DECALOGO DEL BUEN DEPRIMIDO
enero 15, 2011(Aparte de la novela El sentido de la melancolía, que estoy terminando de escribir)
Decálogo de consejos para los que quieran escapar de la melancolía: Uno: Nunca trate de conciliar el sueño si verdaderamente no siente ganas de dormir. Ocúpese en algo que le sea placentero hasta que le pesen los párpados como losas de concreto. Dos: Trate de desayunar bien, almorzar mejor y cenar algo ligero. Tres: No beba mucho líquido, pues la gana de orinar puede despertarlo a medio sueño y es posible que no pueda volver a conciliarlo. Cuatro: Cuando tenga mucho sueño, comience a rezar un rosario. Sin duda que a la mañana siguiente encontrará la sarta de cuentas entre sus sábanas, pues habrá caído de sus manos antes de que termine sus oraciones. Cinco: manténgase todo el tiempo ocupado, no permita que su mente comience a discurrir caprichosamente. Seis: compre una agenda grande, en la que estén marcadas todas las horas del día y si es posible de la noche. Anote todo lo que hará al día siguiente, tanto las cosas importantes como las insignificantes. La idea es llenar de actividades todo el tiempo posible para que la mente no tenga espacio para desvariar, para extraviarse en pensamientos nefastos, cataclísmicos, en general absurdos e improbables. Repito: Tener una agenda y apuntar todo lo que se piensa hacer al día siguiente, dentro de una semana, un mes, un año (el caso es que tenga algo que esperar, algo que hacer, con lo que llene todo el tiempo, de modo que no haya espacio para los pensamientos aciagos, para la nicotina del alma). Siete: Procure tener una actividad sexual regular, ya sea que tenga compañera o compañero propicio, o que carezca de él. Todo el mundo sabe que hay medios al alcance de cualquier persona. Ocho: Elimine todo sentimiento de culpa por lo que haya hecho, piense que lo que sucede de alguna manera es inevitable, y que si usted cayó —o si lo prefiere: si usted pecó— no está sólo en el pecado, sino que tal vez su compañera, sus amigos, sus vecinos, tuvieron parte de la responsabilidad. Y en últimas: la organización del universo, la flecha del tiempo, la línea genealógica que culminó en su padre, su madre y usted, configuraron lo que usted iba a ser y lo que iba a hacer. Absolutamente nadie es por completo responsable de sus actos. Recuerde: No se mueve la hoja de un árbol sin que Dios esté presente.
Decálogo de consejos para los que quieran escapar de la melancolía: Uno: Nunca trate de conciliar el sueño si verdaderamente no siente ganas de dormir. Ocúpese en algo que le sea placentero hasta que le pesen los párpados como losas de concreto. Dos: Trate de desayunar bien, almorzar mejor y cenar algo ligero. Tres: No beba mucho líquido, pues la gana de orinar puede despertarlo a medio sueño y es posible que no pueda volver a conciliarlo. Cuatro: Cuando tenga mucho sueño, comience a rezar un rosario. Sin duda que a la mañana siguiente encontrará la sarta de cuentas entre sus sábanas, pues habrá caído de sus manos antes de que termine sus oraciones. Cinco: manténgase todo el tiempo ocupado, no permita que su mente comience a discurrir caprichosamente. Seis: compre una agenda grande, en la que estén marcadas todas las horas del día y si es posible de la noche. Anote todo lo que hará al día siguiente, tanto las cosas importantes como las insignificantes. La idea es llenar de actividades todo el tiempo posible para que la mente no tenga espacio para desvariar, para extraviarse en pensamientos nefastos, cataclísmicos, en general absurdos e improbables. Repito: Tener una agenda y apuntar todo lo que se piensa hacer al día siguiente, dentro de una semana, un mes, un año (el caso es que tenga algo que esperar, algo que hacer, con lo que llene todo el tiempo, de modo que no haya espacio para los pensamientos aciagos, para la nicotina del alma). Siete: Procure tener una actividad sexual regular, ya sea que tenga compañera o compañero propicio, o que carezca de él. Todo el mundo sabe que hay medios al alcance de cualquier persona. Ocho: Elimine todo sentimiento de culpa por lo que haya hecho, piense que lo que sucede de alguna manera es inevitable, y que si usted cayó —o si lo prefiere: si usted pecó— no está sólo en el pecado, sino que tal vez su compañera, sus amigos, sus vecinos, tuvieron parte de la responsabilidad. Y en últimas: la organización del universo, la flecha del tiempo, la línea genealógica que culminó en su padre, su madre y usted, configuraron lo que usted iba a ser y lo que iba a hacer. Absolutamente nadie es por completo responsable de sus actos. Recuerde: No se mueve la hoja de un árbol sin que Dios esté presente.
3 comentarios
Es estupendo comenzar el día con una sonrisa. Un decálogo a tener en cuenta...
ResponderEliminarUn abrazo,
Martha
El video que acompaña la nota nos hace reoordar que la muerte es la gran asesina del mundo.Así cayeron Jesus,Albert Einstein,la Madre Teresa de Calcuta,entre otros,hasta Jasha Heifetz,seres que nunca debieron morir.
ResponderEliminarMe pregunta Juan Murillo si la novela es de autoayuda. No. Es una novela en la que un melancólico se dedica a estudiar la depresión y llega a algunas concusiones.Marta: escribeme y cuentame cómo es el clima en Barcelona en octubre. Escribe a escandioti@gmail.com
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