Decálogo de Bradbury
abril 29, 2013
Tomado de Libros y Letras, revista virtual
colombiana, que a su vez lo tomó de La Nación. Este es el pensamiento, tallado
en diez sentencias de ley, de un hombre maravilloso, de un poeta de la vida, al
que le gustaría que le recordasen así: «Aquí yace Ray Bradbury, un tipo que amó
completamente la vida». Selección de Antonio Astorga/ Tomado de abc cultura/
Madrid.
«Se me han acercado
japoneses para ponerme un walkman en las orejas y decirme: "¡Con
Fahrenheit 451 usted inventó esto, señor Bradbury!” Mi respuesta fue: "No,
gracias". Estamos rodeados de demasiados juguetes tecnológicos, con
Internet, los ipod, los ipad… La gente se equivocó. Yo no traté de prever, sino
de prevenir el futuro. No quise hablar de la censura sino de la educación que
el mundo tanto necesita. Podemos salvar a Estados Unidos, gracias a los niños,
si les enseñamos a leer y a escribir a partir de los 3, 4, 5 años para que
lleguen a la escuela primaria sabiendo leer. Después, es muy tarde. Cuando en
realidad, ya desde muy pequeños, queremos leer las palabras de las
historietas».
2. Escribo por amor:
«Lo que funda toda
escritura es el amor, es hacer lo que amamos y amar lo que hacemos. Y olvidarse
del dinero. En mis comienzos, yo ganaba 30 dólares por semana, y mi novia era
rica, pero le pedí que hiciera voto de pobreza para casarse conmigo. No
teníamos ni automóvil ni teléfono, vivíamos en un departamento pequeño en
Venice, pero la estación de servicio de enfrente tenía una cabina telefónica.
Iba corriendo a atender cuando sonaba y la gente creía que me llamaba a mi
oficina. Yo les repito: “Rodéense de personas que los quieran, y si no los
quieren, échenlos. No hay necesidad de ir a la Universidad, donde no se aprende
a escribir. Vayan más bien a las bibliotecas”. Yo escribí Fahrenheit 451 porque
había oído hablar del incendio de la biblioteca de Alejandría y de los libros
quemados por Hitler en Berlín. Escribo todos los días, cada mañana, desde hace
setenta años. ¡No paro! Y escribo para el teatro desde hace cuarenta y cinco
años; me encanta».
3. No leo ciencia
ficción:
«Me he pasado los
últimos setenta años de mi vida jugando porque para mí la literatura no es un
trabajo. Si leo ciencia ficción cometería incesto. Quien se dedica a leer en el
campo en el que escribe o trabaja es un mal escritor. Raymond Chandler, maestro
de la novela negra, bebió en las fuentes de William Shakespeare, Pirandello,
Lorca».
4. Amo la poesía:
«He leído muchísima
poesía a lo largo de mi vida y, como es metafórica, simbólica y sensorial, me
ha servido de agran ayuda en mi trabajo. Recuerdo un ensayo de José Luis Garci
titulado Ray Bradbury, humanista del futuro. Olvidándose de clichés y tópicos
al uso, José Luis Garci supo reflejar el hecho de que uno no es solo un
escritor de ciencia ficción, yo no me considero así, sino que puede ser
perfectamente un hombre al que le gusta el teatro, la poesía, la cultura, en
general, que siempre es maravilloso.
5. Hay que tener mucho
cuidado con los intelectuales:
«En mis obras no he
tratado de hacer predicciones acerca del futuro, sino avisos. Es curioso, en mi
país cada vez que surgía un problema de censura salía a relucir como paradigma
de la libertad Farenheit 451. Los intelectuales, ya sean de derechas o de
izquierdas, siempre tienen miedo a lo fantástico porque les parece tan real ese
mundo que creen que estás intentando engañar y, evidentemente, así es. Creen
que es malo para los niños vivir en un mundo de fantasía cuando en realidad es
bueno: todos tenemos una vida interior fantástica muy rica. Vivimos en un mundo
que nos absorbe con sus normas, con sus reglas y la burocracia, que no sirve
para nada. Hay que tener mucho cuidado con los intelectuales y los psicólogos,
que te intentan decir lo que tienes que leer y lo que no».
6. Mi esqueleto resultó
ser Steinbeck:
«Yo aprendí a leer a
los tres años para disfrutar de las caricaturas. Amo las tiras cómicas, las
caricaturas de los domingos y tuve un libro de cuentos de hadas cuando cumplí
los cinco años, y me enamoré de la lectura, y de todas esas maravillosas
historias como La bella y la bestia y Jack y la habichuela mágica. Así que
comencé con la fantasía. A los tres años ví mi primera película y me enamoré de
El Jorobado de Notre Dame. Esperaba crecer para ser jorobado. Después, con
cinco años vi El fantasma de la ópera, con Lon Chaney, y cuando tenía seis vi
una película de dinosaurios, y los dinosaurios llenaron mi vida. Cuando tenía
treinta y tres años trabajé en Moby Dick porque me había enamorado con seis de
los dinosaurios. Mi gran influencia fue John Steinbeck. Leí Las uvas de la ira
con diecinueve años y me dí cuenta de que había aprendido de ellas y Steinbeck
resultó ser mi esqueleto».
7. La vida es un
don:
«Y así debemos
disfrutarla. Esta es una oportunidad gloriosa. Sólo estaremos aquí una vez. He
tenido la oportunidad de escribir cada vez que siento que tenía un propósito.
¿Y cuál fue mi objetivo cuando escribí tal o cual artículo? Escribir el mejor
artículo que se haya escrito hasta ese momento, escribir la mejor historia
nunca publicada. No sé si lo habré logrado. Ustedes, mis queridos lectores,
deciden». 8. Encontré mi amor en una librería:
«Conocí a una hermosa
muchacha en una librería, se me acercó y la invité a un café. La llevé a cenar
y me enamoré de ella, y de los libros que tenía. La tomé y le pedí casamiento
un año después porque yo no tenía nada, y ella era una chica rica. Y dejó todo
su dinero para convertirse en pobre como yo. Estaba en desventaja sin teléfono,
sin coche, pero vivimos del amor, de los libros, y de mi escritura. Esa es la
respuesta de la vida. Si pueden encontrar una persona para amar que ame la vida
tanto como ustedes atrápenla fuerte y cásense con ella. No tengan la menor
duda».
9. Aprender de la Historia:
«Debemos aprender de la
Historia acerca de la destrucción de libros. Cuando yo tenía quince años
Hitler, quemó libros en las calles de Berlín. Eso me aterró porque era un
bibliotecario (hombre de libros) y estaban tocando mi vida, todas esas grandes
obras, toda esa gran poesía, todos esos maravillosos artistas, esos grandes
filósofos. Luego me enteré de que Rusia estaba quemando libros "detrás de
escena", de tal forma que la gente no se enteraba. Y estaban matando a los
autores. Y aprendí que si no tienes libros no puedes ser parte de una
civilización ni de una democracia».
10. Mi obituario:
«Aquí yace Ray
Bradbury, un tipo que amó completamente la vida»
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