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Tomás González, Mi querido diario y Bogotá en 2010

agosto 16, 2014

Noticia: Padre y tío violaban a niña de doce años.  (Alcalorpolítico).
Hice una especie de boletín para  guiar al inexperto reportero de cultura de El Espectador, que me va a hacer una entrevista (entrevista que busqué, naturalmente). Firmé el boletín con el nombre de la  subdirectora de la editorial que está publicando mis libros desde hace cuatro años. 
Sé que soy egoísta, impío, poco solidario, no me importa el dolor ajeno. Soy un tipo difícil, casi insoportable. El día de mi pasado cumpleaños nadie me llamó, nadie se acordó de mí. En casa LL casi me obligó a aceptar un pequeño pastel con una vela. No hubo invitados.  Mi carácter antisocial tal vez me obligue  a de mi casa y comenzar a vivir solo, en un apartamento, viendo avanzar la carcoma de los años y luchando contra ella tozudamente: básquet hasta que mis rodillas aguanten (tengo condromalasia y me da pereza explicarla) y natación hasta que escuetamente no pueda manejar mi propio auto para ir a la piscina. 
Bogotá, 2010. En Bogotá he sido recibido por los grandes editores (Planeta, Random House-Mondadori, Alfaguara) con diversos grados de entusiasmo: desde la cortés y breve recepción de la colombiana que está al frente de Planeta, pasando por la paciente y  atenta atención de la argentina que dirige Alfaguara, hasta llegar a la entusiasta, bien informada y ostensible complicidad del director de Random House- Mondadori, que me pareció lo más cercano a un buen lector, un hombre ilustrado y con don de gentes. Ante todos ellos hice una exposición de motivos por los cuales es conveniente publicar mis libros. A cada uno de di un dossier sobre cada obra. 
Es cuestión de esperar. Ni optimismo ni pesimismo. Todo, todo me da lo mismo. Lo mío es escribir. Mi mundo solipsista.
Leo ahora  La luz difícil  de Tomás González, el bueno, el sobrio, el triste, en cuyo apartamento en Nueva York pernocté casi un mes hace diez o doce años.
Tomás González: el encanto de la sencillez aplicado a contar (revivir) una vida sombría: muerte, vejez, enfermedad, parálisis. Tiene gran éxito en Alemania (dicen) y vive lejos del mundo en Cachipay, un  pueblito alejado de la  civilización, tras la dolorosa enfermedad de su esposa y de la muerte uno de sus hijos.  
La novela, la buena novela (para mí) debe tener una dosis adecuada de prosaiquismo, de elementalidad. He llegado a la página 966 esta novela que tengo en proceso. 
Un aforismo de mi gurú Maracuyá: 
El matrimonio es el castigo que se asigna a los que alguna vez se amaron.  
Tendré que hablar sobre mi gurú.


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