Discurso anacolútico de agradecimiento por la oportunidad de presentar la novela Formas de luz en el Palacio de Bellas Artes
julio 25, 2018
4 de julio de 2018
Escribo este discurso en el autobús que me trae a la ciudad
de México y espero terminarlo antes de la llegada. Apenas me va dar tiempo de
almorzar, llegar al hotel, bañarme y llegar corriendo ante ustedes.En esta vida
–que no sé si es la única que voy a tener
Y me gustaría tener por lo menos tres más
Una para dedicarla al violín, en la que aspiraría a ser un
modesto Paganini
Otra para dedicarla a la natación, para llegar a ser un
Michel Phels
Otra para no casarme y dedicarme a enamorar a muchas mujeres
Otra para ser absolutamente casto y serle absolutamente fiel
a mi esposa Leticia Luna, que afortunadamente no vino a este evento,
circunstacia por la cual me siento completamente libre de decir lo que quiera
Lo que me recuerda que el gobernador de Michoacán no asistió
a la entrega del Premio Bellas Artes José Rubén Romero que este año me tocó en
suerte recibirlo a mí en octubre del año pasado, circunstancia por la cual pude
pronunciar un discurso bien preparado tanto que hasta escrito lo tenía. Esto me
permitió, además, hacer mi debut como violinista amateur con un Teatro Ocampo de
Morelia lleno hasta las banderas (lleno de buróctaras acarreados y de
estudiantes) pero lleno
Lo que me obliga por cuarta vez a agradecer que el gobernador
de Michoacán no hubiera cumplido con la cita para entregarme un cartincito algo
perjudicado como constancia del premio (lo del dinero lo dejamos aparte porque
es de mala educación hablar de asuntos tan banales en un recinto de tanta
alcurnia como el Palacio de Bellas Artes
Repito, para no repetirme, que en esta vida hay momentos
cruciales y que uno debe hacerles los honores correspondientes y tratar de
vivirlos a fondo que es lo que estoy tratanado de tratar en este momento en el
que se conjuntan una serie de ingredientes que dan realce a esta especie de
ombligo o agujero negro o encrucijada de mi vida:
El Palacio de Bellas Artes, epicentro de la cultura de
México, que me acoge y me arma caballero de la literatura mexicana –sé que
suena pomposa la afirmación pero dejémosla así
Un presenador como Joaquín DiezCanedo, que fue mi editor
cuando incurrí en mi primer Premio Bellas Artes, el de Cuento San Luis Potosí;
Joaquín, que fue mi jefe cuando dirigió la editorial de la Unversidad
Veracuzana y que fue mi cómplice, cuando llegué con dolores de parto a su
oficina y le dije: Gran Jefe, ya no quiero venir a trabajar, no quiero gastar mi
trasero en una oficina, lo que quiero es rentar un apartamento lejos de mi familia y lejos de
la editorial y encerrarme a escribir mi obra maestra del año… Y Joaquín me
dijo: Tienes dos meses de libertad, pero si cuando vuelves no me traes una obra
maestra estarás despedido.
Un presentador como Jaime Labastida, quien dirigió la revista
Plural en sus años de espelandor, cuando la revista era de todos los escritores
latinoamericanos y no sólo de Octavio Paz y sus amigos
Una moderadora com la maestra Adriana Cerda, que representa a
la cultura michoacana
Un auditorio en el que veo (o espero ver) a muchos de mis
amgos, a lectores desconocidos y supongo a algunos enemigos (que he cultivado
con cariño a lo largo de los años porque, como dijo Sergio Pitol, el más
reciente santo del santoral de la cultura mexicana: hay que conseguir el número
adecuado de amigos)
Repito, para no repetirme, que en esta vida hay momentos
cruciales y que uno debe hacerles los honores correspondientes y tratar de
vivirlos a fondo que es lo que estoy tratanado de tratar en este momento en el
que se conjuntan una serie de ingredientes que dan realce a esta especie de
ombligo o agujero negro o encrucijada de mi vida:
He hecho mi vida en Mexico
Primero en Monterrey, a donde llegué en 1977 con cien dólares
en travel checks que se me perdieron y que Edmundo Valadés, ese sí un santo, me
repuso; primero hice vida en Monterrey, repito, donde me hicieron fuchi en el
TEC que me había contratado por correo y
hicieron fuchi porque yo traía pelo largo, botas con tacones de diez
centímetros y barba de rabino
Pero a cambio del TEC me admitierone en la Universidad de
Nuevo León, donde di clases de traducción a hordas de hermosas doncellas que me
sorbieron el seso
Por lo que tuve que huir a Xalapa para conservar la cordura
porque además, además, me dieron un premio literario que compartí en 1979,
adivinen con quién... con Sergio Pitol
Lo que me lleva a una graciosa preesentación de una novelita mía
algo gorda que se llama Historia de todas las cosas (obra que reescribí gracias
a la ya mentada irresponsabilidad de Joaquín Diez Canedo, quien me dio dos
meses para… bueno, ya saben… presentación que fue en la Librería Rosario
Castellnos en la CD de México, donde Guillermo Samperio, antes de morirse,
claro, se atrevió a decir:
Quero que se enteren que el más grande escritor que hoy vive
en Xalapa no se llama Segio Pitol, sino …(disculpen la insolvencia: de los
pecados ajenos yo no me puedo hacer cargo) quiero que se enteren que el más
grande autor que vive en Xalapa no se llama Sergio Pitol, sino… bueno, hay que
decir la verdad, MT
Bueno, pasemos a otra cosa
México me ha dado todo (le estoy robando esta frase a mi
esposa que hace poco me dijo: Marco Tulio: tú me has dado todo lo bueno y todo
lo malo de mi vida). Repito: México me ha dado todo lo bueno y todo lo malo:
mencionaré todo junto, lo malo y lo bueno, porque entre lo bueno y lo malo no
hay sino diferencias de interpretación y relatividades temporales: México me ha
dado trabajo, esposa, hijos, libertad para escribir, muchos premios (no me
avuerguenzo de ellos: lo de los concursos y competencias es parte de mi vida…
tanto que al borde de los 70 este vejete que ven tan incordiable es campeón
nacional de aguas abiertas de México y ha (he) ganado 30 o 40 medallas en los
campeonatos nacionales máster de la Federación Mexicana, lo que no es poco
mérito, pues compito habitualmente contra ex olímpicos y mundialistas y me
honra decir que uno de los que me han ganado y siempre me ganarán ocupa el
quinto lugar en el ranking mundial en evento celebrado recientemente en
Budapest. México me ha dado, decía y sigo diciendo, enemigos como un famoso director del diario
más importante de Veracruz, quien fuera también Cronista de la Ciudad y rector
del la UV, quien quiso hacerme expulsar de la ciudad y del país con el
peregrino argumento de que yo era un disolvente moral, quien agraviaba a las
mujeres locales en sus cuentos haciéndolas practicar actos dehonestos en sus
inmorales cuentos. Y enverdad estuvo a punto de lograr que me aplicaran el
famoso 33, cuando salió el santo García Márquez a defenderme.
México también me dio su violencia a grados tan extremos como
sólo podrán conocer quienes lean la novela que por cierto, estamos presentando.
No fui yo precisamente quien padeció a la violencia, sino mi esposa, que
afortunadamente no vino (la verdad es que mi santa mujer –tercer santo de este
santoral- ya no lee lo que yo escribo, lo que le sirve par conservar su salud
mental.
Salud mental que yo obviamente no tengo – quienes me conocen
saben que soy un loco controlado- y salud mental que perdí durante varios años
en los que estuve hundido en el más profudo infierno… del que se enterarán
quienes lean esta ominosa novela que ya presentaron Joaquín, Jaime y Adriana.
Y como lo que estoy haciendo, aunque no lo parezca, en este anacolútico discurso es pronunciar un
discurso de agradecimiento, terminaré este discurso de agradecimiento, agradeciedno
a la persona que ha soportado –hazaña
sin duda digna de Hércules-, me ha padecido, me llevó al abismo, me hizo ver mi
suerte y luego me sacó, reluciente, nuevo, como recién nacido, productivo,
contento, con un cuerpo de casi setentón reluciente con unos kilos de más pero
con ánimo para seguir viviendo.
Y como coronación este acto lleavaré a cabo una ceremonia que
ya es tradicional cada vez que presento un libro con ayuda de amigos. Entregaré una medalla de oro a cada uno de los presentadores, ganada en competencias de la Federación Mexicana de Natación.
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