Sueños digitales de Edmundo Paz Soldán
octubre 26, 2011Edmundo Paz Soldán es un novelista boliviano que está comenzando a tener presencia internacional gracias a las obras que ha publicado en Alfaguara: las novelas Río Fugitivo, Sueños digitales, el libro de cuentos Amores imperfectos, y la novela más reciente, La materia del deseo. Sueños digitales[1], publicada en el año 2001 conjunta dos realidades paradójicas: la existencia en la ciudad de Río Fugitivo en Bolivia, y la existencia de un mundo digital, creado por el protagonista de la obra. La novela se desenvuelve por una parte en el terreno de la intimidad, en el que se narra la relación compleja entre el protagonista, y su mujer, Nikki, y , por otra parte, en el terreno político: se muestra la corrupción de un gobierno aparentemente democrático, que quiere borrar su pasado dictatorial. El protagonista se deja arrastrar hacia la corrupción: es comprado por el gobierno corrupto, para que “arregle” (digitalice) su pasado, mediante el proceso de modificar fotografías: se elimina de ellas a los narcotraficantes, a los corruptos, que en el pasado fueron socios del presidente; se hace que el presidente le dé la mano a los mendigos, a la gente decente y prestante. Se modifica, con la ayuda de la habilidad en el manejo y transformación de imágenes del protagonista, el pasado dictatorial del presidente, de modo que se adapte a una especie de edad de oro, que no coincide de ninguna manera con una realidad llena de lacras, desigualdades y componendas, la de la Bolivia actual.
La corrupción del protagonista corre pareja con la de su mujer, que a espaldas del digitalizador, tiene aventuras. Tales dos descubrimientos (el de su propia corrupción y la de su esposa,) crean una situación conflictiva en este personaje.
Novela altamente contemporánea, en ella el cine, los programas computacionales, los juegos de video, la televisión, asumen una importancia a veces mayor que la vida misma, creando mediaciones que van alejando al protagonista de la realidad y entregándolo a una realidad virtual en la que se siente cada vez más descontento.
La obra es de solvencia narrativa —por decirlo de alguna forma—, maneja técnicas contemporáneas adecuadamente, el manejo verbal es convencional, sin pirotecnias, el relato es efectivo, sin baches. Por ello constituye una novela que se adapta adecuadamente a lo que se ha dado en llamar la “alfaguarización”[2] de la literatura.
[1] Edmundo Paz Soldán, Sueños digitales, Alfaguara, Miami, 2001.
[2] El término “alfaguarización” lo encontré por primera vez en un artículo de Víctor Barrera Enderle, publicado en la revista Armas y Letras (no. 35, abril 2002) de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Se halla asociado a ciertas características de la narrativa que, según el autor, publica Alfaguara: homogeneidad en los tratamientos, fácil comercialización, una especie de pacto entre el autor y la editorial de crear una literatura de fácil digestión, contratación de autores para que trabajen casi a sueldo... Aunque las razones de Barrera no son del todo coincidentes con lo que publica Alfaguara, sí dan cuenta de un hecho más comercial que literario: los manejos monopólicos, la desaparición gradual de las pequeñas editoriales, el surgimiento de una editorial que se convierte en lo que parece ser la gallina de los huevo de oro, un Eldorado al que muchos escritores parecen (o parecemos) aspirar.
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