Las mujeres buscan romance; los hombres, orgasmo
marzo 04, 2014
Juro que no sé si yo escribí este texto o si lo copié. Lo encontré en mi disco duro entre una colección de artículos que acostumbraba escribir para El Espacio en 1988, por lo que podría ser de mi autoría.
Helen Fisher (1996) postula una teoría que ha ganado en popularidad y cuyo soporte es la adaptación evolutiva. Tal autora dice:”Propongo que durante la larga historia de nuestra evolución la mayoría de los machos buscaron tener aventuras a fin de diseminar sus genes, mientras que las hembras desarrollaron dos estrategias alternativas: algunas eligieron ser relativamente fieles a un solo hombre para poder sacarle múltiples beneficios; otras prefirieron involucrarse en el sexo clandestino con diversos hombres a fin de sacarles beneficios a todos... el hombre es el don Juan por naturaleza, la mujer en cambio, es una santa o una ramera”. Reibstein y Richards sugieren que allí se encontraría la razón por la cual posterior-mente, en la adolescencia “las niñas languidecen por amor; los muchachos por sexo”. De ahí, que, interpretando a los autores citados, las mujeres busquen relaciones de mayor compromiso emocional mientras los hombres tiendan a evitarlo. La televisión y las revistas de mujeres especialmente se encargan de llevar a través de novelas, magazines, artículos y otros medios que tratan “asuntos para ellas”, mensajes que se constituyen en invitación a la mujer para que busque a como dé lugar, experiencias románticas u orgásmicas. En otras palabras, a un matrimonio frustrante en cuanto a la no plena satisfacción de sus expectativas se le suman “las sugerencias” de los medios. El apetito de amor o el apetito de orgasmo, para una sexualidad por mucho tiempo represada, es estimulado por dichos medios. “Si el ideal romántico no te lo proporciona el matrimonio, búscalo allí donde quiera que éste se halle” parecen decir los medios. Así como a los hombres, la televisión parece insinuarles la eterna búsqueda del cuerpo femenino perfecto, el que paraliza la playa con su caminar, a las mujeres parece insinuarles la búsqueda eterna, nunca plenamente satisfecha del amor de los amores; de ese hombre, que en algún lugar espera para darle lo que hasta ese momento les fue negado.
Helen Fisher (1996) postula una teoría que ha ganado en popularidad y cuyo soporte es la adaptación evolutiva. Tal autora dice:”Propongo que durante la larga historia de nuestra evolución la mayoría de los machos buscaron tener aventuras a fin de diseminar sus genes, mientras que las hembras desarrollaron dos estrategias alternativas: algunas eligieron ser relativamente fieles a un solo hombre para poder sacarle múltiples beneficios; otras prefirieron involucrarse en el sexo clandestino con diversos hombres a fin de sacarles beneficios a todos... el hombre es el don Juan por naturaleza, la mujer en cambio, es una santa o una ramera”. Reibstein y Richards sugieren que allí se encontraría la razón por la cual posterior-mente, en la adolescencia “las niñas languidecen por amor; los muchachos por sexo”. De ahí, que, interpretando a los autores citados, las mujeres busquen relaciones de mayor compromiso emocional mientras los hombres tiendan a evitarlo. La televisión y las revistas de mujeres especialmente se encargan de llevar a través de novelas, magazines, artículos y otros medios que tratan “asuntos para ellas”, mensajes que se constituyen en invitación a la mujer para que busque a como dé lugar, experiencias románticas u orgásmicas. En otras palabras, a un matrimonio frustrante en cuanto a la no plena satisfacción de sus expectativas se le suman “las sugerencias” de los medios. El apetito de amor o el apetito de orgasmo, para una sexualidad por mucho tiempo represada, es estimulado por dichos medios. “Si el ideal romántico no te lo proporciona el matrimonio, búscalo allí donde quiera que éste se halle” parecen decir los medios. Así como a los hombres, la televisión parece insinuarles la eterna búsqueda del cuerpo femenino perfecto, el que paraliza la playa con su caminar, a las mujeres parece insinuarles la búsqueda eterna, nunca plenamente satisfecha del amor de los amores; de ese hombre, que en algún lugar espera para darle lo que hasta ese momento les fue negado.
3 comentarios
Sencillo: Los hombres las buscamos y las mujeres nos encuentran. Saludo desde Buga.
ResponderEliminarQué cliché más pelotudo. Le recomiendo leer calibán y la bruja de Silvia Federici. http://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/Caliban%20y%20la%20bruja-Traficantes%20de%20Sue%C3%B1os.pdf
ResponderEliminarYo pienso que en general es una tendencia. Lo quieran o no las mujeres son más sensibles y espirituales...
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