Lectura del I Ching

diciembre 04, 2011

Por la noche fui a visitar a mi informador del Amazonas Pedro 
Botero, quien me leyó el I Ching. Hazle una pregunta, me dijo 
Botero: ¿Es permanente mi relación con mi esposa y hasta el fin 
de la vida? Me respondió así: "Para ser fuego necesitas adherirte 
a la madera. Debes estar adherido, condicionado, basarte en algo, 
con lo que el fuego tuyo adquirirá claridad. El fuego es sin forma 
definida, se adhiere a las cosas que arden y así brilla su claridad".
            El dictamen del I Ching, en palabras de Pedro Botero, es 
el siguiente: "Es propicia la perseverancia, ésta aporta éxito. 
Dedicarse al cuidado de la vaca aporta ventura. Todo lo que expande 
luz en el mundo, depende de algo a lo que se adhiere para poder 
alumbrar de un modo duradero. Al depender obtiene el éxito. La 
vaca es el símbolo de la máxima docilidad. Al cultivar el hombre esta 
dualidad, esta voluntaria dependencia, logrará una claridad nada 
hiriente y encontrará su puesto en el mundo".
            Respuesta a la pregunta específica : "Se aproxima la 
senectud, el fin del día. El noble que cultiva su propia persona, 
ayuda a su sino y afirma con ello su destino. El intelecto arraiga en 
la vida, pero puede consumirla. Tienes un carácter demasiado 
inquieto, agitado, que logra un rápido ascenso, pero te faltan 
los efectos perdurables. Acarreará malas consecuencias el hecho 
de que te gastes demasiado rápido y te consumas como un  meteoro".
             Cuando Pedro terminó de interpretarme el I Ching dije, 
soberbio como soy y como reconozco serlo (a veces en 
broma, pero generalmente en serio) que mi carácter era más fuerte que 
mi destino. Mi amigo sonrió. "Nadie tiene un carácter más fuerte que 
su destino".
            Luego explicó que el I Ching es el libro más antiguo del 
mundo, 4000 años. En claro saco que mi relación con “L” no sólo es 
duradera, sino necesaria. Que ella es el leño y yo el fuego, que para 
existir y brillar dependo de ella, pero que debo cuidarla para que no 
se acabe. Que primero me puedo acabar yo, por apresurado, por ansioso.
            El I Ching coincide con la apreciación que “L”  tiene de 
mí: Dice que soy un apresurado, un acelerado, que debo serenarme.
            Pedro Botero nos ofreció una espléndida cena, aderezada con 
picantes amazónicos que trajo mi hermana del Orinoco venezolano, y 
luego me prestó varios libros sobre el Amazonas y la colonia 
penitenciaria de Araracuaea.

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1 comentarios

  1. Hermoso Post. El I Ching es poético, pero falaz, no pasa ningún rigor científico.

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