Descabezadero
febrero 22, 2008My friends: en esta sección encontrará los siguientes artículos:
1. Descabezadero Random House
2. Descabezadero: Nalguneadores (palabra con copy de MT) y ninguneadores
3. MT en Feria de Guadalajara
4. MT en Feria del Palacio de Minería D.F.
5. Quiero que me odien
6. Egolatría y Rosique
7. La sexualidad escondida
8. Cuentos para ANTES de hacer el amor
9. Cuentos para ANTES de hacer el amor (otro comentario)
10. 17 balazos a El amor y la muerte de MT (Alfaguara)
11. MT: Notario de la intimidad
NOTICIA SOBRE DESCABEZADEROS
20 de marzo 2008. Descabezadero. Diario de un escritor: Cada domingo estoy publicando en Milenio El Portal, periódico jalapeño (como los chiles) que dirige el muy tolerante y docto Sergio González Levet, cómplice de muchas de mis fechorías literarias, unas cuantas cuartillas de mi diario. Semana a semana iré actualizando este diario que espero lean mis amigos para amarme más y mis enemigos para odiarme más (si es que es posible). Garantizo sólo una cosa: que no podrán permanecer indiferentes a mis sutiles cortes de cabeza, a los que soy muy aficionado.
(Aviso: Descabezadero diario de un escritor está en riesgo de desaparecer debido a malas condiciones atmosféricas en el diario Milenio.)
Anuncio: El primer viernes después de Semana Santa estaré en el Salón Azul de Humanidades de la Universidad Veracruzana a las 12 del día. Hablaré con los asistentes sobre la nueva edición de Cuentos patra ANTES de hacer el amor (Educación y Cultura de Puebla, 2007) y la próxima de El imperio de las mujeres cuentos EN LUGAR de hacer el amor.
Hundiéndose hacia el fondo de estas páginas hallarán ocho descabezaderos, estando el más reciente arriba y el más distante abajo. También hallarán fotos comprometedoras.
DESCABEZADERO VIII
Editor de Random House Mondadori, ¡ja,ja! Y corriendo tras Gloria Trevi
Diario de un escritor
1. La vanidad y el fracaso. Para los que ya están cansados de que Marco Tulio se cante alabanzas y diga que es mejor que García Márquez y otras sonseras, les voy a contar un fracaso, un estruendoso fracaso que sufrió este jactancioso escritor colombo-jalapeño. Resulta que escribí una novela y se la envié al editor de Random House Mondadori, Andrés Ramírez. “Llámame dentro de tres meses”, me dijo con amable prepotencia. Pasados los tres meses le mandé seis mensajes. No respondió. Lo llamé tres veces por teléfono. No respondió. Finalmente recibí un escueto mensaje que decía:
Aunque tu libro no (sic) pareció bueno, no lo podremos hacer. Estamos publicando pocas cosas y nos estamos llendo (sic y hasta sick) con mucho tiento. Espero que, si tienes alguna otra obra más adelante, nos la pases para considerarla. Saludos y seguimos. Andrés
Reproduzco el mensaje de manera absolutamente textual, para que se calibre el nivel de las personas en cuyas manos está la literatura mexicana (me refiero fundamentalmente a las editoriales comerciales.) No me ofende que me rechacen, me alimenta, he andado a pie mucho tiempo y he subido muchas montañas sin ayuda de mulas. Y a otra cosa: mi novela encontrará su editorial.
2. La otra cara de la moneda. Y por eso voy a cantar a los pequeños editores y a los editores universitarios, que conservan viva la llama del pensamiento auténtico y de la verdadera creatividad. La editorial Almadía, de Oaxaca, está publicando textos interesantes. No sólo de autores nuevos sino de autores consagrados, que podrían publicar en grandes editoriales y sin embargo apuestan por proyectos nuevos y arriesgados. De alguna manera son los idealistas, herederos de don Quijote, que luchan contra los molinos de viento (y valga el lugar común). Las grandes editoriales, tipo Alfaguara, Planeta o Random House Mondadori, obedecen a políticas publicitarias y editan textos a veces deleznables. Pienso por ejemplo en los premios Alfaguara, que llevan muchos años sin atinarle una verdadera obra artística. El premio más reciente, de un español apellidado Leante es de una falta de sensibilidad casi risible y está escrito en un estilo de redactor de oficios burocráticos. Tratar de avanzar en la lectura de esta novela es como ser una tortuga hundida en un pantano de chapopote.
Otra editorial que está publicando libros no sólo de buena calidad material sino de alto valor literario es Educación y Cultura, que dirige Ricardo Moreno Botello, desde Puebla. De esa editorial acabo de leer la noveleta Cuentos de conjuros, amanuenses y demonios de Jorge Abascal Andrade. La leí tres veces y debo decir que ninguna novela me había encantado al punto de leerla tres veces ininterrumpidamente, digamos que sin respirar. Recuerdo que Farabeuf la leí dos veces. La novela de Abascal me obligó a volver a comenzar varias veces, atrapado como estuve por un ambiente de encantamiento y deleite, personajes inolvidables y un estilo subyugador por poético e inteligente. Sólo en una ciudad como Puebla, en la que el pasado se halla tan presente, agazapado en las arquitecturas y los infolios ocultos en bibliotecas arcanas, se podría haber producido una obra como ésta. (La obra está a la venta en Xalapa en Hidalgo 9, Feria permanente del libro universitario.)
Una tercera editorial que merece todo el respeto es la de la Universidad Veracruzana. Sobra hablar de ella. Su catálogo habla solo. Y la llegada de Joaquín Díez Canedo es, sin duda, una jugada maestra. No dudó que tomará más vuelo y que nuestra querida Feria del Libro crecerá en prestigio y en valor.
3. Corriendo tras la Gloria (Trevi.) Pasando a otro tema. Participé en la tradicional carrera del FESAPAUV. Certifiqué lo que ya sospechaba: que el tiempo pasa y con él pasamos nosotros…que ya no somos los mismos de entonces. El año antepasado llegué en segundo lugar en la categoría rucos master pasados de moda, me saqué la foto en el podio y me dieron un trofeo de plata (se permite soñar), trofeo que cambié por uno de oro. Este año del 2008 llegué en cuarto lugar y no hubo ni oro ni plata ni bronce. Sólo una foto con mi rector (de paso verifiqué un rasgo noble de su carácter: no corrió para ganar, sino para participar, pues llegó trotando en grupo de cuatro personas y no hizo el típico sprint final. Yo, por el contrario, me apuré todo lo que me permitieron mis rodillas con condromalasia y pasé a dos académicos antes de la meta —rasgo por cierto contra el que no puedo luchar: siempre estoy compitiendo, y como un adolescente en todas las competencias quiero ganar (lo que se podrá verificar en los veintitantos concursos literarios que he ganado —lo que no saben mis detractores (les regalo el dato) es que solamente gano uno de cada diez concursos en los que participo y de cada veinte ofertas de manuscritos literarios sólo me aceptan uno. (Mistercolombias.blogspot.com)
Descabezadero VII
NINGUNEADORES Y NALGUNEADORES, EL PRITANEUM Y DESCABEZADERO
Si un artista no es un impugnador, no es nada.
Jean Paul Sartre
En días recientes he tenido, o más bien he querido visitar a dos altos funcionarios de la Universidad Veracruzana. Ellos por sus señas exteriores —grandes saludos, sonrisas, palabras de complicidad o respeto— parecían ser mis amigos y yo tenía la idea de que eran trabajadores eficientes. Uno de ellos ahora ocupa uno de los cargos más altos de la Universidad en el campo de la investigación y en años pasados fue uno de mis más frecuentes colaboradores durante el tiempo que fui director de la revista La Ciencia y el hombre. Hoy, convertido en director, traicionó mi confianza, divulgando una carta privada en la que no había nada inconveniente, sino una simple recomendación para una persona que trabaja eficientemente en la dependencia que dirige. No oculto nada y lo que digo todo el mundo lo sabe: en la universidad, en ciertos cargos, sólo se sube por medio de recomendaciones. Los méritos a veces carecen de importancia. A este funcionario, que antes se la pasaba en las nubes y hoy aterrizó bien en el presupuesto, le digo que la amistad paga más que el interés a largo plazo y que arrieros somos y que lo mejor es no agraviar a un escritor. Mi satisfacción grande es que cuando nos encontramos no me mira a los ojos.
El otro funcionario es Porfirio Carrillo, hombre de grandes ademanes de afecto. Resulta que le pedí una cita para hablar sobre posibles cursos de posgrado que podría dictar Marco Tulio o la inscripción de mi persona en alguno de los sistemas de becas que tienen para investigadores. Una secretaria me agendó la cita quince días después. Y el día en que se debía llevar a cabo, no llegó el importantísimo señor (creo que es doctor, lo que en realidad no significa nada: los títulos pueden comprarse en el DF por 500 pesos), no se disculpó, no dijo voy a llegar tarde o mi pajarito tuvo una parálisis cerebral o a abuelita la operaron de la hipófisis. Simplemente me atendió un señor muy amable que me dio coba y prometió esto y lo otro y adiós. Porfirio Carrillo no llamó para disculparse. Hace una semana me lo encontré en rectoría. Me saludó con una gran sonrisa. Le di la mano pues no me acordaba del agravio. Al primer funcionario que fue infidente lo saludé a distancia. Alzó la mano como diciendo haw, a la manera de los sioux, y luego bajó los ojos.
Uno y otro personaje son ninguneadores. Ellos a su vez deben ser nalguneados. Los que siguen mis artículos deben entender lo que quiero decir. ¡Arrepiéntanse, pecadores! Días vendrán en que no sólo tendrán que bajar los ojos. El poder es asunto de doble rosca: si inmiscuyes a tus subalternos es porque tus amos te están inmiscuyendo.
Llegó Joaquín Díez Canedo a la Editorial de la Universidad Veracruzana. Cuando ya hayan pasado todos los apresurados por su oficina, tendré una reunión con él. Por alguna razón en mis viajes a Puebla, Guadalajara, el DF y Tonantzintla varios escritores talentosos, de varios países y de mediana edad, se me han acercado pensando que yo tengo poder editorial. Una de mis ideas es conformar un grupo de escritores que se admiren y se quieran, pero basándose en la bonhomía y el talento, para ayudarse los unos a los otros y formar una especie de prytaneum, una aristocracia de la inteligencia, reunida en torno al fuego de la creación literaria y lejos de las mafias de mediocres. Nada de estimular vulgaridades ni de decir mentiras. Como decimos los Méxi-colombianos: al chile y lo que no sirve que no estorbe o se vaya a ver si la marrana puso huevo.
Cuando inicié estas columnas busqué un título que les acomodara. Se me ocurrió la palabra Descabezadero y sólo hoy, después de seis decapitaciones, entiendo por qué. Como saben muchos admiradores de la naturaleza, cerca de Actopan hay un lugar al que llaman Descabezadero. En una hondonada, limitada a un lado por una ardua inclinación de tierra y al otro por un talud de roca, se encuentra un torrente de agua violenta. El agua proviene de otro sitio y fluye al lado de la roca, de donde brota otra agua, completamente fría y cristalina. Las dos aguas se juntan y forman una corriente llena de remolinos muy peligrosos en los que muchos incautos han perdido la cabeza y la vida. Ahí está el Descabezadero.
Mistercolombias.blogspot.com
En la Feria del libro de Guadalajara
NOTICIA: 14 500 ejemplares de mi libro de cuentos infantiles El pollo que no quiso ser gallo (Alfaguara infantil). Apúrense a adquirir Cuentos para ANTES de hacer el amor (rústica o lujo). En el DF en Samborns, Educal, Museos y Casas de mala nota. En Xalapa en Hidalgo 9 y el Museo de Antropología. Hurry up, bronesca!
AVISO URGENTE: Descabezadero. Diario de un escritor es una columna que aparece dos veces por semana en este blog, de modo que se renueva constantemente. Hacia abajo están las pasadas columnas y en cada una de ellas se corta una cabeza de endriago. Columna para adictos a decapitaciones... literarias.
Nueva palabra: NALGUNEAR
Diario de un escritor
El verbo “nalgunear” es propuesto como nueva palabra a la Irreal Academia de la Lengua
Las almas más grandes son capaces de los mayores vicios y de las mayores virtudes
Descartes
(VER ABAJO)
DIARIO LUNATICO DE UN ESCRITOR VI
¡Arriba con los chiles jalapeños! Los avatares de la virtud literaria
Es el colmo: la gente común tiene en la cabecera de su cama un crucifijo: tú tienes unos guantes de boxeo.
Laetitia Moon
1. En mis ratos libres en el DF —cuando cumplí con mis entrevistas en Radio Red, en El Nuevo Excélsior y en Palabra de escritor— hice una pequeña encuesta en dos Samborns. En el cercano al Zócalo me dijeron que sí habían tenido Cuentos para ANTES de hacer el amor y que se había agotado. En el Samborns que queda cerca de la Torre Latinoamericana dijeron que no lo tenían. Empate. Eso de buscar los libros propios en las librerías generalmente es labor decepcionante y hasta humillante. (Es casi infantil decirle a un vendedor: “Soy el autor y estoy haciendo una encuesta”, pero yo, sorry, lo hago.) En Xalapa es posible encontrar Cuentos para ANTES de hacer el amor en Hidalgo 9 en la Dirección Editorial de la UV y en la librería café que queda cerca del Café La Parroquia.
2. Durante muchos años Luis Arturo Ramos, gran escritor veracruzano, y quien garrapatea estas páginas que se ha de comer el comején, fuimos amigos, cómplices y casi hermanos. Hace varios años Luis Arturo publicó La señora de la fuente, libro de cuentos. No me gustó y se lo dije. Después publicó La mujer que quería ser Dios, novela. No pude terminar de leerla. Recientemente “sacó a la luz” Ricochet o las desventuras de los derechos de autor. Gran estilo pero no llega a ninguna parte. La novela es como un nadador que bracea y patalea en el mismo sitio sin avanzar un centímetro. Terminé de leerla por disciplina y amistad. Le escribí a Luis Arturo: “Querido amigo: No tengo nada que decir sobre tu novela porque en ella no pasa nada”.¿Resultado? Luis Arturo no volvió a escribirme. Creo que perdí su amistad. ¡Qué equivocado estabas, Mistercolombias, creyendo que al decir la verdad (mi verdad, como el celebérrimo Juan Osorio –ojo a la erudición farandularia) le estaba siendo fiel a mi amigo! Conjeturo que Luis Arturo, por alguna razón que sé, torció sus fundamentos éticos y perdió la gracia de la literatura. Todavía estás a tiempo, Luis Arturo, ¡arrepiéntete!
3. En el escándalo ocasionado por la película Chiles jalapeños se ha olvidado o soslayado lo fundamental. Que es una buena, muy buena película, localizada, producida y actuada en Xalapa, una película que sin duda será pieza fundacional de una cinematografía. Irán Castillo, la protagonista, es exquisita, simpática; Dalia, diputada hoy famosa para unos e infame para los moralistas y los envidiosos, bien; los dos políticos, geniales. El vagabundo que va y viene por la película, me hizo pensar en Amores perros. En general un ritmo cabalgante, con recurrencias a trucos de tiras cómicas efectivos. Fabricio Prada, el director, hijo de bolivianos pero más mexicano que el nopal y más jalapeño que el chile, ha creado un mundo complejo, completo, alucinante en su desnudez y cargado de una ironía incisiva. Si algún tío político con don de la ubiquidad apoyó esta película: bien por él. Conjeturo que Fabricio Prada podrá llegar a ser uno de los grandes de la cinematografía mexicana y no sería extraño que esta película comenzara a cosechar los grandes premios. (Oye, Fabricio, ¿cuándo filmamos algo? Tengo unos textos que con facilidad harían películas que les calentarían los híjares a unos cuantos y pondrían a sufrir a otros.)
DESCABEZADERO V
Nuevo verbo del lenguaje frenáptero: NALGUNEAR
Nuevo viaje al DF para presentar la Serie Conmemorativa de libros Sergio Galindo en el Palacio de Minería. Nedda G. de Anhalt fue la otra presentadora y Celia del Palacio la moderadora. Público escaso. Yo llegué 20 minutos tarde porque una reportera de Excélsior y un camarógrafo de un programa llamado Palabra de escritor me estuvieron siguiendo por el Zócalo con una cámara y una grabadora, haciendo preguntas dizque interesantes sobre lo de costumbre. Recibieron las respuestas de costumbre. (Mi esposa ya prefiere evitar leer, ver o escuchar mis entrevistas: “Siempre dices lo mismo. Llevo 30 años escuchándote decir lo mismo”. Y yo le respondo: “Es que sigo siendo el mismo”, etc.) Llegué 20 minutos tarde a la presentación, escuché hablar a Nedda, siempre inteligente, informada, seria, cubanita mexicanizada que hizo su vida aquí y se ha ganado el respeto. Nedda es la defensora número uno de Sergio Galindo. Yo soy el defensor número dos. Cuando me tocó hablar dije: “Tengo que decirles dos cosas, amigos del paciente público: la escrita, que es seria; y la improvisada, que es ocurrente, en la que generalmente digo barbaridades y suelto algunas sopas contaminadas. ¿Cuál prefieren primero?”. El público dijo que primero la improvisada. Le canté loas a la editorial de la Universidad Veracruzana, fustigué a los ingratos autores que no se dignaron aparecer en la presentación (José de la Colina, Álvaro Mutis, García Márquez, el fantasma de Cernuda, ¿dónde estáis?): si la Universidad les dio sus primeras alas para que remontaran el vuelo hasta excelsas alturas (atención a la cursilería) y les publicó sus primeros libros, ¿por qué hoy, en el empíreo, no se acuerdan de su primera madre?
Por la mañana Mistercolombias había recorrido media ciudad para asistir al programa República de las Letras de Humberto Musacccio, en Radio Red. Me hicieron las mismas preguntas y yo di las mismas respuestas. En realidad los escritores somos gente aburridora. Hay que reconocerlo. Tenemos dos o tres muletillas y ahí vamos azotando la mula. Mis muletillas son Gabo, Alfaguara, Poniatowska, el basketbol, etcétera. Que bueno que mi mujer es la que vive conmigo y que no soy yo el que tengo que soportarme. Recuerdo que en una oportunidad estábamos García Márquez, su esposa, Sergio González Levet, Gustavo Sáinz y otras personas insignificantes en el Hotel Xalapa. Mientras Gabo decía cosas maravillosas y todos estábamos con la boca abierta, su mujer, Mercedes, estaba hablando de comprar pieles en un almacén de París. Era como si Gabriel y su mujer vivieran en el mismo planeta pero separados por una pared invisible e invulnerable. No recuerdo que Mercedes haya hablado alguna vez de los libros de García Márquez. No creo que los lea. Y si los lee es para buscar pistas de posibles deslices y para luego olvidarlos.(García Márquez dice que todos los seres humanos tenemos tres vidas: la pública, la privada y la íntima). Lev Tolstoy, en su diario, decía que su mujer era como una piedra de molino que llevaba amarrada al cuello.
Hablando sobre la habitual costumbre de las mafias literarias mexicanas de ningunear a los que no son de su grupo, mientras caminábamos por la calle 5 de mayo, el que escribe, Nedda G. De Anhalt (siempre he pensado que ese nombre convendría a una duquesa de la vieja Inglaterra y no a una cubanita trasterrada) y Celia del Palacio, se me ocurró que la palabra ningunear debía tener su antónimo (es decir su palabra opuesta, ¡burritos!)
—¿Qué tal la palabras algunear? –dije.
—Mejor nalgunear —respondió Nedda.
-—Claro, porque los que nalgunean son los que dan las (n)algas. Los que pierden su alma para ganar su cuerpo —completé —. El nalguneador es el intelectual que abandona sus convicciones para halagar a algún capo de la cultura, el que escribe por encargo, el que no tiene criterio, el que, finalmente, por andar haciendo notitas periodísticas termina por abandonar su proyecto personal. Termina por ser un fantasma.
—Fácil y caminando acabamos de inventar una palabra, una gran palabra, que explica la Wltansgauung de los grillos culturales mexicanos —dijo Nedda.
—Esa palabra es tuya. Debe tener tu copyright —dije.
—No, Marco, es tuya: tú la despertaste con tu pregunta y tú le diste un significado. Yo sólo la pronuncié.
Le agradecí a Nedda y me acordé de las palabras que hasta la fecha he inventado: frenáptero, frenólito, saúd, toxitl, intelectonto —palabra que aparece en mi novela Los placeres perdidos, publicada en su primera edición en 1988 (lo digo por si alguien —léase José Homero, se la quiere apropiar) y otras que no tengo presentes. Y hablando de José Homero a quien le di su leve descabezada en pasado Descabezadero, Diario de un escritor, he de decir que más allá de practicar desde hace varios años el deporte de la nalguneación pasiva, teniendo como nalguneadores a la gente de Reforma, El Ángel y Confabulario de El Universal, es uno de los pocos intelectuales —digámoslo desvergonzadamente— afincados en Xalapa, que han emprendido proyectos culturales ambiciosos y a largo plazo (¡cómo olvidar el suplemento Graffiti de El Sol Veracruzano, la editorial del mismo nombre, la Garnachería Danzante e Intelectualosa que tenía por el rumbo de (ya no me acuerdo el nombre de la calle) y en la que el trabajo pesado lo sobrellevaba su graciosa madre, cómo olvidar todo eso! Mientras otros nos acomodamos y apoltronamos en una silla y un cargo, él se fue por la libre. Que haya tenido que apechugar la oprobiosa nalguneación es otro tema. Pero que tiene mérito, lo tiene. Y si llegara a ser director del Instituto Veracruzano de la Cultura, sin duda lo haría mejor que otras personas que salen de la dirección de esa dependencia para recibir una beca de la misma dependencia. ¡Habrá que ver las linduras de la intelectualitat veracruzana!
Diario de un escritor: Cada domingo estoy
publicando en Milenio El Portal, periódico jalapeño (como los chiles) que dirige el muy tolerante y docto Sergio González Levet, cómplice de muchas de mis fechorías literarias, unas cuantas cuartillas de mi diario. Semana a semana iré actualizando este diario que espero lean mis amigos para amarme más y mis enemigos para odiarme más (si es que es posible). Garantizo sólo una cosa: que no podrán permanecer indiferentes a mis sutiles cortes de cabeza, a los que soy muy aficionado.
Foto de mi héroe con mi super héroe, Rubem Fonseca.
DESCABEZADERO IV
Diario de un escritor
García Márquez con máscara del Místico. Gloria e infierno en la Feria del Libro del Palacio de Minería y otras historias
Lo único peor que un escritor famoso es otro escritor más famoso (Eleuterio Tristófanes)
Sólo hay algo más patético que un crítico que no entiende lo que escribe: un lector que finge entenderlo
Californio El Simple
Reproduzco unas líneas de un e mail dirigido al escritor Eusebio Ruvalcaba, refiriéndome a la presentación de mi libro Poéticas y obsesiones. Encuentros con García Márquez (Universidad Veracruzana, Colección Biblioteca). La presentación se llevó a cabo en la Feria del Libro del Palacio de Minería en el DF. Los presentadores fueron Juan Villoro, Eusebio Ruvalcaba, Germán Martínez y un advenedizo, Crostóbal Domingo Sabio.
Eusebius:
La presentación del libro estuvo muy bien. No tan multitudinaria como una de Juan Gabriel pero si con público suficiente y con rostros interesados, de esos que hacen que uno sepa que lo que está diciendo va llegando a alguna parte .Particularmente me alegró conocer a una mujer de unos 60 años, que corrió a comprar todos mis libros disponibles y me dijo: "Creí que ya había leído todo lo que había que leer, pero al escucharlo a usted me di cuenta que estaba equivocada". Juan Villoro, el segundo presentador de mi libro, estuvo muy entusiasta, demasiadísimo entusiasta, dijo que yo era un buen panadero, un gran cuentista y se excedió en el renglón de los elogios, lo que no creo sea gran merito para MT pues Villoro es un optimista radical, de los que creen que tocando el claxon avanza el tránsito embotellado. Dijo Juan que Poéticas y obsesiones era digno de figurar en la mejor antología de la crónica latinoamericana, que mis encuentros con García Márquez eran de una sorprendente insolencia y de gran originalidad. Luego Germán Martínez leyó el texto que escribiste, Eusebio. Me sorprendió tu imaginación: sin leer el libro Poéticas y obsesiones. Encuentros con García Márquez dijiste que era encantador. Ah, lo que hace la amistad. El mismo Germán leyó un texto de su propia inspiración, mesurado e inteligente sobre mi libro. Luego vino lo inesperado. Cristóbal Domingo Sabio, un integrante del público, levantó la mano y dijo que mi libro era de una vanidad nauseabunda, que estaba mal redactado, era pedante, elemental y verdaderamente vergonzoso. Agregó que los presentadores eran unos falsarios y corruptos. Entonces fue cuando yo me dije: Gracias, my God, se me cumplió el sueño de acabar con este raudal de elogios que ya me estaba enfermando. Cuando me tocó hablar dije lo primero que se me vino a la cabeza (ese es el método que utilizo con relativa eficacia en mis más recientes presentaciones). Dije: 1. Que era necesario mandar a Juan Villoro al hospital para que le desmontaran el mecanismo del cerebro con el objetivo de descubrir cómo diablos es que habla tan coherentemente, con una lógica tan implacable y razones tan irrefutables. 2. Que Juan Villoro era un tramposo que estudiaba sus temas minuciosamente, escribía ensayos de claridad meridiana, pasaba días memorizándolos, y al estar frente al público los soltaba con gran elegancia y naturalidad, como si los estuviera leyendo en el aire. 3. Que admiraba a Eusebio Ruvalcaba por escribir unas líneas tan bellas y emocionantes sobre un libro que no había leído. 3. Que valoraba el talento cristiano de Germán Martínez, El Bueno, cuya vocación de servicio en pro de la difusión de la cultura le impedía lanzarse a empresas mayores, para las cuales estaba sin duda muy bien dotado. 4. Que agradecía la presencia de Cristóbal Domingo Sabio, representante del grupo Vuelta, ninguneador insigne, que me había permitido cumplir con uno de mis más caros sueños: ser vilipendiado en público, desportillado, defenestrado. Etc. La presentación culminó con un discurso de MT Mistercolombias que habló de sus temas y obsesiones habituales y anunció que estaba escribiendo una novela peor que Cien años de soledad pero no tan peor y que esa novela iba a ser el pegaso con el que ascendería al cielo de la diosa perra, es decir, la fama…a donde, en realidad, no quería llegar. (Un secreto para todos mis lectores: en la parte trasera del salón había un personaje que portaba la máscara del Místico, luchador cuyo prestigio sólo es comparable a la del Santo. Tras la máscara se ocultaba, ni más ni menos, Gabriel García Márquez, quien no estaba dispuesto a perderse la presentación de un libro en el que Mistercolombias lo hacía famoso.)
Estando en México leí dos artículos de insignes veracruzanos. Uno de Silvia Tomasa Rivera vapuleando a Cristóbal Domingo Sabio por haber publicado en el Fondo de Cultura Económica una especie de antología crítica de la literatura mexicana en la que incluía fundamentalmente a sus amigos (excluyendo, of course a sus enemigos, entre ellos a la alada y alelada poeta Rivera). El otro artículo, del único papábile de la literatura veracruzana, José Homero, apareció en el suplemento El ángel del periódico Reforma. En él cantaba alabanzas al pesadote de Robbe Grillet, el único escritor del mundo que le ha causado más perjuicio a la literatura mundial que la malhadada semiótica (según estadísticas personales Robbe Grillet, con sus insufribles novelas donde no pasa nada que no sean moscas, ha espantado a más lectores de literatura de los que ha atraído García Márquez). El artículo de José Homero contiene por lo menos cuarenta palabras que el lector medio debe buscar en diccionarios y no estoy muy seguro que José Homero sepa lo que significan los términos. De todos modos José Homero es nuestro Hombre en Reforma y en Nexos, lo que se ha ganado escribiendo por encargo a cambio de algunos buenos billetes. Extraño la edad dorada en que Homero estaba como un faro pendiente de lo que valía la pena en la literatura local y mundial. Arrepiéntete, José Homero. Y de paso le a comento a JH que no supo leer las ironías de mi blog. Lejos de mí está alabar a los que no respeto.
Noticia: el domingo a las tres de la tarde estaré presentando la Serie Conmemorativa de libros Sergio Galindo a las tres de la tarde en la Feria del Libro del Palacio de Minería. Para los que quieran ir de gorra a la presentación, en el aeropuerto Heriberto Jara Corona habrá un jet Lear de Click Mexicana con 60 asientos disponibles (cortesía de un fiel amigo). Favor llevar su torta y refrescos por si las virolas famosas se interponen en nuestro camino.
Por ahora es todo. Ah, feliz cumpleaños para mí. Cumplí 58 años y como dice el famoso poeta español Cenamor: cumplí 58 años y no me arrepiento (se aceptan regalos en el apartado postal 277 de Xalapa).
DESCABEZADERO III
Diario de un escritor (Domingo 20 de febrero)
Como en feria de Tonantzintla y por qué no aspiro al Sistema Nacional de Creadores
Fui con my wife a la Feria Internacional de Lectura de Tonantzintla, un viaje algo aventurado y quizás sorpresivo, pues, ¿qué se puede encontrar en una Feria del Libro que se lleva a cabo en un pueblo de cinco o diez mil habitantes? Y sí que fue una sorpresa: raudales de gente, buenas ventas, gran cantidad de eventos atractivos. Tonantzintla queda a quince minutos de Puebla, y tiene dos encantos excepcionales: el Observatorio Astronómico y varias iglesias de estilo churrigueresco. El observatorio apenas lo vimos por fuera pues había tal cantidad de muchachos –en general de primaria y prepa- que hubiéramos gastado varias horas en la fila. Mi libro Cuentos para ANTES de hacer el amor, publicado por la editorial Educación y Cultura, fue presentado en la Feria por Beatriz Meyer, feminista recalcitrante, Sebastián Gatti, argentino promotor de lectura y escritor, y Enrique de Jesús Pimentel, poeta. Hubo tal cantidad de elogios que mi esposa tuvo que retirarse. A ella le molestan ese tipo de orgías de vanidad y elogio, lo que comprendo. Eso de que le digan a uno que es uno de los escritores más brillantes de la literatura latinoamericana, maestro del erotismo y genio de la lengua, termina por hastiar. El hecho es que sonaban sinceros y amistosos. Una de las consecuencias desagradables de los viajes y salidas de la rutina es que uno regresa con problemas: las comilonas hacen que uno aumente de talla ventral y considere la posibilidad de abandonarse y dedicarse a cultivar un vientre de Trimalción. De todos modos tales salidas del mundo convencional y cotidiano de Xalapa son gratificantes, cuando uno está acostumbrado -más mi esposa que yo- a que en esta Atenas Veracruzana, llena de eruditos, le endilguen todos los adjetivos descalificativos posibles. De todos modos a mí me han asignado tantas faltas, pecados y defectos, que siempre agradezco uno más. Otro dato importante del viaje: estar bajo el sol deslumbrante y seco de Puebla por varias horas me hizo apreciar el fresco aire de Xalapa. Pero dejémonos de auto elogios y vamos a otra cosa. (Antes de pasar a lo siguiente les recomiendo Cuentos para ANTES de hacer el amor. Lo pueden encontrar en la Feria permanente del Libro Universitario, Hidalgo 9, aquí en Xalapa). Se me ocurrió que me gustaría volver a dar clases de redacción en la Universidad Veracruzana. Durante muchos años dicté clases en la Facultad de Letras. Fue un tiempo gratificante. El contacto con los muchachos me animaba, me inspiraba y me mantenía alerta. Luego me retiré. Diez años después decidí intentarlo de nuevo. Tuve que someterme a un examen y en verdad que fue una experiencia traumática. Poco faltó para que reprobara. Y es que, aunque he escrito muchos libros, ya no me ocupo de gramática, sintaxis, concordancias, etc. Mi idea de las clases de redacción es elemental: poner a los muchachos a que escriban y lean. Todo lo que escriban –un trabajo semanal- lo corrijo: pongo puntos, comas, sustituyo palabras, comento lo escrito y hago sugerencias. Este método tuvo resultados positivos: de los cien o doscientos muchachos que fueron mis alumnos, por lo menos veinte terminaron escribiendo en periódicos, publicando libros. Algunos incluso alcanzaron premios locales o nacionales. No todos me recuerdan, algunos me niegan, pero siguen escribiendo y a veces, cuando nos encontramos, rememoran mis clases a veces alocadas. Otro cambio de tema: El periódico en línea Alcalorpolítico me hizo una entrevista sobre la sexualidad de los ancianos y los religiosos. Mis respuestas a las preguntas fueron, como de costumbre, algo polémicas: que a los ancianos solitarios les convenía aceptar sus cuerpos y practicar el autoerotismo; que los sacerdotes y religiosos debían salir del closet y reconocer que, como todos los seres humanos, tienen una sexualidad; que la iglesia cristiana estaba varios siglos atrasada en estos temas; que la castidad forzada era el origen de muchos crímenes y abusos. De nuevo cambio de tema: ¿Por qué he decidido renunciar a participar en las convocatorias del IVEC y del Sistema Nacional de Creadores? Sencillo: porque valen más las amistades y la mansedumbre, la falta de criterio, que los méritos personales, premios y obras. Dondequiera que presente mis solicitudes aparecerá algún mafioso de la cultura que bloqueará mis proyectos. Aquí en Xalapa hay dos papas, uno novelista famoso y otro poeta que era del grupo de Octavio Paz, que impiden mi paso a cualquier reconocimiento. Tarde o temprano uno se entera de todo. El poeta se empeñó en negarme el Premio Latinoamericano de Cuento de Puebla hace años (otro miembro del jurado me lo contó) y el novelista prefirió darle un importante premio de novela a una obra que resultó mediocre y que fue olvidada desde el mismo momento que fue publicada (otro miembro del jurado me lo reveló). ¿Por qué tanto encono? Sencillo: yo , a lo largo de mi accidentada vida de reseñista y periodista popular, me he atrevido a tocar a Carlos Fuentes, Fernando del Paso, Octavio Paz, José Revueltas y otros santones. ¿Qué tiene de extraño que me pongan zancadillas, trancas y muy en lo oscurito finjan que no existo? No me quejo: estoy cosechando lo que he sembrado. Pero tengo varios consuelos: el mundo es grande, tengo la amistad de personas cuyo talento respeto y, señoras y señores: podrá decirse lo que quieran, pero, mediocre o no, trabajo mucho y disfruto de la vida. Además, como decía el desconocido Jaume Perich es muy desagradable caerle bien a la gente que te cae mal. (Aviso clasificado: el domingo 24, es decir hoy, presentaré en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en el D.F. mi libro Poéticas y obsesiones. Encuentros con García Márquez. Presentarán el libro Juan Villoro, Eusebio Ruvalcaba y el conde de Saint Germain Germán Martínez Aveces. Es muy posible que García Márquez asista disfrazado de Santa Claus. Por cierto, Poéticas y obsesiones. Encuentros con García Márquez puede adquirirse en la Feria Permanente del Libro Universitario, Hidalgo 9, donde también puede encontrase Cuentos para ANTES de hacer el amor.) Mi blog: mistercolombias.blogspot.com
DESCABEZADERO II
Diario de un escritor (Domingo 13 de febrero de 2008)
Lo que quiero es que me odien
Después de todo la vida es básicamente comerse los unos a los otros
Stephen Dedalus
A lo largo de mi vida he tenido varias obsesiones. Una de ellas es el ejercicio físico, otra la literatura. Hay una tercera, que mis lectores ya conocen. Las dos primeras obsesiones tienen que ver con la vanidad, la egolatría, el autoaprecio, la necesidad de atención, el deseo de destacar y la exigencia de estar a la altura de la opinión que tengo de mí mismo. Muchas personas me han criticado este rasgo de mi personalidad, a veces calificándola de enfermiza. Pienso que todos los seres humanos necesitamos amor y respeto por parte de nuestros semejantes, sólo que a unos se les nota más otros. Quienes descansan sólo en Dios consideran vano todo intento de sobresalir. Quienes prefieren aliviar a Dios de sus cargas, se ocupan de producir algo nuevo, no simplemente de repetir salmodias y lamentos. Pero si Dios hizo al hombre, no lo hizo para bajar la cabeza sino para levantarla. Vinimos a levantar polvo, no a apisonarlo. El mundo podría dividirse en dos campos enfrentados: el de los humildes y el de los vanidosos. De la humildad se deriva en muchas ocasiones la sumisión. De la vanidad se deriva la soberbia. Uno y otro extremos son, sin duda, perniciosos. Hay quienes alaban la esclavitud, arguyendo que mientras más se sufra, más se merece. Si nos preguntamos, con la mano en el corazón, quienes han movido el progreso de la humanidad, tenemos que responder que han sido los soberbios quienes han movido los motores de la civilización. ¿Quién que no crea poder competir con todos sus antecesores, incluso con Dios, llevó a cabo algo verdaderamente grande? Cada vez que alguien me acusa de vanidoso o ególatra, me sobran frases para responder: “Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas” (Rousseau). “Las almas más grandes son capaces de los mayores vicios, como de las mayores virtudes” (Descartes). “No hay castos; solamente hay enfermos, hipócritas, maniacos y locos” (France). Pienso en la prensa local, nuestros periodistas jalapeños, nuestros intelectuales: ¿quién ejerce su criterio? ¿Quién hace temblar a los grandes? A mis oídos llegó que en Humanidades, en la Universidad Veracruzana hubo quines censuraron mi primer Descabezadero. Qué bueno. Si vinimos a este mundo fue a levantar polvo. No a apisonar las huellas que dejaron nuestros antecesores. Repito. Pero, bueno, vamos a otra cosa: a practicar, como decía Ortega y Gasset, el sublime deleite de hablar de mí mismo (por eso he subtitulado esta columna Descabezadero: Diario de un escritor.) Estoy capturando, con toda lentitud y placer, mi primera novela, Breve historia de todas las cosas. Se publicó en 1975 en Buenos Aires en Ediciones La Flor, cuando yo tenía 25 años. El editor, Daniel Divinsky (editor histórico, del padre de Mafalda, Quino) viajó a Cali a llevarme el contrato. La novela se publicó con la siguiente texto de contraportada: “NOS, los editores de este libro declaramos al lector: Que AGUILERA GARRAMUÑO no es un seudónimo utilizado por García Márquez para escribir una novela más divertida que Cien años de soledad. Aguilera Garramuño es el de la fotografía y, como se verá, no tiene bigote. Que Breve historia de todas las cosas es la novela más imaginativa, loca, entretenida y rica que haya pasado en mucho tiempo por nuestras manos. Que garantizamos al lector satisfacción completa. Caso contrario, se le devolverá el importe de su compra en la tienda principal de San Isidro del General Que el mencionado pueblo, San Isidro del General, no es Macondo, y su único parecido es que ambos sólo podrían estar en Colombia. Que todos los comentarios bibliográficos de este libro van a relacionarlo con García Márquez, siendo esto una mentira: a nosotros nos gusta más Aguilera Garramuño. Con Breve historia de todas las cosas inicié mi carrera literaria. Tenía yo por entonces 25 años, estaba estudiando Filosofía en la Universidad del Valle, y en el futuro estaba agazapado un universo: la Universidad de Kansas, la de Nuevo León, la Veracruzana, el matrimonio, dos hijos, 25 libros, algunos premios literarios, algunos errores graves, una visita al infierno donde casi me quedo a vivir, y ahora, esta columna en Milenio, mediante la cual me voy a comunicar con los que quieran leerme sin prejuicios. Básicamente soy, o creo ser, un hombre libre, con criterio y capacidad de ejercerlo. Espero cumplir con estos postulados y ganar unos cuantos amigos y una mirada de enemigos (esos los doy por descontados). Para tener un millón de amigos basta poner cara de tonto, sonreírle a todo el mundo y decir a todo que sí. ¿Y entonces, qué mérito tiene, mis queridos frenápteros y frenolitos, vivir con cara de bobos para hacer felices a los demás? Dice García Márquez que escribe para que lo quieran. Yo escribo para que me odien al principio y me terminen amando. En el fondo, como dice Borges, todos los hombres somos el mismo hombre. La vida se reduce a dos o tres garabatos que trazamos sobre las arenas del tiempo. (Descanse en paz Emilio Carballido, hombre de talento grande y de generosidad sin tacha. Pocas veces un hombre de letras concita tanta aprobación de sus contemporáneos.)
DESCABEZADERO I
Diario de un escritor (Domingo 6 de febrero)
* La egolatría y el caso Anaya Rosique
Ya sé que es un lugar común pero recurriré a él. Al iniciar la escritura de una columna semanal para MILENIO EL PORTAL me siento como fray Luis de León después de años de cautiverio, cuando regresó a la cátedra. Diré como él, "decíamos ayer". Y es que en conciliábulo con Sergio González Levet me inicié, hace muchos años, en el periodismo veracruzano. Con Sergio escribí en El Sol Veracruzano (que en paz descanse) una serie de comentarios a libros, que se publicaban ¡en primera página! En toda la historia del periodismo veracruzano nunca se había presentado algo tan descabellado: la reseña de un libro en primera página.
Con Sergio, en la histórica revista Línea publiqué una extensa novela por entregas que se llamó Diario de un frenético. ¡Cuánto polvo no levantó esta novelita! Basta decir que un señor que ahora tiene estatua y cultiva sólo recuerdos quiso obligarme a salir de Xalapa y México, y que casi lo logra si no se interponen dos personas ligeramente importantes: Fernando Gutiérrez Barrios y Gabriel García Márquez.
Recuerdo que García Márquez me dijo: "Yo te ayudo, con la condición de que no reveles que metí mano en el asunto". Pasados casi veinte años del asunto, ya me siento libre del compromiso. La novelita por entregas, una vez corregida, terminó publicada en varios volúmenes: Las noches de Ventura, en Planeta (agotada), La pequeña maestra de violín, en Universidad de Puebla (no sé que ha pasado con la edición: la editorial de la Benemérita Universidad de Puebla tiene una pésima distribución y hasta creo que usan las novelas que publican para alimentar los boilers), La hermosa vida, Conaculta, Colección Guardaagujas (tampoco tengo idea que ha pasado con ese libro) y, el cuarto volumen, El amor pleno, inédita.
(Hay dos adjetivos descalificativos que me han endilgado algunos analfabestias jalapeños: pornógrafo y ególatra. A estos jumentos que se cocinan con el aderezo de la mediocridad y la envidia les advierto que esta columna tendrá por tema central a mi mejor amigo: Marco Tulio, y que si no les gusta, tengan la decencia de no leerla, y que si la van a criticar, que por lo menos la lean y opinen con conocimiento de causa. En posteriores artículos hablaré sobre la pornografía y la egolatría. De modo que, amigos (de sí mismos), quedan advertidos. Espero que los lectores que pueda cosechar, lean con sentido del humor y tolerancia… particularmente porque a veces puedo resultar insoportable incluso a mi propia persona).
Hay muchos temas que quisiera tratar en esta columna inaugural. El primero será el que voy a llamar "El caso Anaya Rosique". Pocas veces un tango tuvo tal dramatismo y duró tan poco como la dirección que tuvo Jesús Anaya Rosique de la Editorial de la Universidad Veracruzana. Todo fue confuso, un auténtico sainete. Un día el rector convocó a los notables de la Universidad Veracruzana a Rectoría: iba a comunicar un acontecimiento fundamental para la vida de nuestra institución: el nombramiento de un señorón —como dirían las damas de Las Ánimas refiriéndose a la mamá de Gloria Trevi— al frente de la Editorial. Ese gran personaje era Jesús Anaya Rosique, que venía precedido por luces y sombras. Gerente de la poderosa editorial Planeta, editor de Feltrinelli en Italia, organizador de la Feria de Guadalajara, etc. Sobraron adjetivos para calificar a Anaya Rosique ante la inteligencia de la Universidad. Sustituía a Celia del Palacio Montiel, que discretamente, en un corto periodo, había modernizado la Editorial, creado colecciones, promovido presentaciones y engordado el personal de la dependencia. Se retiraba Celia por razones diversas, entre las que se arguyeron problemas de salud, conflictos vocacionales —"Yo lo que quiero es ser novelista publicada por Alfaguara", diría— y llegaba El Gran Reformador, el factótum, el Mesías Editorial.
Pasó un día, pasó otro, pasó una semana, y el Mesías Anaya Rosique no se manifestaba en su puesto al frente de la Editorial. Y al séptimo día el rector anunció que iba a visitar la Editorial de la Universidad (donde este ególatra columnista labora como editor y académico). Reunidos todos los trabajadores de la Editorial (editores, personal de confianza, personal manual y administrativo), sentaditos juiciosamente frente a una mesa con micrófonos, vimos aparecer a Raúl Arias Lovillo (mi rector preferido: todos los anteriores me fueron indiferentes y yo ante ellos fui un fantasma), vimos aparecer a nuestro rector con su aparato, casi séquito, en el que faltaba (no sé por qué razón) el secre académico Corzo, cámaras de televisión y fotógrafos incluidos, etc. Aposentados los funcionarios frente a su sumiso público el señor rector desgranó un escueto discurso en el que explicaba la poco graciosa huida del Mesías Editorial y el regreso (nombramiento interino) de Celia del Palacio. Confusas razones (dijo el rector) argüía Anaya Rosique para salir del río sin mojarse el rabo: que la Editorial estaba aposentada en arenas movedizas, que él no veía forma de arreglar aquello, y, que por lo tanto, adiós.
¿Pero cómo se enteró Anaya Rosique de que vivimos en arenas movedizas si nunca visitó la Editorial? El Mesías fue atacado por un periodista célebre por su amor a la Universidad: dijo que nuestro Señor Editorial había hecho unas cuantas fechorías de orden sexual y editorial, que era un paria sin trabajo, casi dijo que era un desecho humano, un detrito del Distrito Federal. ¿Por qué no desmintió Anaya Rosique a su detractor? ¿Si eran tan chin (eso) por qué no tomó el toro por los cuernos y sacó a la Editorial de las arenas movedizas?
Le toca ahora al señor rector afrontar la pifia y buscar un buen director de la Editorial: no poner a uno de los tradicionales polichambistas que tienen gran nombre fabricado por la publicidad y la mentada productividad (que podría definirse como "el talento para inventar conferencias que no se dictan, publicar libros escritos por los alumnos y para conseguir que los amigos de universidades de otros países escriban constancias de eventos que no se llevan a cabo"); el rector no debe poner como director de la Editorial a un timorato ni a un talento municipal ni a un seudointelectual de segunda: se necesita una persona con don de gentes, sabiduría en el manejo de personal, cultura, prestigio, capacidad de discernir entre lo valioso y lo retórico o mediocre en el terreno de la literatura. Se necesita alguien que tenga buena relación con escritores e investigadores. En México hay varias personas con estas características (los ególatras quedan excluidos: es decir, todos los escritores) pero evidentemente no voy a ser yo el que se lance a postular nombres: a mí lo que me gusta es lanzar la pelota de básquet a la canasta desde la distancia de los tres puntos… Y que me dejen tranquilo rumiando mis escribanías.
2 comentarios
¿Sino te ofende que te rechacen, porqué entonces dices: "calibre el nivel de las personas en cuyas manos está la literatura mexicana"? no se comprende.
ResponderEliminarNo me ofende que me rechacen. Me ofende que me rechacen personas que no saben ni siquiera las reglas básicas de la ortografía. En realidad yo he hecho toda mi carrera en base a rechazos y terquedad.
ResponderEliminarMarco T.