Apuntes sobre la novela BREVE HISTORIA DE TODAS LAS COSAS, del escritor Marco Tulio Aguilera.
mayo 07, 2015
Eric Conde. Lic. en Filología Universidad Central Marta
Abreu, Cuba.
La
novela “Breve Historia de Todas las
Cosas”, de Aguilera Garramuño, permanecerá como un hito propicio en la
literatura generaleña por tres razones capitales:
1- Hizo
de las miserias de un pueblo un protagonista cabal y rampante.
2- Sitúa
la acción de su libro bajo un signo viejo y nuevo en el repertorio humano y en
la oralidad mítica, el signo de la fatalidad.
3- Por
estas y otras técnicas narrativas valiosas, Aguilera recibe el Premio Aquileo
J. Echeverría de novela en 1975. El solo hecho que un libro escrito desde Pérez
Zeledón y sobre Pérez Zeledón gane el Premio Nacional de Cultura, coloca el
texto en un sitial de honor en el contexto Isidrogeneraleño.
EL NARRADOR
Empezamos
por el narrador, el personaje más
importante de todas las novelas; tomando como punto de partida el excelente
artículo publicado por ÁNCORA el 2 de noviembre del 2008, el crítico Alexander
Sánchez nos dice que: “El narrador de Aguilera se identifica como Mateo Albán,
preso por más de veinte años, casi que por decisión propia en la decrépita
cárcel de San Isidro” (p.3)
El
Historiador-literato es un cronista de la miseria humana y de la doble moral
que predominaba entonces y que persiste todavía en Pérez Zeledón.
El
libro está lleno de símbolos y de mitos locales que son difíciles de codificar
para un lector ajeno al contexto isidrogeneraleño. La mediocridad de los personajes, sus obsesiones locales y
sus sueños rotos, funcionan en la novela a manera de leit motiv y refuerza lo
que a mi juicio es el gran valor del texto, el acertado manejo de la ironía.
Mateo
Albán es un historiador excepcional de las miserias humanas y de la mala
suerte, no tiene lástima de sus personajes, ni de su desesperación, ni de su
desamparo y en consecuencia los describe en sus frustraciones y penurias:
… su madre salió blandiendo un
alambre de púas y lo persiguió hasta la Escuela 12 de Marzo, gritándole desconsiderado y mal parido, no ves
la docena de chavalos que tengo y todavía querés seguir mamando, andá que te alimente el hijo de perra de tu
padre, que ese si tiene donde miar y déjame vivir el paz; si corré, corré
pata-de-buey-mocho, culosucio, lamecaños… (p.64)
Nótese
que la señora persigue a su propio hijo, que todavía es un niño pequeño, que lo
llama desconsiderado por demandar un poco de amor de quien lo parió y que
encima de eso culpa al niño por el montón de hijos que ella tiene con
diferentes hombres en la letanía de los días y
del propio acto de ejercer ella el oficio de la prostitución, del que
depende para vivir.
El
narrador logra convertir el telurismo provinciano de un pueblo de pesadillas en
una cotidianeidad surrealista a partir de una fabulación plástica y demencial
que le da a su historia un carácter de epopeya donde no se trazan líneas
divisorias entre lo objetivo y lo subjetivo.
… y así siguió gritando hasta
que el Palomo desapareció tragado por las casas aburridas… Al día siguiente
Palomo estuvo en la oficina de Robustiano y renovó su solicitud, y al otro, y
al otro del otro, hasta que el Padre de todas las Putas reconoció que si era
tan terco, necesariamente debía ser hijo suyo. (p.64)
El
narrador presidiario es verosímil y certero porque no tiene miedo, ni partido
político, ni trabajo, ni casa, ni familia, ni nada que perder, y por estas
razones está por encima de los personajes, de las argollas, estructuras
políticas o sociales y aún de su momento histórico porque flota en una nebulosa
de ilusión que no se somete a ningún tiempo ni lugar del universo. “…ya el
público estaba siguiendo el vuelo de las golondrinas que anidaban y ensuciaban
los aleros…las mismas golondrinas que el Padre Coto rabiosamente mataba a tiros
desde el parque”. (p.29)
Todavía
hoy 33 años después de escribirse esta saga, son pocos los escritores en este
país que se atreven a criticar a la Iglesia Católica y mucho menos a un
sacerdote prestigiosísimo como Coto, y por la misma razón también los libros
que producimos tienen un alcance menor que La Breve Historia… de Garramuño,
porque como no podemos quedarle mal al Presidente, o al ministro o al diputado,
al gerente de la empresa o a la Iglesia, le quedamos mal a la propia historia
que estamos escribiendo, porque lo que se gana en <quedar bien> se pierde
en asombro y en calidad de la fábula literaria.
No
faltan en la novela trozos surrealistas que alcanzan un nivel altísimo de
creación: “… las golondrinas como aves agoreras dejaban caer alegremente sus
porquerías sobre los devotos”. (p.29)
Veamos
otro ejemplo cuando el alcalde Eutifrón termina su discurso: “Los aplausos eran
más porque hubiera terminado, que por el entusiasmo de la gente, que ya tenía
achicharrado el cerebro” (p.30)
El
manejo del surrealismo es excepcional y recorre la obra de principio a fin. En
lo personal me conmueve en gran manera el personaje Bladimiro que fue un negro
laborioso hasta un día en que trabajando en el Cerro de la Muerte, durante la
construcción de la Carretera Interamericana, saltó una esquirla de acero y se
le clavó en la rodilla, en el hospital le hacen un mal trabajo y la compañía no
le paga la incapacidad, pasando de esta manera a la plantilla de los mendigos
del pueblo.
La mujer murió. Bladimiro la
enterró con las uñas en el patio. A veces algún vecino lo visitaba y él
hablando con una hebra de voz, le decía sarcásticamente que su profesión actual
era el cultivo de la flacura. (p.2002)
Aunque
su esposa fue enterrada en el patio como se entierra a un perrito, el cadáver
de Bladimiro tuvo peor suerte, pues fue literalmente tirado a la basura.
Eso perjudica
y da mala imagen a la ciudad, había dicho el alcalde a la vez que les deslizaba
veinte pesos en los bolsillos, pero eso sí chitón, que no lo sepa nadie, absolutamente
nadie. Todavía cuando iban saliendo al frente del matadero estaban indecisos:
recoger muertos y tirarlos a la basura así como así tenía que ser de mal
agüero, pero donde está la mosca ahí uno se enrosca, se dijeron, y de más mal
agüero era no tener qué comer. (p.207)
En
el párrafo siguiente el surrealismo se transforma en tremendismo y por momentos
nos recuerda a García Márquez.
Se pusieron
cada uno un pañuelo sobre la nariz, se echaron la bendición y tomaron el
cuerpo, uno por los pies y otro por las axilas. ¡Diablos, cómo pesan los
pobres! ...A la una, a las dos y a las tres, el impulso no bastó para que el
fardo cayera sobre la volqueta, golpeó contra el borde y se derrumbó de cabeza
en medio de la calle. Sonó como si hubieran dejado caer un millón de campanitas
de plata sobre el piso de la Catedral. Las monedas salieron rodando en todas
las direcciones como un hormiguero alborotado, hacia el almacén La Grandeza,
chocando y devolviéndose en los bordes de las aceras, corriendo paralelas, rodando
hasta el parque, cayendo en las alcantarillas, contraponiéndose, dando la
vuelta a la esquina y encaminándose al Restaurante de los Camioneros. (p.208)
Hay
momentos en que la descripción se logra por el efecto del espejo. Es decir
poniendo la historia frente a otra historia que funcione como tropo o antítesis
para hacerla más visible al lector.
… sin embargo parece que sucedió
lo que a veces sucede en los desiertos cuando un obstáculo se opone al viento,
la arena se va acumulando hasta formar grandes montañas y gigantescas
depresiones que conservan la humedad. Primero debió ser una acumulación
desordenada de casuchas donde vivían soñadores que se alimentaban del viento y
los recuerdos, sin noticias del resto del mundo… (p.34)
La
amarga ironía del libro no es sutil, sino esperpéntica, el narrador pasa una y
otra vez por el pueblo con su espejo, pero la imagen que nos devuelve está
deformada por el delirio de sus hipérboles porque su cristal es cóncavo y más
que figuras nos ofrece caricaturas; lo cual requiere de una estética y de una
elaboración artística más depurada, que el simple hecho de contar la realidad
tal cual, para lo que no habría falta ser escritor ni poeta. Los recursos más
usados por Aguilera para lograr este efecto son el esperpento y el tremendismo,
sin embargo en menor escala hace uso también del juego de palabras. Veamos este
ejemplo: “El poeta tenía una mujer tan pequeña que cuando se les veía a lo
lejos caminar juntos parecía que llevara una sombrilla floreada colgando del
brazo. Ella a pesar de ser “liliputa” también era artista en las funciones del
liceo”. (p.56)
Nótese
que el uso correcto del término <liliputa> sería “liliputiense”, que
significa pequeñita, tomando como referencia la obra “GULLIVER EN EL PAIS DE
LOS ENANOS”, (de los liliputienses), de Jonathan Swif. De modo que
<liliputa> bajo los códigos satíricos de la novela podría traducirse como
puta pequeñísima.
Veamos
otros ejemplos ingeniosos de juegos de palabras: “…todo aquel mundo genial de
que se rodeaba y que había aprisionado al muchacho se diluyó como un sueño
soñado en un sueño”. (p.211)
“Ahora
estamos en igualdad de condiciones, le dijo, yo soy horrible a pesar de mi
vanidad y vos sos horrible a causa de tu vanidad”. (p.338)
En
algunos casos el juego de palabras se logra a partir de la figura del
retruécano como puede comprobarse al final de esta cita:
… las tumbas de los vivos y la
vida de los muertos, los animales de mentira y los juguetes de verdad, el
tic-tac de los relojes detenidos, las plumas del Ave María y los cimientos de
las estrellas, el no de los presidentes y el sí de los cancilleres, los cantos
nacionales, los mapas de nuestros sueños y los sueños de nuestros mapas.
(p.189)
En
ocasiones el narrador Mateo Albán le sede la palabra a un narrador omnisciente
que hace correcciones a la historia o aclaraciones al Historiador-literato:
“Mateo Albán llegó a este punto de la escritura del capítulo y tuvo que
detenerse, primero porque las disputas entre los convictos no lo dejaban
concentrarse y segundo porque el calor era insoportable”. (p.119)
EL ESTILO
El
estilo de la novela está marcado por el trascendentalismo de lo insólito y una
gran capacidad del autor para encontrar el tremendismo de lo cotidiano y
penetrar en los laberintos de la doble moral y la apariencia externa. En el San
Isidro de Aguilera, los paisajes no existen, sólo pueden verse a través de una
nebulosa de polvo rojo y de congoja.
En
la acción del libro se presenta un desfile de personajes esperpénticos y
patéticos que corren irremediablemente hacia las desdichas y la mala suerte. No
hay en la obra una profundización en la psicología ni en los caracteres de los
personajes, sin embargo la novela se sostiene por la presencia de una ironía
aplastante y un humor riquísimo heredado de la picaresca española.
Trató de
quitarse los recuerdos de la cabeza, pensó en la Sietecolores, en la primera
ocasión que entró al Bar Tico y lo que allí se vio a través de las grietas de
un cuarto destartalado era un viejo borracho cabalgando y una mujer gritándole
rápido, rápido, se debatía como una serpiente sobre brasas, el hombre a cada
sacudida se llevaba la mano a la cabeza para sostener un sombrero de equilibrio
inestable mientras con la otra mano intentaba lo que pretendía ser una caricia.
(p.235)
Este
viejo borracho que hace el amor con el sombrero puesto, es de una barbarie, una
plasticidad y un humor negro genial (todos a la vez) y nos da un cuadro que
sólo puede ofrecer quien sea un verdadero maestro del arte de contar historias,
más cercano al narrador oral mítico que al ilustrado autor, pero siempre
magnífico.
A
veces las soluciones pragmáticas o maquiavélicas y manipuladoras que dan los
personajes son aplastantes: “Los intelectuales supieron que habían encontrado
un tesoro en Californio, le agregaron el Simple y lo metieron dentro de sus
planes”. (p.264)
Por
supuesto, que este humor riquísimo que a menudo se desborda y llega al
sarcasmo, deviene en una estrategia a partir de la cual el autor manipula a los
lectores por medio de sus personajes estrafalarios y verosímiles, ese es su
método artístico, su estilo, su manera de asombrar y magnetizar. El punto de
vista, la perspectiva desde la cual Aguilera nos está presentando la fábula literaria.
Dentro
de esta manera de contar que pasa con una naturalidad asombrosa del humor a la
ironía, se traduce una filosofía profundísima de la vida que desnuda la
mediocridad y la superficialidad de muchísima gente, porque como dice Mateo
Albán: “Definitivamente no había que buscar mucho para hallar lo insólito: lo
insólito era el ser humano, y lo peor de todo es que hacía mucho el hombre se
había acostumbrado a sí mismo y ya no se asustaba”. (p.218)
En
el libro también está presente la crítica social, sobre todo en torno a la
compañía norteamericana ALCOA que trajo innumerables protestas populares en San
Isidro de El General.
Se formaron los partidos y la
lucha se hizo más fuerte porque los de la Plaza del Mercado y los carniceros se
unieron con los estudiantes para apedrear las casas de los que querían la
entrada de Alcoa. (p.193)
Oscar Lopera y doña Paulina, las
Fernández, don Eutifrón, el Padre Coto y todo el barrio de abajo no entendían
las razones para tanto alboroto. Ellos conocían al personero de la Alcoa y les
parecía el hombre más simpático del mundo. El mismo Obispo lo afirmaba, decía
que como Mister Pinki había pocas
personas y lo decía con fundamentos, pues eran vecinos desde hacía tres años
cuando el gringo con su esposa, la cubana suave como una melcocha, y con el
perrito salchicha que era un primor, construyeron una Villa rodeada de prados y
allí vivían jugando canasta tranquilos y sin molestar a nadie. (p.193)
La
ironía es evidente, ellos vivían en su torre de marfil, en el Paraíso en la tierra,
ajenos a las miserias de los pobres de San Isidro y más allá, y a los mendigos
que se morían de hambre tirados en las aceras de los comercios del pueblo .
El
poeta cubano José Martí dijo que los hombres no podían ser más perfectos que el
sol y que aún el sol, tenía luz y poseía manchas, y dijo que los agradecidos
hablaban de la luz y los desagradecidos de las manchas. Las obras literarias
también poseen virtudes extraordinarias y aspectos que pudieran mejorarse o que
pudieran ser señalados por la crítica. En este caso y desde mi punto de vista
personalísimo la trama de la obra se diluye por falta de síntesis artística,
prestándose a confusión algunas historias o personajes y perdiéndose en
consecuencia intensidad dramática. En fin creo que la fábula literaria se pudo
haber contado en unas 150 páginas, la novela tiene 270.
A
menudo la crítica literaria peca por dos defectos: tiende a ser muy laudativa,
donde sólo se tiran flores al autor, o tiende a ser un veneno obsesivo carente
de todo rigor científico, que no reconoce ningún valor a la obra. La causa de
estos extremos por lo general obedece al desconocimiento del crítico en teoría
literaria, narratología y los principios básicos de la lírica.
Sin
duda “BREVE HISTORIA DE TODAS LAS COSAS”, es una buena novela, que aunque se
sitúa en un pueblo de provincia acosado por el estropicio y el polvo, las
amargas vivencias de sus personajes “atrapados en sus íntimas y ridículas
aspiraciones”, se pluralizan en una historia original que se universaliza por
el buen manejo de la fábula literaria y alcanza la atemporalidad.
El padre en
sus sermones seguía siendo muy reservado, pegado a la letra del Evangelio,
tremenda y artificialmente moralista, no fornicarás, decía con su voz cargada
de presagios y miraba a Don Danilo, quien en pleno centro de la nave se rascaba
el trasero con una mano de madera… (p.152)
Uno
de los recursos más empleados por el autor es la llamada descripción
cinematográfica donde el narrador va pasando su cámara implacable sobre el
escenario. En este caso se introduce dentro de la descripción citada, la
ruptura de sistemas con un manejo excepcional que integra ambas técnicas
literarias. Se abre el telón: “Era un jolgorio ver a las reinas de belleza de
diez municipios, a los ministros invitados, senadores solidarios, diputados,
concejales, correveidiles, lagartos paracaidistas, damas grises, caballeros del
santo sepulcro, del manto sagrado, de la orden de calatrava…” (p.122)
Otro
de los elementos a los que recurre Aguilera, es el uso del contraste. En este
ejemplo se logra además la armonía y la musicalidad del discurso. “La profesora
tenía siete muchachos grandotes y narizones que se entretenían embarazando a
todas las sirvientas, y una niña paliducha y bonita con pelo de paja, dos
perros chihuahua y un automóvil tan largo que parecía un tren”. (p.166)
Nótese
que la asonancia (a-a) y los apoyos acentuales le dan un tono lírico y de
equilibrio a este pequeño fragmento.
Aguilera
logra captar la sabiduría popular y la pone en boca del Historiador- literato
para darle un matiz de credibilidad y verosimilitud a la letanía de su
discurso. “… se había convertido en un vario orador que siempre decía lo mismo
y por esta igual razón nunca se equivocaba”. (p.29)
LA ESTRUCTURA
La
novela consta de 270 páginas y se divide en 25 capítulos. Los cuales no siguen
una secuencia lineal, sino a manera de flashchazos de fotógrafo, donde es el
lector quien debe ir construyendo la historia. Por la misma razón el libro
rompe el modelo tradicional narrativo de introducción, desarrollo y cierre
(este modelo comienza a caducar con el boom de los años 50).
Como
se dijo, el lector debe ir reconstruyendo la historia a partir de la letanía y
pesadilla de Mateo Albán, quedando desconcertado o perdido en algunas
ocasiones, creemos que este problema se hubiese resuelto si Marco Tulio hubiese
utilizado la Relativización del narrador, técnica empleada por William Faulkner
en “Mientras Agonizo”, y consiste en que fuera dando la palabra a otros
personajes como El Mil-Lenguas, la Raboflojo, el Cananeo, el Mico, Carelapa…
para que fueran dando su propia versión de los hechos. Claro no se debe olvidar
que esta es una novela de 1975 y no se le deben pedir técnicas depuradas que
usamos hoy en los 2000. También es una novela de los años mozos de Aguilera,
autor que con los años y la experiencia ha alcanzado un oficio realmente
envidiable en el manejo de la escritura y de la novelística en particular.
Otro
elemento notorio a destacar es que los títulos de los capítulos están
construidos siguiendo el modelo de la Novela Picaresca Española de 1600,
específicamente, “El Guzmán de Alfarache” y “El Lazarillo de Tormes”.
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