Raúl Hernández Viveros: sobre Maelström de Garramuño
febrero 04, 2014
La nostalgia de Marco Tulio Aguilera
Raúl Hernández Viveros
|
![]() |
Hans-George Gadamer1 definió que: “Leer es,
pues, ya interpretar lo mentado. La lectura es, así, la estructura básica
común a toda realización de sentido”. Por lo tanto hay que armonizar la
interpretación con el sentido que interviene durante la consideración del
texto elegido. Desde esta perspectiva, la lectura de Maelström
agujero negro2, de Marco Tulio Aguilera Garramuño,
ofrece una magnifica posibilidad de interpretación critica que permite
la reconstrucción de los temas, anécdotas, personajes elegidos y la fuente de
inspiración del autor.
De esta manera, se pueden localizar las características y elementos en la
interpretación del montaje narrativo. Además de participar en el
descubrimiento de las preferencias y obsesiones de un escritor que demuestra
las piezas de su trabajo literario. Hasta la fecha, las recomendaciones de
Aristóteles siguen vigentes. La distinción de los bienes merecedores del
honor, como la inteligencia que abre el espacio de la prudencia. La suma de
la virtud con el placer, multiplicado siempre en el sinónimo de la palabra
fortuna.
Para Carlos Fuentes “Escribir es combatir el tiempo a destiempo: a la
intemperie cuando llueve, en un sótano cuando brilla el sol. Escribir es un
contratiempo3”. Dentro de esta perspectiva,Marlström
agujero negro, de Marco Tulio Aguilera, entrega páginas misceláneas
de diversa índole. Hay textos breves como discretas fábulas, fragmentos de
algún diario o novela, cuentos, y hasta una entrevista ficticia. Se lleva a
acabo la rehabilitación de trozos narrativos que permanecieron escondidos o
extraviados por el transcurrir de los años. Se percibe el sentido de rescatar
episodios autobiográficos de autor, y con esto permitir darle sentido y
preferencia a la escritura.
En este enfrentamiento, la literatura resiste la destrucción del tiempo, e
intenta aceptar la vulnerabilidad de nuestra existencia. La cuestión básica
de extraer algunos restos de fortaleza, y permitir abrirse hasta el fondo del
pensamiento. Desde la oscuridad de la memoria, exponer a la luz los demonios
y fantasmas del pasado para comprender el presente inmerso en el
reconocimiento de las debilidades concebidas ante la aplastante madurez.
La ubicación y el estudio de los recuerdos que forman parte de cualquier
fantasía de una historia demasiada personal. Cada texto consigue transportar
las facetas evolutivas del autor. Con el rescate de narraciones iniciales,
hasta la escritura de reflexiones trascendentales sobre “El sentido de la
melancolía”, que dio a conocer antes el autor en la revista Cultura
de VeracruZ. Hay para todos los gustos, sabores y miradas que se pierden
en la vorágine del agujero negro de Marco Tulio Aguilera.
Detrás de la batalla devastadora y constantemente imposible contra el
tiempo, resulta notable el reconocimiento al Maestro Álvaro Mutis, con
la inserción de estupendos trozos de su prosa inolvidable. El homenaje a
Sergio Pitol, quien con su presencia y obra, ilumina las calles y avenidas de
la capital veracruzana: nuestro ilustre Premio Cervantes. El amigo y Maestro;
quien hace más de cuatro décadas impartió en la
Universidad Veracruzana, un curso sobre las obras de William Shakesperare.
Lo cual le sirvió como tema de su tesis de licenciatura
en la UNAM.
Recuerdo que Sergio Pitol, entonces me recomendó la lectura y el estudio de
los ensayos de Jean Kott, incluidos en el libro Shakespeare nuestro
contemporáneo. Peter Brook, escribió en el prólogo a la
edición inglesa que: “la poesía es una oscura magia que funde los extremos
opuestos”. Marco Tulio Aguilera reconoce al final de su trabajo critico “El
amor en Shakesperare” que: “No hubo no quizás habrá mayor profundidad literaria
en el sondeo del alma humana como la que William Shakespeare ofreció a la
humanidad”.
Los
lectores están frente a páginas autobiográficas, distinguidas ya por la
madurez que otorga la vida. Con la prudencia y la virtud de contemplar el
paso del tiempo, mediante la decisión de celebrar cada instante por la
experiencia existencial. La condición lógica de atreverse a contestar,
sinceramente, las interrogantes, y aceptar el momento de reconocer el haber
sido: “Un escritor que ha soñado con la gloria, sin verdaderamente
conocerla”. La distancia entre la nostalgia de lo que pudo haber sido, y el
valor de comprender los versos: “Casi he olvidado a qué saben los temores…”,
o “¡Apágate de una vez llama fugaz!”, de Shakespeare.”
A través de las imágenes de Marco Tulio Aguilera, en estas páginas se centra
la intención de recuperar un tiempo que lo involucró con las circunstancias
de su producción narrativa. Puede destacarse, por otra parte la disciplina y
profesionalismo de su constante papel de lector, que se involucra con
verdadera pasión y veneración a sus autores, como piezas indispensables del
constante aprendizaje y conocimiento del arte de la escritura.
Las
resonancias de estas historias, viñetas narrativas y reflexiones literarias,
explican la insertación de paradojas, juegos de aforismos e incluso
meditaciones filosóficas. Durante la aproximación a lo paisajes de Amazonia,
se abrieron las ventanas del pensamiento, por donde pueden advertirse varios
aspectos que estaban ocultos, y permanecieron aferrados al proceso de la
creación literaria.
Por fortuna, a Marco Tulio Aguilera no se le apareció un ejemplar del mono
parlante que habita en la selva costera de Minas Gerais, Brasil, ya que
se hubiera deslumbrado al comprobar que “viven en paz con un sencillo
lenguaje y en la más armoniosa de las promiscuidades”4.
Lejos de la civilización y
perdidos en la selva amazónica. Con esto, no hay duda alguna, la realidad
supera a la imaginación de América Latina. La trascendencia de los paisajes y
escenarios naturales, en donde se inspiraron y brotaron las mejores novelas y
cuentos de Jorge Issacs, José Eustasio Rivera, Álvaro Mutis, o Gabriel García
Marques, nuestros maestros colombianos.
Notas al pie:
1 Verdad y método II, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2002.
2 Universidad Veracruzana, México, 2009.
3 Tiempo mexicano, Joaquín Mortiz,
México, 1972.
4 Rafael Toriz, "El fuego de los
monos", revista Cultura de VeracruZ, Enero 2010, No. 51.
|
0 comentarios