DE NUEVO EN EL AIRE. LA REVISTA OTRO LUNES VUELVE A DESTACAR LA NOVELA RECIENTE DE MT

enero 14, 2011

YA RECUPERE MI BLOG Y MI DIRECCION DE GMAIL...
PRONTO REGRESARE CON NUEVAS ENTRADAS...
Por lo pronto les estoy ofreciendo la dirección electrónica de la Revista Otro Lunes, que se edita en Berlín, en la que se reproducen dos de mis cuentos ambientados en Cuba, una entrevista a García Márquez y un artículo de Rafael Antúnez sobre mi novela reciente...  El artículo que reproduzco abajo también fue publicado por Otro Lunes en una edición reciente...

http://otrolunes.com/
Destacan en Berlín la novela Agua clara en el Alto Amazonas  de Marco Tulio Aguilera

En Villarrica,Veracruz
Un caos terrible, y paradójicamente armonioso


La revista virtual Otro Lunes, que es publicada  en Berlín por intelectuales latinoamericanos ha destacado el siguiente artículo del novelista cubano Félix Luis Viera:
“Jamás iré a la Amazonia, quedé completo con este libro de Marco Tulio Aguilera. Ni pensarlo media vez, con lo que me dicen estas 126 páginas me basta para saber de qué se trata ese lugar, que es mejor disfrutarlo, cómodamente, lejos de ese caos terrible, y paradójicamente armonioso, que se detalla con maestría tanta en Agua clara en el Alto Amazonas.
Se hace difícil en una narración más bien breve introducir tanta pulpa, de manera que no sólo el viaje por el Amazonas -que no tiene nada de novela de aventuras, como se afirma en la contracubierta-, sino también causas y devenires de cierto segmento de la clase social colombiana y, en menor medida, de la mexicana, así como la intríngulis de la guerrilla que asola al país sudamericano o el porqué del empecinamiento del ser humano en alabar lo desconocido pero finalmente no aceptarlo. Todo esto y mucho más lo logró Aguilera porque no escribió una novela. Esto no es una novela. Es un encaje de todo lo que el autor sabe dominar con precisión: crónica, ensayo, epistolario, testimonio, anécdotas "literaturizadas", digresiones justas, etcétera... y está bien... dos planos de ficción. Pero la pregunta que nos haremos al final de la lectura, la que me hago aún, es: ¿será tomado y retomado este libro por su condición de buena propuesta literaria o quedará como obra de consulta sobre la Amazonia colombiana? Todavía no tengo respuesta para esta pregunta, pero sí estoy seguro de que cada vez que necesite saber algo al respecto, le iré arriba a estas páginas. En ellas están -o que un entendido en la materia me desdiga- todo lo que un ser promedio quisiera saber de esa porción del mundo, espeluznante y hermosa, de la que tanto hemos escuchado y en parte leído.
Son dos planos narrativos, que se van intercalando como ejes principales, pero permeados de todos los recursos que antes citaba. Uno, el científico de poca monta, hacedor de articulitos a veces aun "fusilados", y un escritor que busca no se sabe qué en este viaje, o quizás sólo lo impulse esa constante de que "la mitad de Colombia no ha sido tocada por el hombre". Así va corriendo lo que no tengo más remedio que llamar la trama. Aparte de ambos narradores, que son los encargados de darnos toda la información no sólo sobre el "hecho amazónico", sino de lo que podríamos definir como el basamento aledaño, Mariño Riascos es un personaje muy bien hecho. Será por eso que a mí en lo particular me cae tan mal, altanero, sabihondo, lacónico en tantas ocasiones. Mi personaje preferido, incluidos los narradores, es Chirri, quien -sabiduría del autor- es tomado para relatar indirectamente algunos de los pasajes más importantes de la obra. Y, aunque no lo crea quien no lo ha leído, Agua clara en Alto Amazonas, no obstante ser una obra breve -insisto-, exhibe una notable variedad de personajes. Otro que sumaría a mi preferencia es la india Juanita, el encanto, el misticismo, la perdición posible para un alma de varón poético. Sin embargo, hay otro -sólo evocado-, Antonia, que llega el momento en que sólo aporta ruido al desarrollo argumental. Antonia es la esposa del narrador de oficio escritor. He leído casi toda la obra de Marco Tulio Aguilera, y una de las licencias que este autor se toma es trasvasar, en ocasiones, la frontera entre el hombre-escritor y el narrador. Que yo recuerde, sólo en El amor y la muerte -finalista del Premio Alfaguara- abandona este recurso, que algunos podrían llamar defecto,y no es ésta su novela más sobresaliente (no hallo en su obra otra superior a Mujeres amadas, en la cual el autor hace maravillas con la estructura narrativa). Así, lo menos que se podría esperar era que Aguilera apelara a esta manera en Agua clara..., pero lo hace y esa es la razón por la que Antonia, o la evocación de ella y sus características, logran desfasar en algunas líneas al lector. Decía de la variedad de personajes de aquellas selvas temibles; de entre los secundarios, el motorista Adolfo es un primor, parece susurrarnos sus puntos de vista al oído. Para terminar con este tópico, si bien el autor va introduciendo a este y al otro aquí y allá, con pinceladas de largo trazo, no cae en el error de "mover" a lo que solemos llamar el personaje colectivo; si lo hubiera hecho, la obra se le hubiera enredado constantemente.
El novelista (si bien mantengo que no estamos comentando una novela) debe cuidarse de los lastres; es decir, de todo lo que no es imprescindible para la conformación de un personaje. De modo que si el hecho de que un personaje fume, o tenga un tic, o use lentes no es decisivo para sus acciones futuras, no tiene el autor por qué echarse esa carga encima. Lo anterior para remitirme a uno de los pasajes más interesantes de Agua clara...: el hundimiento de "La Vaca Loca". Si el personaje no hubiese usado anteojos este capítulo hubiera resultado más intenso, y más verosímil. ¿Para qué usa anteojos este personaje narrador? Para nada, para complicar al autor no sólo en el pasaje referido, también en otros. Es perfectamente creíble que un científico no use de lentes de modo permanente.
Cualquiera infiere que para enfrentarse a una obra como la que nos ocupa, hay que tener un considerable poder para la descripción. Aguilera lo tiene, y para mí -que me precio de haber leído casi toda su vasta obra narrativa- es en Agua clara... donde mejor lo demuestra. Porque el quid estaba en describir la "realidad", pero resumiendo; así, por primera vez me topo con una metafórica verdaderamente meridiana y de altos valores literarios, venida de este autor. El sol va languideciendo y pule el agua hasta convertirla en la piel dorada de una bestia que se oculta entre el follaje y vuelve a aparecer a la distancia (Pág. 57). Sus ojos parecen llenos de pólvora a punto de reventar (Pág. 74). La luz del sol totalmente virginal, el agua espejeando como un mar de mercurio, el despertar gradual de los sonidos de la selva, el lujo de la humedad y los olores de mil plantas totalmente desconocidas, una energía sobrenatural bañándolo todo. (Pág. 85). Y así, hay muchas más imágenes que tienden a una mayor plasticidad y síntesis que las citadas.
La utilización de la primera persona, en presente -cuando al autor la conviene- es algo que le da agilidad a la narración, igual que el tono de diario que adquiere el relato en ciertos tramos.
Como al inicio decía que para mí este libro, que resulta un entrecruce de variados géneros, representa un obra de consulta en igual medida que un relato literario, convido al lector a que lo compruebe repasando una latitud y otra de la geografía de la Amazonia colombiana; a que por medio de este libro otee en las aguas del mítico río, "La anchura en la desembocadura del Amazonas es de diecisiete kilómetros", "recorre 6,000 kilómetros. Hay 2,000 especies de peces ornamentales"; a que se dé la mano con las victorias regias, los mostacillas, los indígenas tikunas, guaharibos, las cien especies de "bichos voladores e invisibles" y el sinfín de paisajes por los que verá el lector correr una fauna y flora que le resultará inimaginable; así como ese sentir, diferente del nuestro, de los habitantes de aquella región, que incluye la sensualidad de las indígenas.
Agua clara en el Alto Amazonas es un libro que merece una buena promoción, sobre todo para que se beneficien los lectores. Debe agradecérsele a la Dirección Editorial de la Universidad de Puebla esta apuesta por una obra que, sin duda, resultará del interés de muchos.

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1 comentarios

  1. Te había echado de menos, MT. Te envié un par de correos y ambos fueron rebotados.
    Un abrazo,
    Marta

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