MT y las agencias literarias
diciembre 29, 2011Artículo escrito hace un par de años...y rescatado de los primeros días de este blog...
Tres veces en mi vida he tenido una agente literaria trabajando conmigo, a
mi favor o quizás en mi contra. La primera fue Carmen Balcells, famosa agente de
los escritores del "boom", de la que se ha hablado tanto. Vargas Llosa dice que
es una gorda feliz que llora por todo. Otras personas dicen que es una
negociadora feroz, otras, que una gran cocinera, otras que es una especie de
madre universal. Yo no la conozco. Todos nuestros tratos fueron por correo.
Ahora está retirada y al frente de la agencia parece que se encuentra un hijo
suyo.
La primera vez que Carmen fue mi agente, cortamos relaciones ya no me
acuerdo por qué. Lo más posible es que yo haya motivado la ruptura por mi prisa
y ansiedad, como sucedió en la segunda vez que fue mi agente. Pero antes de eso
tuve un agente-representante en Colombia. El individuo --un tipo simpatiquísimo,
de apellido Sandino, ex bailarín, lleno de relaciones amistosas con todo el
mundo-- se apropió de la edición de Los placeres perdidos y la vendía
por su cuenta. Tenía la edición completa en la sala de su casa y tuve que ir en
un taxi para quitársela.
La segunda vez que Carmen Balcells fue mi representante --eso sería en
1995, supongo--las cosas comenzaron a marchar bien. Una novela que después nunca
publiqué, llamada El Basurero Universal o La hora del eructo
estaba a punto de ser firmada con Grijalbo-México a través de la agencia;
Feltrinelli de Italia mostraba su interés por traducir todos mis libros... Y
entonces metí la cuchara en el dulce y lo eché a perder. Según parece yo me
comuniqué directamente con Grijalbo --creo que se apellidaba Carvajal el
editor-- y por otra parte me opuse a que se tradujera Breve historia de
todas las cosas (por esos días esa novela no me gustaba)...El resultado fue
que la misma Carmen me escribió (era el tiempo de las cartas que había que
molestarse en poner en el correo con todo y estampillas) diciendo que nos
olvidáramos del contrato --yo había firmado un contrato universal, en el que la
agencia se encargaría de negociar todos mis libros--. Carmen me dijo que a
partir de entonces yo mismo me ocupara de mis asuntos.
Y eso hice. Como negociante de mis libros soy bastante desidioso e incluso
brusco. No es extraño que eche a perder buenos negocios o buenas relaciones por
escribir demasiado agresivamente. Que soy un antisocial público eso lo sabe
mucha gente. Que soy un pan recién horneado en privado, eso me han dicho muchas
personas. Mi amigo Eloy, reciente premio Tusquets, me dice que soy un erizo: con
espinas por fuera y muy blando por dentro. También dice que soy un gato en el
aire: siempre caigo parado. Gustavo Alvarez me definió como un mediocre que
trabaja.
¿El resultado de andar solo por el mundo de las editoriales? Que soy un
escritor provinciano, con pocos negocios grandes, pocas invitaciones a grandes
eventos, pocas relaciones provechosas en el mundo de las mafias editoriales. ¿El
resultado? Como no he vivido mi vida del tingo al tango ni viajo a Barcelona ni
a Frankfort ni a París todos los años (nunca he ido a Europa; lo más que he
llegado es la las Ferias de Guadalajara (dos veces), de Monterrey --me
emborraché e insulté a un cantante argentino y ya no me volvieron a invitar--; a
la Feria del Libro de Bogotá; varias veces a un congreso en Indiana Pensylvania,
que es casi de mi propiedad, pues lo organiza mi crítico de cabecera y traductor
Peter Broad; estuve varios meses en Banff, Canadá... y nada más) y como mis
libros no están traducidos a 20 idiomas... No me han dado el Nobel que me tienen
prometido mis hermanos y los amigos más indoctos y pues me he tenido que
conformar trabajando en la editorial de la Universidad Veracruzana, jugando
basquet y... escribiendo en la provinciana y gentil Artenas Veracruzana, Xalapa.
A la fecha tengo aproximadamente 28 libros publicados: unas siete novelas,
cinco libros de cuentos, algunos de ensayos, conferencias, literatura infantil,
etc. No me ha ido mal. Prácticamente no ha pasado año sin que me den un premio.
En el 79 me dieron cinco premios, entre ellos el de la Universidad Veracruzana
(segundo lugar; el primero fue para Sergio Pitol). Sí, he publicado en
editoriales comerciales. Tengo tres libros en Alfaguara: la novela El amor y
la muerte, Cuentos para después de hacer el amor y El pollo que no
quiso ser gallo --que, de paso les comento, es, entre mis libros, el que
más se vende (lleva a la fecha 25 000 ejemplares vendidos en México).
De modo que no tengo de qué quejarme. Haber andado por el mundo sin agente
literaria me ha permitido desarrollar una obra si no seria, por lo menos
abundante. Hoy, a punto de doblar la segunda mitad de mi vida entre dantesca y
trimalcionesca, creo que me puedo permitir abandonarme a las aguas de una
agencia literaria a ver a dónde me llevan.
Tal vez pueda cumplir un sueño guajiro: tener tanto dinero, tanto, como
para comprar un helicóptero, un pedazo de tierra al lado de un río limpio en el
más profundo Amazonas (el brasileño, pues el colombiano es muy peligroso) e irme
a vivir allá el resto de mis días... Claro que con algunas comodidades: mi
lap top con internet satelital, una cancha de básquet que yo mismo
construiré (si mis vecinos indígenas guaharibos o huitotos no saben jugar, les
enseñaré) y listo... Allí construiré mi Sitopía, término recién acuñado
para designar un lugar que sí existe, en oposición a
Utopía,que segín parece no existe... Como Tolstoi, quiero terminar mi
vida lejos de todo lujo; como Garcilaso, quiero tener la descansada vida del que
huye del mundanal ruido...Pero para eso tengo que coquetear antes y cosechar
unos denarios gracias a la diosa perra... La Fama.
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