LA BALADA DE LOS BANDOLEROS BALADÍES
marzo 03, 2011Por Marco Tulio Aguilera Garramuño*
Xalapa, Veracruz. 24/09/2010
Publicado en www.alcalorpolitico.com
Reseña corregida y aumentada.
Hay en Colombia toda una tendencia novelística a la que han llamado el sicariato. A ella pertenecen novelas que han alcanzado una celebridad en general basada en el escándalo, la violencia, la falta de escrúpulos, la exhibición casi gozosa de lo peor de la naturaleza humana: masacres, desmembramientos, decapitaciones, desollamientos, prostitución de adolescentes y niños, exterminios masivos, venganzas, niños que asesinan a cambio de una dosis de marihuana.
Todo lo imaginable, en esas novelas se repite hasta el delirio en escenas que harían palidecer de envidia al Marqués de Sade, escenas que son exhibidas y consumidas por un público casi insaciable que sigue con apasionamiento novelas como Rosario Tijeras, Sin tetas no hay paraíso, Satanás, Buda Blues. Recientemente están difundiendo en la televisión mexicana dos telenovelas: El Cartel y El Cartel Dos. Son prodcciones excelentes, aventuradas, adictivas, que hablan muy bien de la televisión colombiana, que tuvo su exito fulgurante en Café con aroma de mujer. A mí nunca me gustaron Rosario Tijeras y La virgen de los sicarios. Me parecieron flojas.
No olvido que hace algunos años Gustavo Álvarez, escritor que ya abomina de la literatura, me dijo: “Ya lo que tú escribes no le interesa a nadie en Colombia. El amor es un tema desterrado. Aquí sólo tiene público la muerte, mientras más atroz, mejor”.
No es vituperable, opino, que se traten estos asuntos que han acompañado a la humanidad desde siempre (recordar por ejemplo que los romanos crucificaron a los seguidores de Espartaco equidistantemente cada diez metros a lo largo de cientos de kilómetros, por ejemplo, o que los nazis tuvieron como programa moralizante exterminar a la raza judía o que los aztecas sustentaban con sangre el edificio de su concepción del mundo), pero sí que se narren estas escenas con frialdad quirúrgica, sin algún tipo de poetización, explicación o metaforización.
Todo en esta malaventurada humanidad tiene un significado, y eso es lo que soslayan muchas de estas novelas. Hay en el público, particularmente en el colombiano, el gringo y ahora el mexicano, una especie de encanto por la muerte: basta recordar el fanatismo que tienen los gringos por sus asesinos seriales y el éxito que ha alcanzado en México la serie televisiva llamada Mujeres asesinas y la popularidad casi invulnerable del ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe, que hizo un gobierno genocida entre los aplausos de multitudes.
¿Qué hay detrás de todo esto? Alguien, tal vez un anónimo creador, parece querernos acostumbrar a convertir a la muerte en una especie de carnaval al que podemos asistir risueños… hasta que nos toque el turno de poner la cabeza en la guillotina.
¿A qué viene todo este resobado y resabido discurso? A que estoy leyendo en manuscrito La balada de los bandoleros baladies, obra premiada en el Concurso de Primera Novela Sergio Galindo 2010 y veo en ella, leo en ella, la culminación, el exacerbamiento de esta especie de cultura de muerte. Los asesinatos se cuentan en esta novela por miles y van repitiéndose sin la profunda reflexión que ocasiona en Raskolnikov el asesinato de la anciana usurera de Crimen y castigo.
¿Perjuicios que causa esta literatura? En Colombia se atribuye a estas novelas y series televisivas el aumento de la sevicia de los asesinatos, el crecimiento de las pandillas de sicarios, la pérdida de la sensibilidad hacia el arte, el culto al dinero, a la falta de compromiso, el odio a la patria, a la vida. No estoy de acuerdo: los asesinos no consumen literatura.Y sin van a cine es para divertirse, no para aprender. Pero, ¿todo este arte necrofílico es acaso un invento de mentes perversas? Evidentemente no: en Colombia pasa todo eso y más.
La novela de este joven colombiano, Daniel Ferreira, “La balada de los bandoleros baladíes”, se lee casi sin aliento, con una especie de encanto por el horror. (Pienso un poco en Farabeuf, de Salvador Elizondo, una de las pocas novelas que volví a leer inmedatamente después de terminar la primera lectura). Aunque no he leído la novela ya convertida en libro de la Editorial de la Universidad Veracruzana, hoy, a un par de días de la presentación de la obra en la Feria del Libro del Palacio de Minería, he vuelto a evaluar el efecto que creó en mí. Y lo que en mi reseña señalo quizá como defecto, ahora pienso que puede ser su virtud, su "especificidad": el hecho de que los asesinatos sean cometidos con frialdad quirúrgica corresponde a una condición, a una interpretación, de la violencia que azota a Colombia. Esta es la perspectiva que tiene un jovencísimo escritor, practicamente ebrio de talento, que se muestra muy superior a su medio ambiente y que lo juzga con severidad casi impía. A poco tiempo de recibir el Premio Sergio Galindo, ganó otro, en Cuba.
Su obra no tiene un estilo depurado, más bien escribe apenas con brochazos de palabras, palabras efectivas, con poca elaboración, pero directas.
Narra la venganza de un monstruo moral contra un mundo que sólo le ofreció ignominia, asco, horror y que no tuvo en su existencia ni un solo instante de paz. Parece un hijo paria de Nietzche.
Estremecedora, resulta ser un espejo de lo que ha sucedido en Colombia, está sucediendo en México y puede suceder en el mundo.
Apocalíptica, sin duda, como la novela Necrópolis, de Santiago Gamboa, no es sin embargo una obra depreciable, sino un testimonio descarnado, quizás cínico o amoral, que exige lectura. Y, hay que decirlo, es la mejor novela de cuantas hayan sido premiadas en el Concurso Primera Novela Sergio Galindo, promovido por la Editorial de la Universidad Veracruzana.
4 comentarios
Buenas tardes,
ResponderEliminarTe invito a ver una serie de collages que titulé "Contra Pessoa"
http://www.youtube.com/watch?v=cnbnSHBlyyM
Así como dos libros de artista (ejemplares únicos) como homenaje al autor del "Libro del desasosiego"
http://www.peresalinas.com/libros-artista/PEQUE%D1OS/2009.htm
Espero que sean de tu agrado.
Un cordial saludo.
Pere
Felicito la página de un escritor supremamente admirado como lo es Aguilera Garramuño. ¿Qué opinión puedes tener de la escritura de Cesar Aira?
ResponderEliminarJairo chaves acosta
Hasta el momento nada de lo escrito por Aira me ha gustado: me parece ocurrente y snob.
ResponderEliminarjajajajajaja por preguntar
ResponderEliminar