollo de los cuentos que ha ido publicando Aguilera Garramuño
durante casi treinta años para descubrir lo que realmente plantea en ellos.
El erotismo, como observaremos, es innegablemente un leitmotiv, una verdadera
fuente de inspiración en casi todos los cuentos, pero, como vamos a
ver, y como sugiere Álvarez Gardeazábal, para Aguilera Garramuño la
fuerza erótica es más bien una metáfora del acto de escribir un cuento.
(Gustavo Álvarez Gardeazábal, "Aguilera Garramuño y el amor". El Colombiano, 18 de
diciembre de 1983, p.18).
En una entrevista se le preguntó: "¿Estaría de acuerdo con la alírmación de que usted es
un escritor de literatura erótica?" a lo cual respondió: "Claro que no. [...] Yo soy un escritor a
secas*. (Ramón Moreno Alvarado. "Entrevista con Marco Tulio Aguilera Garramuño", La
Jomada Semanal, 25 de abril de 1993, p. 26. ) Todos los que hemos tenido el placer de leer estos cuentos coincidimos en su gran valor literario. Después del éxito que tuvo en la crítica su
primera novela, Breve historia de todas las cosas, Aguilera Garramuño pareció
confirmar su promesa como uno de los jóvenes escritores con más
futuro. Cuando sacó al mercado su primera colección de cuentos, Alquimia
popular, en 1979, se dijo: "es un libro que integra [...] las [...] fuentes primordiales
de la narrativa que hará de Aguilera uno de nuestros mejores
escritores."4 Cuando salió la segunda colección de cuentos, Cuentos para
después de hacer el amor, cuatro años más tarde, se le dio el mismo tipo de
elogios. En El País de Cali, en su reseña, Ana Azcárate escribió: "Uno de
los escritores vallecaucanos de mayor proyección internacional y de mayor
constancia en su profesionalidad es Marco Tulio Aguilera Garramuño."3 Y
el gran crítico uruguayo, Jorge Ruffinelli, escribió en La Vanguardia
Dominical de Bucaramanga: "[...] puede afirmarse que Aguilera
Garramuño es uno de los escritores colombianos mejor dotados del post
boom."6 Y así ha sido la crítica de elogiosa con todas las colecciones de
cuentos que han aparecido hasta la fecha.
Citamos lo anterior para indicar el valor literario que se le ha atribuido
a Aguilera Garramuño desde que empieza a publicar. A pesar del mercado
relativamente limitado que han tenido sus libros, ha sabido mantener la
calidad de su producción y, con pocas excepciones, ir mejorándola con
cada libro (o nueva edición, que también, en su caso, cuenta como un
nuevo libro).
El número de cuentos que Aguilera Garramuño ha publicado no es muy
extenso; apenas alcanza unos treinta y tres cuentos entre 1979 y 1997. En
gran parte esto se puede atribuir al hecho de que sigue retocando los cuentos
para incluirlos de nuevo en los libros que van apareciendo. Sólo su libro
más reciente, Esas fieras, las mujeres, casi un folleto, publicado por el
Instituto Veracruzano de Cultura, carece de cuentos publicados también en
otras colecciones. Y sólo tiene cuatro relatos muy breves.
Alquimia popular, la primera colección, tiene apenas cinco cuentos. De
ellos, uno, "Clemencia, ojos de cierva", se incluye más tarde en Cuentos para
después de hacer el amor (edición colombiana de 1992) y en Cuentos para antes
de hacer el amor (edición mexicana). "Biografía parcial de un frenáptero"
constituye la base de lo que serán las primeras páginas de la novela Placeres
perdidos.
El libro más extenso es la edición colombiana de 1992 de Cuentas para
después de hacer el amor. Lleva catorce cuentos, de los cuales todos, sin excepción,
aparecen también en otros libros, o anteriores o postenores. Esta edición,
realmente un nuevo libro con respecto a las ediciones anteriores, se
benefició sobre todo de algunos de los mejores cuentos que escribiera antes
para Los grandes y los pequeños amores, libro con el que Aguilera Garramuño
ganara el Premio Nacional de Cuento en San Luis Potosí, México. Sin
embargo, no por eso deja de ser un libro original, pues el criterio que
aplicó para la selección de cuentos y las mejoras que introdujo en algunos,
hicieron del libro una obra digna independientemente de que los cuentos
que lo componen tengan otra vida más allá de sus páginas.
Antes de estudiar algunos cuentos individuales que van creciendo de un
libro a otro, consideremos brevemente el contexto en que escribía nuestro
autor. En una reseña de Los grandes y las pequeños amores, José Agustín hizo
referencia a: "[...] ese don que tienen los colombianos; [...] esa capacidad de
narrar bien, que vemos en García Márquez y Alvaro Mutis, v que en
Marco Tulio se manifiesta de una manera muy especial, con un estilo
propio e inconfundible. Tenemos en México, para nuestro beneficio, una
nueva nacionalidad, la de los narradores mexicolombianos. que enriquece
nuestra literatura."7 El también importantísimo narrador mexicano estableció así una vinculación entre estos tres escritores colombianos, sugiriendo
un contexto especial donde Aguilera Garramuño puede considerarse junto
con los autores colombianos más cotizados de nuestra época. Por su parte
el crítico norteamericano Raymond L. Williams incluyó a Aguilera
Garramuño con toda una promoción de escritores colombianos que
empezaron a publicar en los años setenta: Andrés Caicedo, Umberto
Valverde, Albalucía Ángel, Rodrigo Parra Sandoval, Fernando Vallejo v R.
H. Moreno-Duran.8 En los dos casos se hace hincapié en la identidad
colombiana de Aguilera Garramuño y, desde luego, tiene cierta lógica por
su formación e inicio en la vida literaria.
Sin embargo, Aguilera Garramuño situó su primera novela en Costa
Rica, donde su familia se estableció durante varios años, estudió y escribió
en Estados Unidos y, desde hace casi veinte años, vive en México con
esposa e hijos mexicanos. Él mismo subrayó esta condición con respecto a
su nacionalidad en la misma entrevista en La Jornada, citada arriba. Cuando
se le llamó un escritor extranjero, respondió: "La verdad es que no me
siento extranjero de ninguna manera. Catorce años en México, el matrimonio
y los hijos me han dado un sentimiento de pertenencia a este país."9
Por estas razones, es evidente que hay que ampliar el contexto en que se
le considera al autor. Los escritores con los que convive diariamente son
principalmente mexicanos y no es, por eso, muy sorprendente encontrar
resonancias o semejanzas entre los cuentos de Aguilera Garramuño y los de
autores mexicanos. Sin profundizar demasiado, es más que evidente el
parecido entre ciertas escenas de Ciudades desiertas (1982) de José Agustín y
la primera parte de Mujeres amadas (1988) o entre algunos de los cuentos
más eróticos de Aguilera Garramuño y el estilo del mismo Agustín en La
miel derramada (1992). No hay en esto ninguna sugerencia de falta de originalidad,
sino que demuestra que Aguilera Garramuño, por original que sea,
escribe dentro de un contexto literario fértil que estimula la creación de
obras universales.
Seguramente hay escritores populares que escriben "lo que salga", sin
pensar en cómo lo hacen; pero éstos no suelen ser autores duraderos.
Desde luego, no es el caso de Aguilera Garramuño, quien ha presentado
sus ideas sobre lo que es un cuento y la forma de escribirlos en numerosas
ocasiones. En una conferencia que dictó recientemente en la Universidad
Nacional de Colombia habló del concepto de la epifanía, tal como lo sugiere
James Joyce en Stephen, el héroe, como esencial para la creación de un
cuento: "Esteban [...] 'creía que le tocaba al hombre de letras registrar esas
epifanías con extremo cuidado, puesto que ellas mismas son los momentos
más delicados y evanescentes'. No puedo evitar estar de acuerdo: la
experiencia me dice cjue cada uno de los cuentos que he logrado extraer de
mi vida, son resultado de momentos especiales, de iluminaciones, del
súbito descubrir de un ángulo de simetría en el mundo o de una coherencia
antes no concebida."10
Un poco más adelante, en la misma conferencia, amplió: "Avanzando en
el texto de Joyce sobre las famosas epifanías leemos: 'En el momento en
que se alcanza el foco, el objeto queda epifanizado. Es precisamente en esa
epifanía donde encuentro la tercera, la suprema cualidad de la belleza". En
efecto: el cuento es un súbito recorte de la realidad, un trozo vibrante de
vida, que nace, crece, madura y, con suerte, llega a su publicación."
Con esto nos está diciendo Aguilera Garramuño que para él, como para
Joyce (y muchos otros), el cuento depende de un momento de inspiración,
de iluminación, y que no va más allá de ese momento. El momento de iluminación,
captado en la narración, se basta sin más desarrollo. Como dice
Aguilera Garramuño en el mismo lugar: "Un cuento no puede ni debe
depender de nada exterior a él."
También habló, en esta conferencia, del porqué de las repetidas versiones
de sus cuentos, que, como hemos mencionado arriba, vuelven a
aparecer en un libro tras otro: "Una vez que uno tiene en las manos el
cuento, el átomo original, la epifanía a medio tostar, debe estudiarlo,
descomponerlo, recomponerlo, en busca de una simetría, de una armonía,
de un equilibrio de proporciones, que haga agradable la lectura, que la
haga rítmica, que le ponga su música [...] Y ahora es cuando nos explicamos
por qué grandes escritores han llegado a escribir diez o veinte versiones del
mismo cuento." Es decir, el cuentista (Aguilera Garramuño) parte de una
inspiración, pero luego trabaja para terminar de comunicar esa inspiración
de la forma más adecuada posible. Admite la posibilidad de escribir un
cuento de forma "científica", al modo de Edgar Alian Poe, pero insiste en la
necesidad previa de ese momento iluminador, esa epifanía que pone en
marcha el proceso creador.
¿Y qué es lo que crea nuestro autor? He aquí donde hay que considerar
el tipo de inspiración evidente en sus cuentos. Como se sugirió arriba, en el
caso de Aguilera Garramuño, hay una relación directa entre su inspiración
artística y el impulso del amor, entre Erato y Eros. En sus propias palabras:
"Un buen cuento es un escape de la realidad convencional, es un tiempo de
excepción, una ruptura en la cotidianeidad, de la misma forma que un acto
erótico representa una fundación especial, en cierta forma mítica, y
paradójicamente personal."'' Es decir, para él escribir (o leer, pues de en
también se ocupa en esta ponencia) un cuento es una actividad individual.
Veremos, un poco más adelante, que los cuentos de Aguilera Garramuño, o
por lo menos los más logrados, presentan, en mavor o menor grado, estos
cinco elementos.
Sin rechazar la unidad implícita en la formulación de Leal, Lagmanovich
establece cinco rasgos adicionales que pueden aparecer en los cuentos v
que caracterizan gran parte de los cuentos modernos a partir de Borges v
Cortázar, dos escritores que Williams califica de "modernos" y no de "post
modernos":
1) el argumento puede bifurcarse o fragmentarse;
2) predomina la ambigüedad;
3) el personaje es menos claro;
4) con fecuencia el final es abierto;
5) el uso deflashback o racconto}*
Según Lagmanovich, no todos estos rasgos aparecen en un cuento moderno,
pero son elementos que, individualmente o en combinaciones difercn
tes, son frecuentes en los cuentos postquiroguianos. Sin embargo, los cuentistas mas recientes hacen bastante menos uso de estos elementos. Con respecto a los cuernos de
Aguilera Garramuño son relativamente pocos los que tienen algunos de
estos rasgos, y no son necesariamente los más logrados. Sin embargo, es
útil tener esta clasificación para complementar el contexto que hemos
establecido para nuestro análisis de su cuentística.
Los cuentos que vamos a examinar se publicaron en siete volúmenes II
primero, Alquimia popular, fue publicado por Plaza y Janes en su Colección. Fue el segundo libro publicado de Aguilera Garramuño. Sus cuentos son muy variados y el ultimo, más largo
que los demás, lleva la indicación de que es una "novela", aunque en realidad
se trata más de una novela corta o lo que en inglés se llama short story.
Cuatro años más tarde salió el segundo libro, Cuentos para después de hacer
el amor, con una nueva editorial, Leega, en México. Este libro apareció en
Colombia hasta 1988, después de la publicación de la segunda novela,
Paraísos hostiles. Esta edición, en la Biblioteca de Literatura Colombiana de
Oveja Negra, no es idéntica a la primera, pues le falta el cuento que peor
recepción tuvo en la primera edición: "Ulises matamoscas". Hubo varias
reimpresiones de la versión mexicana, que no hemos podido consultar,
antes de la publicación de la segunda (¿y definitiva?) versión colombiana
en 1992. De los catorce cuentos de esta versión del libro, ocho aparecieron
en la primera edición colombiana, y dos de éstos están bastante retocados
Desaparecieron de la edición de 1992 cuatro cuentos, los cuales, sin
embargo, vuelven a aparecen en otros libros. En el mismo año. dos años
después de ser premiado, sale Los grandes y los pequeños amores, publicado
por Joaquín Mortiz en México. De sus siete cuentos, cinco están en la
nueva edición colombiana de Cuentos para después de hacer el amor. Tres
años más tarde, en 1995, Aguilera Garramuño publica simultáneamente en
México y en Colombia una colección de cuentos con el título Cuentos para
antes de hacer el amor. A pesar de tener el mismo título, son libros mus
diferentes. La versión mexicana fue publicada por una editorial sensacionalista, Extassy (Selector), en una edición poco cuidada pero perfumada. La colombiana, en cambio, es un libro serio publicado por Plaza v Janes. La versión mexicana tiene siete cuentos y la colombiana tiene nueve. Sólo tres aparecen en las dos. El libro mexicano tiene, además, un
cuento de Alquimia popular, uno que sólo está en la primera versión de
Cuentos para después..., tres que están en todas las versiones de ese libro.
uno que apareció primero en Los grandes y los pequeños amores, y un cuento
único. La edición colombiana tiene dos cuentos que, hasta ahora, no han
salido en otra colección. Todos los demás están, en alguna versión, en los
otros libros.
La última colección, Esas fieras, las mujeres, de reciente aparición, marca
un nuevo paso para el escritor. En una pequeña edición de limitada
difusión (Xalapa: Instituto Veracruzano de Cultura) ha recogido cuatro
cuentos originales. Son tan breves estos relatos, tan depurados, que hacen
pensar casi en anécdotas y no en cuentos como los otros. También salió,
recientemente, un libro de cuento infantil: El árbol de durazno, en una hermosa
edición bilingüe español/maya-yucateco.
Con la excepción de este cuento para niños, y quizás Alquimia popular,
los títulos mismos de las colecciones de cuentos de Aguilera Garramuño
revelan su impulso erótico. El erotismo va desde el instinto animal —"Amor
contra natura"— al amor más puro, abstracto —"los saúdes" (Cuentos para después...)—, pasando por fantasías homosexuales —"Juan Flemas despierto otra vez" (Cuentos para
después...[1985], Cuentos para ««{«...[Col.])— y escenas de relaciones sexuales
sin más complicaciones —"La noche de Aquiles y Virgen" (Los grandes y los
pequeños amores, Cuentos para después...[1992], Cuentos para antes...[Méx.]y_.
El erotismo aparece en el primer cuento de la primera colección, "Alquimia
popular", que llega a su climax en un prostíbulo, y permea los cuatro cuentos
del último libro. Los cuentos de Alquimia popular son, en un sentido, los más "modernos"
según el esquema de Lagmanovich. Es la fase cuando Aguilera Gai raimiño
estaba todavía buscando su propia voz narradora. El primer cuento.
"Alquimia popular", sólo tiene, de las cinco características, el uso del raecontó,
pero el segundo de la colección, "El ritmo del corazón", va tiene, en
mayor o menor grado, cuatro de ellas. El argumento, que gira alrededor de
las relaciones entre un hombre que existe en los márgenes de la sociedad
de un pueblo anónimo de pescadores y una mujer, "María", que se enamora de él, no sigue un hilo claro (1); muchos elementos quedan sin especificar
(2); el final es abierto (4); sugiriendo "la preparación hacia el hallazgo
de lo que ella quería",19 y se hace uso frecuente del mnonto. También
tienen finales abiertos como en: "Biografía parcial de un frenaptero" y
"Rostro con máscara". Predomina la ambigüedad en los mismos cuentos y
los dos tienen argumentos algo fragmentados. En "Rostro con mascara"
podemos apreciar, en realidad, los cinco elementos identificados por
Lagmanovich, pues nunca está realmente claro quiénes son los personajes
(3) y se utiliza el recurso del racconto.
A pesar de este carácter "moderno", los cuentos «de esta colección no se
apartan, en general, de la unidad tal como la describe Luis Leal. Cada uno,
con la posibie excepción de "Biografía parcial de un fren.iptero", que ...

El otro cambio es el modo de terminar la oración, donde
el efecto es devolver la expresión a un nivel más convincentemente hablado
v menos literario. Comunica lo mismo que la primera versión, pero el autor
ha vuelto a acariciar sus palabras, buscándoles otra pizca de perfección.
Desde sus primeros cuentos se puede apreciar este cuidado con el que
Aguilera Garramuño busca (o inventa) la palabra exacta para expresar lo
que quiere decir. En Alquimia popular hace apariencia su famoso
"frenáptero", palabra derivada, supongo, del griego para cabeza y alas, que
usa para describir al protagonista extravagante de "Biografía parcial de un
frenáptero" (y que usa para describirse a sí mismo en sus tarjetas). En la
misma vena, usa como contraste el también neologismo "frenoliio", que
sustituye a las alas por la piedra.
A veces, desde luego, llega a extremos algo difíciles de aceptar. Jorge
Ruffinelli, en la reseña citada arriba, por un lado comenta el "dominio v un
acceso más abundante a la 'frase feliz', esa frase que por antonomasia
provoca la felicidad de la lectura"; por otro lado dice que Aguilera
Garramuño tiene que controlar "el barroquismo excesivo de la escritura".
De forma parecida, Ana Azcárate, en su reseña también citada antes,
describe el estilo de esta forma: "Habilísimo para manejar tiempos y verbos,
espacios y circunstancias, para hacer del discurso potencial un acumulado
de gracia entre el humor y la profundidad filosófica, sus cuentos, empero,
poseen grandes pantanos de erudición en donde el barro del conocimiento
atosiga y la prepotencia del narrador se hace casi una pesadilla."
Es decir, por lo menos en sus primeros libros de cuentos se notaba un
control, una destreza con el uso del lenguaje con el que hace sus narraciones,
pero al mismo tiempo algunos críticos vieron un exceso en su evidente
deleite con el idioma. Aun en Los grandes y los pequeños amores, se ha
notado un quizás excesivo afán de crear un estilo. Raúl Hernández Viveros
escribió en su reseña del libro: "el contenido importa poco delante de la
necesidad vital de perfeccionar los cimientos.

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