SANTIAGO GAMBOA O EL SINDROME DEL PATITO FEO
enero 28, 2011
Ya me habían advertido que Santiago Gamboa era un personaje infatuado, pesado, pedante, distante y, paradójicamente diplomático. No quise creerlo y cuando supe que iba a venir a Xalapa hice lo que habitualemente hago con los escritores colombianos que llegan a esta ciudad, que es a la vez distante de la periferia e importante, importantísimo centro cultural: me ofrecí a atenderlo, llevarlo a conocer los lugares cercanos, organizar las cosas para que hiciera deporte en los 40 días que iba a estar aquí impartiendo un curso. De entrada rechazó que yo asistiera a su curso y creo que hizo bien. Se trataba de valorar las tendencias de la nueva literatura latinoamericana y había escogido a una serie de autores de los que nadan a media agua entre el éxito editorial y una redacción apenas legible: Paco Ignacio Taibo, Abad Facciolice (o algo así), Franco y otros. Hizo bien en pedirme que no asistiera a su curso porque sin duda yo habría puesto en cuestión su teatro que podría haberse llamado Nosotros Los Buenos (los escritores acostumbran a agruparse en sectas excluyentes que se reparten el botín de los premios, los congresos, las invitaciones, etc y cada escritor quiere formar su sanhedrín). Con Santiago apenas si intercambianos saludos y durante los 40 días que estuvo en Xalapa me eludió. Incluso lo invité a cenar a casa. El caso es que estaba ocupado en asuntos propios de la diplomacia: la cortesanía. Haciéndole la corte a Sergio Pitol, Ernesto Cardenal, Santiago Ramírez (un autor menor inflado por Alfaguara, como Poniatowska, Leante, Laura Restrepo), etcétera. Escribí una reseña sobre la novela Necrópolis,de Gamboa, buena narración mal escrita, descuidada, llena de peripecias a veces esperpénticas. Obra de lectura apasionante si uno se hace de la vista gorda con las torpezas estilísticas. Gamboa, como respuesta a mis atenciones escribió recientemente en la revista La Nave, financiada por Pitol para glorificar a Pitol y a sus amigos, lo siguiente: Hay aquí en Veracruz un exótico escritor, al que llamaré M, que asegura que Bolaño es un producto del marketing y el capitalismo editorial. Tan alucinada, envenenada y sin duda venenosa interpretación, es sin embargo muy difícil de contra argumentar --además de irrelevante, pues quien vocifera eso se pinta de cuerpo entero-- ya que cualquiera de los indicadores tradicionales para juzgar una obra puede ser desmentido. Sólo después de leer la crónica de Gamboa de su estancia en Xalapa entendí las razones por las cuales había eludido mis patrioticas atenciones: yo (a quien Gamboa designó en su crónica apenas con una cicatera y mezquina M) había descalificado al adalid suyo, a su amigo, al representante de un grupo más o menos grande de escritores menores, que habían convertido a Bolaño en una especie de nuevo Cristo. Me reafirmo en mi convicción de que Bolaño es un escritor quizás tan menor como sus seguidores. Como no quiero volver a repetir mis razones para fundamentar esta afirmación, remito a mis lectores a una o dos breves notas que publiqué en este mismo blog y que podrán hallar en el índice. Gamboa no es mal escritor: es un escritor descuidado, apresurado y superficial: pero divierte, y eso se le agradece. Molesta, o por lo menos a mí me molesta esa actitud de superioridad: de siempre he sido un privilegiado, he recorrido todo el mundo, me he hospedado en los mejores hoteles, me he codeado con Pitol y la élite de los escritores, Pitol compró mis cuatro novelas, mi amigo X y Y. Me parece que tiene el Síndrome del Patito Feo: no ha podido superar su aspecto fisico, bastante desagradable y no se ha dado cuenta que precisamente eso es lo que lo hace particular, diferente y hasta atractivo para las mujeres. Tiene algún éxito en Europa, vive en Roma, sus libros son inconseguibles en Latinoamérica. Como buen cortesano, en persona es una persona muy agradable, pero huye lo más pronto posible de cualquier persona que pueda cuestionar su divinidad espuria.¿Que envidio la suerte de Bolaño? No, el pobre tuvo una vida jodida. Sí envidio su éxito editorial pero no su obra. Un escritor mayor no puede tener envidia de uno menor; quizás lástima y condescendencia hacia quienes lo glorifican. Que Bolaño tenga muchos lectores no habla bien de la obra de Bolaño sino mal del mundo de lectores y de la editorial que lo está explotando allende su muerte. Tuve la paciencia y valentía de terminar --con saltos-- Los detectives salvajes.Como no podía creer tanta pobreza litearia si la comparaba con el prestigio que la acompañaba, intenté leer Putas asesinas. ¡Peor! ¡Nevermore! Me dije. La vida, que en ocasiones es sarcástica, ha hecho que Gamboa y yo coincidamos en la revista Otrolunes, http://www.otrolunes.com/que se publica en Berlín: los dos somos columnistas y su columna se publica exactamente al lado de la mía. Encuentro en muchos escritores colombianos de "éxito" esa especie de actitud mezquina. Les gusta que les sirvan pero no quieren servir.Incluso el mismo Gabo se niega a apoyar a gente de talento. Quiere y quieren reinar solos en la gloria. No entienden que la gloria es últil cuando se comparte. Los que alcanzan la cima y no aprenden a ser generosos terminan envenenándose.
3 comentarios
Hola compi de blog ^^
ResponderEliminarAndaba echándole un vistazo a los blogs literarios y creo
que te puede interesar el mío si te gusta leer literatura personal
(microrrelatos, reflexiones, poemas, relatos) e informarte sobre la actualidad (belleza, salud, videojuegos) y debatir sobre los acontecimientos de la vida y filosofar un poco.
http://insolitadimension.blogspot.com/
Únete si lo deseas. Gracias ^^
Que opinión tan resentida esta, jeje.
ResponderEliminarTodo lo que venga de un anónimo vale un cacahuate
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