LA FLOR DEL PARAISO.

noviembre 26, 2010

Fin de la estancia en el paraíso del arte

Conocí a una joven que se llama Alice y toca la flauta, es muy tímida y sin embargo confianzuda, me dijo dónde vive, sus horarios, su teléfono, en lo que parecía una oferta inmediata de amistad o quién sabe qué. Tiene un rostro bello y fresco. Me parece algo tonta. Pero, ah, tiene su gran ventaja, posee un coche, lo que la hace muy atractiva en estas soledades llenas de montañas. De alguna manera me siento desanimado con las mujeres en Canadá. El cuento del sexual harrasment es como una espada de Dámocles sobre cualquier hombre que ose acercarse a una mujer con intenciones honestamente deshonestas.
Esta tarde Caroll me va a prestar su bicicleta de monataña y comenzará, si el tiempo se mantiene soleado, mi etapa de recorerr los alrededores. Me he dedicado a investigar la vida de Alice, una criatura extraordinariamente dispuesta al azar de la aventura. Su historia tiene algo que decir sobre el carácter de la juventud canadiense, con sus conflictos de identidad, sus complejos, su gentileza y bondad. La historia completa de Alice, con algo de ficción, está en un relato aparte que he titulado "La historia de Sally Random".
Hoy que se inicia el mes he hecho una pausa en mi vida social y lo dediqué a hacer un largo paseo por una ruta que sigue el Bow River por kilómetros y kilómetros, en la bicicleta de Caroll, ahí iba yo subiendo y bajando por horas y horas, mientras cantaba las canciones napolitanas de Beniamino Guigli. Alice el día de hoy prefirió huir de mí, ir a cine, a escalar montañas, que es la diversión preferida de los canadienses. Nuestras conversaciones son extremadamente escabrosas y ello le preocupa.
Ningún pueblo que yo conozca tiene un aprecio, una veneración semejante por la naturaleza, como lo tiene el canadiense.
He estado afinando los detalles de la última conferencia que dictaré en inglés en el Sally Borden. Será una especie de poética del El Libro de la Vida, una justificación, una indagación en mi profesión de escritor y en mi investigación en el mundo de las mujeres. Los anuncios de mi presentación cubren todo el Campo del Centro de Artes en Banff (Marco two! Marco Tulio Aguilera is one of the most renowned colombian writers since the Nobel Prize winner García Márquez. His themes are love, eroticism and women. He has won 15 international awards and has written 16 books, including novels, short stories, essays and books of garbage philosphy). Estoy casi seguro de que habrá una multitud, pues en la primera conferencia hubo más de cincuenta personas, cuando nadie me conocía, ahora me conocen en todo el Centro de Artes: en el restaurante porque llama la atención la cantidad de comida que me despacho y me llevo a mi habitación y además porque me he hecho amigo de todas las meseras; en el gimnasio porque todos los días juego básquet y estoy, créanlo o no, invicto, incluso contra Mike, de un metro noventa; en el bar del Sally Borden por mis partidas de billar y mis tete a tete con Alice; en La Palette, en el Centro de Opera y de Artes Visuales, en el Teatro Eric Harvie, en el Centro de computación, sitios en los que me he metido, en los que he hablado con mucha gente.
Volví a ver a Ambrosia, quien me dijo que creía que yo era brasileño. Le dije que estaba a punto de irme y nos despedimos cariñosamente. Dicté mi conferencia. Hubo dos horas de preguntas, especialmente de parte de una serie de escritores canadienses que vinieron de Canmore y Calgary a oírme. Hubo interrogaciones sobre el amor, Dios, el vacío. Tras la conferencia hablé con la directora de un nuevo Centro de Artes en París, quien se dijo interesada en tenerme allí un par de meses. Otra persona, de un centro de Artes en Suiza, me ofreció lo mismo. Un director de cine de Toronto prometió invitarme a su ciudad para que hablemos sobre la posibilidad de hacer una película juntos. El juego de la fama -que se disipa con tan grande facilidad- supe jugarlo serenamente. Luego me despedí y me fui a hablar en privado con mi amiga Alice, de quien escribiré proximamente.
Al día siguente los becarios mexicanos del FONCA y el Centro de Artes invitamos a las directoras de los Leighton Studios (Carol, Jill y Erin) a una cena en un restaurante elegante. Quisimos agradecerles así tantas, pero tantísimas atenciones (recuerdo que le reventé la cadena a la bicicleta de Caroll y tuve que llevarla a arreglar una hora antes de mi conferencia final). La cena fue muy agradable. Sergio Cárdenas, Rodrigo Sigal y yo prometimos hacer esfuerzos para regresar al Centro de Artes. ¡Qué vida!: comer, dormir, escribir, nadar, jugar básquet, recorrer los bosques, subir a las montañas, ver paisajes de alucinación, hablar con criaturas celestiales, estar en medio de la corriente del arte del mundo, asistir a eventos incomparables (grandes solistas, orquestas de cámara, jazz). Todo placer, nada deber. ¡Arriba el Centro para las Artes de Banff! En mi maleta traigo dos novelas listas para publicación y una tercera en su penúltimo borrador. Aparte, naturalmente, de una pequeña historia cuya protagonista es la aventurera Alice, que pronto comenzaré a publicar en Sábado.

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