La hermosa vida

enero 05, 2008

La hermosa vida, novela de Marco Tulio Aguilera

La hermosa vida. Tercer volumen de la serie El libro de la vida.
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Colección Guardagujas.
México, 2001.

Graciela Ramos

Ya desde la Nota del Autor de La hermosa vida, segunda de una colección de novelas seriadas protagonizadas por Ventura, el estudiante de la vida, y que se agruparán bajo el título de El libro de la Vida, Marco Tulio Aguilera nos está brindando la entrada a la esencia de su creación cuando nos confiesa: “No oculto desde ahora el tamaño de mi ambición. Aspiro a narrar sin pudor alguno, a mi placer y en mi estilo, la historia de una sensibilidad exaltada. Aventuro que haré cualquier cosa menos aburrir al poco paciente lector. Me ampara en mi osadía la sentencia de san Pablo: ‘El Señor no juzgará al hombre por sus sueños’”
Desde el inicio el lector verá que ha entrado al individual mundo literario de Aguilera, ese que ofrece al lector el lenguaje pulcro, la prosa que no engaña ni traiciona, y que lleva inexorable hacia el erotismo propio de su obra.
Curiosa manera tiene el autor de compartir sus quehaceres prosísticos: por una parte hemos sabido de sus deliacdos textos infantiles dedicados e inspirados por sus pequeños hijos, y por otra sus innumnerables textos compuestos por una literatura bella y finalmente erótica, cuyo vasto caudal ya conocíamos, privilegiando entre todos sus libros Cuentos para después de hacer el amor, clasificado como uno de los libros más importantes del siglo XX en Colombia.
No obstante, a cada momento el lector encuentra enormes contrastes en las tesituras del carácter del personaje principal, Ventura, quien a veces nos habla desde el optimismo con palabras como éstas, incitándonos a resolver el enigma de la creación: “Hoy me siento el rey del universo. Todo tiene una luz inusitada. La música entra en mi cuerpo y lo pone a bailar. He ido de un lado a otro febrilmente feroz y armonioso. Comí con ritmo, me lavé los dientes, me desvestí, estuve leyendo, todo lo hice siguiendo una cadencia, con una alegría tranquila que se agota en sí misma y no necesita otra cosa. ¡Qué hermoso sería vivir así, sin razón, sólo con música en el cuerpo!”
Adentrarnos en el mundo del Ventura personaje, nos obliga también a entrar al mundo de Clitemnestra, maestra de danza, cuyo nombre nos remite a la mitología griega. Clitemnestra, hija de Leda y Zeus, la que dio muerte a su esposo Agamenón y que recibió muerte de su hijo Orestes, personaje que representa a la adúltera criminal con grandeza, como en la Trilogía de Esquilo.Pues bien, aquí tenemos a una Clitemnestra diferente: es una mujer de 32 años, de piel blanca y cabellera alada, sólida y marcial, cuyo cuerpo es un amasijo de músculos y tendones y tiene aires de Pavlova. Clitemnestra no teme escandalizar con sus planes de hacer bailar a las niñas semidesnudas en la plaza Lerdo, en pleno centro de Xalapa, donde ella y Ventura habitan.
A la gran Clite se le antoja llevar frente al Palacio Municipal a sus bailarinas ninfetas, vestidas de negro, sigilosas y beatas, y súbitamente sorprender a los transeúntes al sonar una pandereta, dirigiéndose a lo más destacado de la fauna social del rancho, con los muslos desnudos frente a la catedral, haciendo un gran plié para abrir un espacio mágico en la neblina xalapeña, escandalizando a don Raciel, cronista de la ciudad, y al obispo Obeso y Cordera.
Cuando Ventura le pregunta a Clite: “¿Qué tal si al final todos nos desnudamos?”, Clite responde “por mí, maravilloso, pero los padres de las niñas no creo que estén de acuerdo”. Y tenía razón. Ventura se imagina al cronista de la ciudad, ex presidente municipal y conciencia moral del pueblo, propietario de El Pregón de Provincia reaccionando airado desde su editorial.
Otro interesante personaje femenino es Bárbara Blaskowitz, quien tiene su propia política sexual. Bárbara asegura no poder serle fiel más que a su insaciabilidad, al igual que Ventura, otro desaforado, otro insaciable.
Encontramos también entre los personajes a la hija de Bárbara, hermosa jovencita con el nombre de Trilce, de profundas reminiscencias literarias. Trilce toca el vioín, y jura ser poseedora de un Guarnerio. (Aquí el lector comprueba cuan delicado es el autor para elegir los objetos de la parafernalia de su novela. Si de jurar se trata, Trilce pudo bien jurar que posee un Stradivario, pero Aguilera Garramuño, creador de mundos originales y sutiles, prefiere el rival, siempre en pugna, del Stradivario, y posesiona a Trilce de un Guarnerio, aunque éste sea el violín menos conocido de los dos.)
La novela La hermosa vida nos pasea por un jardín inmenso de encantadores personajes entre los cuales están Manoela, con donaries de cierva gordita como Venus de Belvedere; Svieta Korolenko, una polaca de anteojos estrepitosos, nariz caballuna y los senos más hermosos del mundo; Atenea, gata fiel de Ventura que en ocasiones desaparece y se vuelve fiera de la calle; Etelvina, su erudita auxiliar de servicio doméstico; Galileo, su auto; su pecesillo Gervasio —aquí de nuevo la referencia histórica, ahora del mártir, uno de los dos santos, Gervasio y Potacio; otros personajes: el lujurioso enano verde, Nati la bella, Estela La Bestia...
Por su parte, Ventura, hundido en el vórtice de su abrumadora vida, en ocasiones quisiera detener su tren de desafuero e identificarse un rato con Simeón El estilita (otro santo, como Gervasio, pero éste un sirio que escaló la cima de una columna para allí dedicarse a la oración y a la meditación, sin comer ni dormir durante mucho tiempo).
Es una verdadera delicia encontrar gran número de referencias que van desde Dante, a Miller. Goethe, Miguel Ángel, Cervantes, Proust, Bergson el fiósofo de la intuición, el marqués de Sade; Hans Christian Andersen, y el mismo Ventura, quien se vuelve referencia literaria cuando dice ser un árbol en medio de la llanura, ahora que tiene 32, entrando a los 33, y se encuentra, como el poeta florentino, en el medio del camino de la vida.
Ventura, en algún momento se siente desamparado, sin una sola de sus mujeres y piensa, atribulado que tendría “ que romperse a sí mismo contra el mundo, mellarse, dejar el pellejo sin placer, sin sentido y sin gloria, fornicar en seco con la vida. “
A partir de esta soledad, entra en crisis: “Si por lo menos perteneciera a una asociación de caridad, a un grupo protector de borrachos, regenerador de drogadictos, si creyera en verdad en la revolución o en un Dios, si tuviera en proceso una auténtica obra de arte y no esa sarta de insensateces, tres libros listos, tres en proceso, cinco manuscritos flotando en las alcantarillas de editorial en editorial. Qué inmensa chabacanería, que ganas de comer mierda.
Iremos siendo testigos de las venturas y desventuras (la primera novela de la serie El libro de la vida tiene el nombre Las noches de Ventura, y fue editado por Planeta) de del escritor Ventura a través de las páginas de La Hermosa vida, siempre encontrando referencias literarias y los propios aforismos agudos de Ventura, o de Aguilera, pues podrían ser uno u otro, o por qué no, el mismo Miller quien habla cuando leemos: “ El verdadero artista es el destructor, los que construyen son los artesanos” o también, “ la vida del hombre no es otra cosa que una lucha sin cuartel contra las reglas que Dios le impuso. Una lucha infructuosa pues al final descubrirá que lo que buscaba ya lo traía en sí, como esos aparatos que traen la pila incluida. “
O cuando Ventura, también filósofo de raíz amarga, asevera: “Uno siempre espera encontrarse con alguien. Toda la vida es una larga espera, un lento y desquiciante rodeo, una expectativa de lo que no sabe. La única verdadera realización debe ser la del amor. “
Y la novela continua por más de doscientas páginas, y finalmente, encontramos que esta gran obra es un conjunto de poesía, es diario y memoria, es crónica y fantasía, y todo esto de altísima calidad literaria.
El continuo ejercicio de reflexión de los personajes, la ironía, los hace personajes muy conscientes de sí, por lo que transmiten una gran fuerza de pensamiento.
Algo aprendí también, y es qué a Aguilera es mejor leerlo que reseñarlo.
Reynosa, Tamaulipas, abril 15 de 2002

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