Pablo Baal y los hombres invisibles
julio 11, 2011Pablo Baal y los hombres invisibles (Universidad del Valle, 2003) novela de Fabio Martínez, tardó dos meses completos en llegarme desde Cali a Xalapa. Llegó en un sobre estropeado y con una hipócrita disculpa de correos mexicanos. Se inicia de forma sorprendente, desconcertante, de modo que el lector -este que soy yo- comienza a buscarle un parentesco, para hacerla entrar en alguna lógica: ¿La metamorfosis, Alicia en el país de las maravillas, La invención de Morel? ¿Es novela fantástica, de ciencia ficción, parabólica, filosófica, psicológica, surrealista? Se inicia con el protagonista, de apellido inconfundiblemente diabólico, y su familia en una ciudad de Canadá, llevando a cabo una investigación, meta o patafisica. Se trata de descubrir "el objeto del mundo". Pablo Baal se descubre perseguido, acosado, contratado, por "los hombres invisibles", concepto que sólo será aclarado cuando el narrador-protagonista regrese a la ciudad de Cali. Es en esta ciudad donde aterriza la ficción en realidades conocidas, sórdidas, tétricas e implacables: masacres, secuestros, desapariciones, torturas, y sobre todo, el dominio absoluto, omnipresente de "los hombres invisibles". ¿Quiénes son? Habrá hipótesis que cada lector podrá plantear y sin duda muchos coincidirán en que estas entidades son los que están en todos los rincones de Cali y Colombia, los que todo lo controlan, los culpables de todos los crímenes, los amigos de infancia que se volvieron informadores, los narcos, tiras, paras, guerrilleros, del ejercito o jerarcas de la política, la industria o el comercio. En este marco conceptual subterráneo y que todos saben o suponen, se narran las diversas etapas de la vida de la ciudad de Cali, desde ser una ciudad idílica hasta convertirse una ciudad invivible, violenta, en la que las familias sobreviven en medio de penas y tragedias y cuya vida se convierte en cárcel: trabajo, casa, y por la noche ver las noticias de las masacres en la televisión. Son básicamente dos cordilleras las que sobresalen en esta novela (¿novela o crónica secreta de una época y una ciudad?): la de Pablo Baal y su investigación y la de la familia de Pablo Baal, en busca de Pedro Baal, hermano ausente, que tipifica la existencia de una comunidad familiar dentro de una selva urbana, que va destruyendo todos los valores, las esperanzas, los vínculos. La narración tiene un vigor imaginativo desquiciante y desorientador al inicio; con la ambientación en Cali es la realidad la que sustituye esta imaginación: es más poderosa, más terrible la "fábula" de la realidad que la de la excéntrica fantasía del inicio de la novela. La técnica narrativa entrega todo en un bloque: diálogos, acción, reflexión, monólogo, exigiendo al lector atención y creatividad, pero curiosamente no se llega al fárrago ni a la confusión, sino que se impone pronto una lógica en la que uno descubre que en verdad hay en la ortodoxia muchos signos de puntuación que son accesorios: puntos y comas bastan. A veces interrogaciones, nada más. En esta novela esta cifrada gran parte de la historia de la ciudad de Cali durante las últimas décadas del siglo pasado: la muerte de Edgar Mejía, el suicidio de Andrés Caicedo, los escándalos financieros en la Universidad del Valle, los pecadillos y pecadotes de la burguesía, las grandes divisiones norte-sur, barrios ricos-barrios pobres, las universidades, los poetillas y poetastros, "el poetariado", los Turcos, la Sexta, el mundo de la generación de Alvarado Tenorio, Gardeázabal, las señoras de Vivencias y los capos de guerrilla, paras, ejército y gobierno La ciudad como mito reducida ahora a nicho de supervivencia. Novela extraña e incalificable, que se lee con las pupilas del espíritu dilatadas por la incapacidad que tiene el lector de hallarle un sitio en el mundo de las casillas. Novela que logra, sin duda, instaurar un gran símbolo, una cifra, la de "los hombres invisibles" que si no explica lo inexplicable -las razones de la situación aparentemente sin salida de Colombia- por lo menos logra un acercamiento poético, una amplísima tipificación, un producto estético tan inexplicable como lo es la Colombia de hoy. Publicado originalmente en La Palabra y el hombre Universidad Veracruciana Xalapa, México. |
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