febrero 19, 2008
Reseña de Cuentos para antes de hacer el amor*
José Cardona-López/Periódico Síntesis
Suplemento Catedral
José Cardona-López/Periódico Síntesis
Suplemento Catedral
Puebla, México, 17 de febrero de 2008
Si entre los placeres de alcoba también está la lectura de un buen libro, hay que decir que los fumadores se agregan otro, el del cigarrillo que se fuma antes y el que va después. Sin embargo, libro y cigarrillo, como lo sabemos, hoy en día soportan un destino que quiere mandarlos a la lona, por lo tanto ahora pueden ser mayores objetos de placer, bien de alcoba o no. El libro digital trata de reemplazar al primero, el segundo cada vez se echa más y más a la calle, y aún en ésta recibe sus severas amonestaciones. Pero las librerías y bibliotecas, ya tan presentes en el mundo del ciberespacio, siguen tan contantes y sonantes con sus toneladas de papel (hace unos años reconstruyeron la biblioteca de Alejandría), y los fumadores se resisten a pulmón partido, como si fueran una raza arrinconada. En defensa del libro virtual aparecen planteamientos hasta de orden ecológico, y en contra del cigarrillo, claro está, la salud. Y habrá que agregar que en los tiempos actuales, que corren furiosos a lomo de petróleo, sus derivados y consecuencias, se habla del calentamiento global. Pero no hablemos de un tema tan mayúsculo, más bien refirámonos a otro tipo de calentamiento, al del cuerpo y el alma en los grandes placeres de alcoba. Marco Tulio Aguilera Garramuño acaba de ofrecernos, no un cigarrillo para el antes y el después, mas si un libro: Cuentos para antes de hacer el amor (2007). Hace varios años nos había entregado su ya muy conocido Cuentos para después de hacer el amor (1984). Con uno y otro el autor nos hace un guiño de convocación al placer central de los cuerpos, además de que nos entretiene en forma amable. Sus dos colecciones de cuentos son de lectura grata bien para antes o después de las faenas de los cuerpos, como plantean los dos títulos, o para leerlos en cualquier otro momento y lugar.Cuentos para antes de hacer el amor contiene once cuentos en que predomina la situación de hombres maduros y vida tranquila en el hogar, la que de pronto se ve asaltada por la presencia de una bella mujer, por lo general muy joven y de cuerpo glorioso. Al final todo se restablece y el hombre regresa a los brazos de la felicidad del hogar: el cuerpo y el amor de su esposa, y el amor de los hijos. “Olor a cuero” es un cuento de suspenso y erotismo. Magia Blanca, una vedete, se dispone a tener un fin de semana que ella augura como especial. Por su parte Gabriel, hombre pobre y desempleado, aupado por su situación se prepara a cometer una fechoría. Ha conseguido una pistola, idea que le vino luego de ver una película y escuchar que el protagonista se dijera “Hoy me levanto y me doy todos los ases” (13). Con la pistola Gabriel va a dar a la casa de Magia Blanca. Una vez adentro, él le dice a ella que sólo va por dinero y una buena cena. Ante aquella mujer de tantos encantos, el deseo por ella ahormiguea en las entrañas de Gabriel, y crece mucho más al saber que está frente a la vedete que él antes ha visto en la televisión. Gabriel cena y Magia Blanca es suya. La jornada carnal es furiosa y sincera, y la vedete queda muy satisfecha. Ella le entrega a Gabriel joyas, dinero y hasta las llaves de su carro, y le pide que regrese al otro día. Gabriel regresa, pero no sabe que sólo está regresando al lugar del crimen, y como en todo regreso de esa índole, allá lo esperan Magia Blanca y unos hombres, unos hombres con chamarras de cuero. “El llamado de la bestia” es un cuento en que la realidad narrada contiene dos niveles. En uno se cuenta del hombre y su esposa. Su unión ha sido “un auténtico matrimonio de almas, un matrimonio espiritual” (37). En el otro se cuenta de este esposo, ex seminarista y buen lector de La Biblia y libros píos, que una noche visita un lugar donde las mujeres se desnudan ante una enardecida asistencia masculina. Mientras en este sitio asciende el hervor de la lubricidad general que las mujeres desatan, el nivel que corresponde a narrar la vida hogareña del hombre va y viene en escenas del pasado y el presente de él. La última mujer de la noche se encarga de conducir la audiencia hacia el clímax. Se desnuda por completo. En la algarabía que se forma, todos los hombres, incluso el personaje casto, acaban por pasar entre las piernas de la mujer. Es cuando él comprende que “allí estaba la esencia de lo que tú y yo hemos ignorado por todo el tiempo por culpa de la prisa y la vergüenza” (46). Regresa el hombre a la realidad de su hogar, pero su esposa y él todavía no logran hacer el amor, aunque lo intentan varias veces. Bárbara, una mujer muy joven, inteligente y hermosa, remueve la tranquilidad de Leone, un profesor. Son los personajes de “Arrepiéntete pecador”. Ambos han conocido los placeres solitarios con sus lecturas, él con Vargas Vila, ella con Hegel, y ahora ostentan sus amores y deseos en lugares públicos. En calles, parques, edificaciones y la playa se muestran besándose, juegan a burlarse de la gazmoñería de la ciudad donde viven, se exploran a lengua limpia los cuerpos. Luego que la boca de ella ha saboreado la sustancia primordia del profesor, las cosas entre ellos pasan a un periodo de calma, hasta que ella acaba por abandonarlo a él, sin dejar ningún rastro. Bárbara lo abandona después que en el departamento de él ha ido a la cocina a preparar algo de comer. Mientras ella hace la comida, el profesor lee y relee una frase de un libro. Con esta frase él debe entender que el corazón de la mujer perseguida en asuntos del amor no es tan fácil de ganar. “Un matrimonio feliz” es un conjunto de tres narraciones en las que Catalina y Patricio encuentran sus buenos motivos para la felicidad en pareja. En la primera, “La mujer y el espejo”, ella y él sienten que tras el espejo de una habitación de una casa vieja y enorme hay una especie de ser que los conduce a increíbles goces de la carne. Los dos saben, dice Catalina, “que ese espejo que nos miraba casi burlonamente estaba esperando el momento propicio para obligarnos a hacer lo que yo ni me atrevo a soñar, o que si sueño, luego pierdo en la piedad, en el olvido” (80). En “Las mujeres de video”, Patricio y Catalina a veces prefieren ver películas pornográficas en la alcoba en lugar de dedicarse a las tareas de la vida marital con películas pornográficas. Pasan los días y Patricio termina por quedarse a vivir en el mundo de las fantasías de las películas, mientras su mujer duerme cada noche en el cuarto de los niños. Al final del cuento él la solicita, pero Catalina se niega. Legitimado porque acaba de comprender que “a la mujer, lo que quiera” (95) es el secreto de la felicidad en el matrimonio, Patricio regresa a su mundo de las películas pornográficas, donde lo esperan sus mujeres de fantasía, siempre tan solícitas con él. En “Sueños de un buen cristiano”, Patricio sucumbe ante el deseo por Atiú, una muchacha de servicio que va a trabajar en su casa. Ella es casi una niña de origen indígena. Patricio, el buen hombre de ciudad, desea con ansias a la chica que viene de una region selvática. Él le enseña a asearse, y en el baño Patricio mismo descubre la belleza del cuerpo de ella. El día que Atiú se va, ésta le pide a Patricio que la haga suya, en la misma cama de él y Catalina. Patricio cumple con la chica ante los ojos del Cristo que preside la habitación conyugal, de quien él espera que “comprenda y sepa perdonar, si es que hay pecado” (111).En “La noche de Aquiles y Virgen”, entre todo lo que hace la pareja en su cama, él le cuenta a ella una historia erótica y graciosa. A estas alturas de la noche, ya los dos se han fumado sus cigarillos (otra vez el cigarillo) y han ejecutado una extenuante gimnasia carnal que incluye posiciones espectaculares. Pasan los minutos en fila hacia la madrugada, y al terminar Aquiles de contar su cuento (otra vez los cuentos), “Virgen abrió los ojos como despertando de un agradable sueño de placer etéreo” (135) y los dos reanudan con abundante vigor sus compromisos lúbricos. Al final Aquiles sabe con orgullo que de nuevo ha honrado “a su esposa en el instante que ella perdió el control de su cuerpo, quedando como un océano, relajada, en el sueño feliz del amor satisfecho” (136).Una señora muy atildada, Fernanda, le pide a un amigo que inicie en la vida sexual a su hija, Renata. Es la situación narrativa de “La historia completa de Ranita”, fragmento que proviene de Las noches de Ventura (Buenabestia) (1995) de Aguilera Garramuño. Es una narración alegre, divertida, juguetona. Fernanda, en sus desesperos materno-celestinescos, ayuda a provocar ocasiones para la iniciación carnal de Ranita. Les consigue a Eleuterio y Ranita una cabaña con playa a la vista por una semana, pero nada logran estos dos. Al terminar la semana, los tres deben entender que Ranita va a sucumbir en los arrebatos de la carne cuando “su cuerpo y la circunstancias estuvieran maduros” (146). Y su cuerpo y las circunstancias se conjugan en madurez una tarde, en el espacio de las dos horas que Ranita tiene libre antes de volver al colegio. En un motel ella se le entrega a Eleuterio, y lo hace con la absoluta maestría de la buena y voluntariosa alumna que a clase llega muy preparada. La cama de la habitación acaba por ser una especie de caos central del universo entero. En “La historia de Sally Ramsey” a un escritor le quedan cuatro días de visita a una ciudad universitaria de Canadá, donde fue invitado a dar una conferencias. En esos cuatro días conoce a Sally, una mujer espléndida que es flautista. Los dos se sienten atraídos, se indagan sobre sus vidas y debilidades, se acercan blandiendo deseos mutuos, pero todo sólo llega hasta cuando ella, entre oscuridad y vegetación, se hinca a ejecutar maravillas con sus dedos y su boca de flautista. Los lances mayores con sus cuerpos no pasan de aquella noche y de las fantansías mutuas que se cuentan. El escritor regresa a casa intacto, a los brazos de su esposa, la única mujer que le cerrará los ojos cuando él muera, “y seguro de que no había nada mejor que dejar una buena pieza de la comida en el plato” (181). Los dos últimos cuentos de Cuentos para antes de hacer al amor refieren pasajes de la vida de Willy, un personaje dicharachero, bueno y generoso. Trabaja en una editorial y es poeta. En “El humilde Willy en Cuba”, Willy recuerda con nostalgia, buen humor y ternura, sus logros amorosos y carnales en un viaje que hace a Cuba. El ha viajado a la isla en busca de un escritor a quien, gracias a los buenos oficios suyos, le han aceptado para publicación un manuscrito de novela. El narrador del cuento es alguien que escucha a Willy, un hombre que confiesa ser “un sibarita que incluso de oídas disfruto de las mujeres, aunque sean ajenas o imaginadas” (187). El dueto no puede ser mejor para saber de una historia cargada de anécdotas graciosas, inolvidables. En Cuba Willy conoce a Rosa Edith, una mujer que lo lleva al Paraíso en un cuarto de hotel. “Si algún día regresas a La Habana, búscame” (196), es todo lo que ella le dice al despedirse, sin darle ninguna dirección o teléfono.Willy regresa a Cuba, pero en lugar de buscar a Rosa Edith se dedica en cuerpo y alma a dejarse atender en un congreso de poesía, como representante de la editorial. Este regreso se narra en “El masajito bayamés”, una historia en la que el buen humor va a despertar en el rostro del lector la sonrisa, y de ésta sus mudas hacia la franca risa. Willy estará bajo la mirada y presencia protectora de un guardaespaldas gigantesco que le adjudican, y bajo la dictadura de una poeta, Noelia Cimarrone, la Reina Sostenedora de la Poesía de Villa Muelas. Con cada uno de esos barrotes a los lados, bajo un árbol de mango y a cuarenta y un grados, Willy deberá soportar la lectura de poemas de setenta y cinco poetas reunidos en un congreso en Villa Muelas. Cuando después de varios intentos Willy logra fugarse a descansar en su hotel, a la puerta de la habitación se le presenta una hermosa mujer joven que se ofrece a darle un masaje bayamés. Willy está muy extenuado, sólo quiere dormir, y rehúsa el ofrecimiento de la chica. Al otro día, desde la mañana, Willy vuelve a tener a su lado a Noelia, quien era “[f]ea, recontrafea, ultraespantosa, pero simpática y una verdadera estrella, una diva” (201), y sucumbe en las carnes de ella. Willy regresa de Cuba y por fin lo tenemos de nuevo ante el narrador del cuento, preguntándose “¿cómo será el famoso masajito bayamés?” (212). Para saberlo, nos indica el narrador, habrá que esperar a que Willy tenga su tercer viaje a Cuba. Mientras Willy regresa a Cuba, nosotros podemos cerrar el libro, repasar algunas páginas y luego cerrarlo. Tal vez lo cerremos para disponernos a esperar el regreso de Marco Tulio Aguilera Garramuño con otro libro de cuentos, seguramente tan ameno y cargado de excelencias como éste. Y mientras nuestro autor vuelve a entregarnos otra colección de cuentos, habrá que decir que con Cuentos para antes de hacer el amor de nuevo él contribuye a demostrar que la vena y la veta de la literatura erótica es inagotable, a pesar de las monotonías y mañas que la acechan. Saber moverse en el mundo artístico de lo erótico es lo que hasta ahora nos ha demostrado Aguilera Garramuño, pues en su muy amplia producción narrativa las exploraciones literarias en torno a los goces del cuerpo ocupa lugar esencial. Como escritor, el autor sabe que amor y deseo carnal son vías primordiales para las indagaciones sobre la condición humana, sobre el conocimiento del ser y el estar en el mundo.
*Marco Tulio Aguilera Garramuño, Cuentos para antes de hacer el amor. Puebla: Ediciones de Educación y Cultura,México, 2007, 212 pags..
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Si entre los placeres de alcoba también está la lectura de un buen libro, hay que decir que los fumadores se agregan otro, el del cigarrillo que se fuma antes y el que va después. Sin embargo, libro y cigarrillo, como lo sabemos, hoy en día soportan un destino que quiere mandarlos a la lona, por lo tanto ahora pueden ser mayores objetos de placer, bien de alcoba o no. El libro digital trata de reemplazar al primero, el segundo cada vez se echa más y más a la calle, y aún en ésta recibe sus severas amonestaciones. Pero las librerías y bibliotecas, ya tan presentes en el mundo del ciberespacio, siguen tan contantes y sonantes con sus toneladas de papel (hace unos años reconstruyeron la biblioteca de Alejandría), y los fumadores se resisten a pulmón partido, como si fueran una raza arrinconada. En defensa del libro virtual aparecen planteamientos hasta de orden ecológico, y en contra del cigarrillo, claro está, la salud. Y habrá que agregar que en los tiempos actuales, que corren furiosos a lomo de petróleo, sus derivados y consecuencias, se habla del calentamiento global. Pero no hablemos de un tema tan mayúsculo, más bien refirámonos a otro tipo de calentamiento, al del cuerpo y el alma en los grandes placeres de alcoba. Marco Tulio Aguilera Garramuño acaba de ofrecernos, no un cigarrillo para el antes y el después, mas si un libro: Cuentos para antes de hacer el amor (2007). Hace varios años nos había entregado su ya muy conocido Cuentos para después de hacer el amor (1984). Con uno y otro el autor nos hace un guiño de convocación al placer central de los cuerpos, además de que nos entretiene en forma amable. Sus dos colecciones de cuentos son de lectura grata bien para antes o después de las faenas de los cuerpos, como plantean los dos títulos, o para leerlos en cualquier otro momento y lugar.Cuentos para antes de hacer el amor contiene once cuentos en que predomina la situación de hombres maduros y vida tranquila en el hogar, la que de pronto se ve asaltada por la presencia de una bella mujer, por lo general muy joven y de cuerpo glorioso. Al final todo se restablece y el hombre regresa a los brazos de la felicidad del hogar: el cuerpo y el amor de su esposa, y el amor de los hijos. “Olor a cuero” es un cuento de suspenso y erotismo. Magia Blanca, una vedete, se dispone a tener un fin de semana que ella augura como especial. Por su parte Gabriel, hombre pobre y desempleado, aupado por su situación se prepara a cometer una fechoría. Ha conseguido una pistola, idea que le vino luego de ver una película y escuchar que el protagonista se dijera “Hoy me levanto y me doy todos los ases” (13). Con la pistola Gabriel va a dar a la casa de Magia Blanca. Una vez adentro, él le dice a ella que sólo va por dinero y una buena cena. Ante aquella mujer de tantos encantos, el deseo por ella ahormiguea en las entrañas de Gabriel, y crece mucho más al saber que está frente a la vedete que él antes ha visto en la televisión. Gabriel cena y Magia Blanca es suya. La jornada carnal es furiosa y sincera, y la vedete queda muy satisfecha. Ella le entrega a Gabriel joyas, dinero y hasta las llaves de su carro, y le pide que regrese al otro día. Gabriel regresa, pero no sabe que sólo está regresando al lugar del crimen, y como en todo regreso de esa índole, allá lo esperan Magia Blanca y unos hombres, unos hombres con chamarras de cuero. “El llamado de la bestia” es un cuento en que la realidad narrada contiene dos niveles. En uno se cuenta del hombre y su esposa. Su unión ha sido “un auténtico matrimonio de almas, un matrimonio espiritual” (37). En el otro se cuenta de este esposo, ex seminarista y buen lector de La Biblia y libros píos, que una noche visita un lugar donde las mujeres se desnudan ante una enardecida asistencia masculina. Mientras en este sitio asciende el hervor de la lubricidad general que las mujeres desatan, el nivel que corresponde a narrar la vida hogareña del hombre va y viene en escenas del pasado y el presente de él. La última mujer de la noche se encarga de conducir la audiencia hacia el clímax. Se desnuda por completo. En la algarabía que se forma, todos los hombres, incluso el personaje casto, acaban por pasar entre las piernas de la mujer. Es cuando él comprende que “allí estaba la esencia de lo que tú y yo hemos ignorado por todo el tiempo por culpa de la prisa y la vergüenza” (46). Regresa el hombre a la realidad de su hogar, pero su esposa y él todavía no logran hacer el amor, aunque lo intentan varias veces. Bárbara, una mujer muy joven, inteligente y hermosa, remueve la tranquilidad de Leone, un profesor. Son los personajes de “Arrepiéntete pecador”. Ambos han conocido los placeres solitarios con sus lecturas, él con Vargas Vila, ella con Hegel, y ahora ostentan sus amores y deseos en lugares públicos. En calles, parques, edificaciones y la playa se muestran besándose, juegan a burlarse de la gazmoñería de la ciudad donde viven, se exploran a lengua limpia los cuerpos. Luego que la boca de ella ha saboreado la sustancia primordia del profesor, las cosas entre ellos pasan a un periodo de calma, hasta que ella acaba por abandonarlo a él, sin dejar ningún rastro. Bárbara lo abandona después que en el departamento de él ha ido a la cocina a preparar algo de comer. Mientras ella hace la comida, el profesor lee y relee una frase de un libro. Con esta frase él debe entender que el corazón de la mujer perseguida en asuntos del amor no es tan fácil de ganar. “Un matrimonio feliz” es un conjunto de tres narraciones en las que Catalina y Patricio encuentran sus buenos motivos para la felicidad en pareja. En la primera, “La mujer y el espejo”, ella y él sienten que tras el espejo de una habitación de una casa vieja y enorme hay una especie de ser que los conduce a increíbles goces de la carne. Los dos saben, dice Catalina, “que ese espejo que nos miraba casi burlonamente estaba esperando el momento propicio para obligarnos a hacer lo que yo ni me atrevo a soñar, o que si sueño, luego pierdo en la piedad, en el olvido” (80). En “Las mujeres de video”, Patricio y Catalina a veces prefieren ver películas pornográficas en la alcoba en lugar de dedicarse a las tareas de la vida marital con películas pornográficas. Pasan los días y Patricio termina por quedarse a vivir en el mundo de las fantasías de las películas, mientras su mujer duerme cada noche en el cuarto de los niños. Al final del cuento él la solicita, pero Catalina se niega. Legitimado porque acaba de comprender que “a la mujer, lo que quiera” (95) es el secreto de la felicidad en el matrimonio, Patricio regresa a su mundo de las películas pornográficas, donde lo esperan sus mujeres de fantasía, siempre tan solícitas con él. En “Sueños de un buen cristiano”, Patricio sucumbe ante el deseo por Atiú, una muchacha de servicio que va a trabajar en su casa. Ella es casi una niña de origen indígena. Patricio, el buen hombre de ciudad, desea con ansias a la chica que viene de una region selvática. Él le enseña a asearse, y en el baño Patricio mismo descubre la belleza del cuerpo de ella. El día que Atiú se va, ésta le pide a Patricio que la haga suya, en la misma cama de él y Catalina. Patricio cumple con la chica ante los ojos del Cristo que preside la habitación conyugal, de quien él espera que “comprenda y sepa perdonar, si es que hay pecado” (111).En “La noche de Aquiles y Virgen”, entre todo lo que hace la pareja en su cama, él le cuenta a ella una historia erótica y graciosa. A estas alturas de la noche, ya los dos se han fumado sus cigarillos (otra vez el cigarillo) y han ejecutado una extenuante gimnasia carnal que incluye posiciones espectaculares. Pasan los minutos en fila hacia la madrugada, y al terminar Aquiles de contar su cuento (otra vez los cuentos), “Virgen abrió los ojos como despertando de un agradable sueño de placer etéreo” (135) y los dos reanudan con abundante vigor sus compromisos lúbricos. Al final Aquiles sabe con orgullo que de nuevo ha honrado “a su esposa en el instante que ella perdió el control de su cuerpo, quedando como un océano, relajada, en el sueño feliz del amor satisfecho” (136).Una señora muy atildada, Fernanda, le pide a un amigo que inicie en la vida sexual a su hija, Renata. Es la situación narrativa de “La historia completa de Ranita”, fragmento que proviene de Las noches de Ventura (Buenabestia) (1995) de Aguilera Garramuño. Es una narración alegre, divertida, juguetona. Fernanda, en sus desesperos materno-celestinescos, ayuda a provocar ocasiones para la iniciación carnal de Ranita. Les consigue a Eleuterio y Ranita una cabaña con playa a la vista por una semana, pero nada logran estos dos. Al terminar la semana, los tres deben entender que Ranita va a sucumbir en los arrebatos de la carne cuando “su cuerpo y la circunstancias estuvieran maduros” (146). Y su cuerpo y las circunstancias se conjugan en madurez una tarde, en el espacio de las dos horas que Ranita tiene libre antes de volver al colegio. En un motel ella se le entrega a Eleuterio, y lo hace con la absoluta maestría de la buena y voluntariosa alumna que a clase llega muy preparada. La cama de la habitación acaba por ser una especie de caos central del universo entero. En “La historia de Sally Ramsey” a un escritor le quedan cuatro días de visita a una ciudad universitaria de Canadá, donde fue invitado a dar una conferencias. En esos cuatro días conoce a Sally, una mujer espléndida que es flautista. Los dos se sienten atraídos, se indagan sobre sus vidas y debilidades, se acercan blandiendo deseos mutuos, pero todo sólo llega hasta cuando ella, entre oscuridad y vegetación, se hinca a ejecutar maravillas con sus dedos y su boca de flautista. Los lances mayores con sus cuerpos no pasan de aquella noche y de las fantansías mutuas que se cuentan. El escritor regresa a casa intacto, a los brazos de su esposa, la única mujer que le cerrará los ojos cuando él muera, “y seguro de que no había nada mejor que dejar una buena pieza de la comida en el plato” (181). Los dos últimos cuentos de Cuentos para antes de hacer al amor refieren pasajes de la vida de Willy, un personaje dicharachero, bueno y generoso. Trabaja en una editorial y es poeta. En “El humilde Willy en Cuba”, Willy recuerda con nostalgia, buen humor y ternura, sus logros amorosos y carnales en un viaje que hace a Cuba. El ha viajado a la isla en busca de un escritor a quien, gracias a los buenos oficios suyos, le han aceptado para publicación un manuscrito de novela. El narrador del cuento es alguien que escucha a Willy, un hombre que confiesa ser “un sibarita que incluso de oídas disfruto de las mujeres, aunque sean ajenas o imaginadas” (187). El dueto no puede ser mejor para saber de una historia cargada de anécdotas graciosas, inolvidables. En Cuba Willy conoce a Rosa Edith, una mujer que lo lleva al Paraíso en un cuarto de hotel. “Si algún día regresas a La Habana, búscame” (196), es todo lo que ella le dice al despedirse, sin darle ninguna dirección o teléfono.Willy regresa a Cuba, pero en lugar de buscar a Rosa Edith se dedica en cuerpo y alma a dejarse atender en un congreso de poesía, como representante de la editorial. Este regreso se narra en “El masajito bayamés”, una historia en la que el buen humor va a despertar en el rostro del lector la sonrisa, y de ésta sus mudas hacia la franca risa. Willy estará bajo la mirada y presencia protectora de un guardaespaldas gigantesco que le adjudican, y bajo la dictadura de una poeta, Noelia Cimarrone, la Reina Sostenedora de la Poesía de Villa Muelas. Con cada uno de esos barrotes a los lados, bajo un árbol de mango y a cuarenta y un grados, Willy deberá soportar la lectura de poemas de setenta y cinco poetas reunidos en un congreso en Villa Muelas. Cuando después de varios intentos Willy logra fugarse a descansar en su hotel, a la puerta de la habitación se le presenta una hermosa mujer joven que se ofrece a darle un masaje bayamés. Willy está muy extenuado, sólo quiere dormir, y rehúsa el ofrecimiento de la chica. Al otro día, desde la mañana, Willy vuelve a tener a su lado a Noelia, quien era “[f]ea, recontrafea, ultraespantosa, pero simpática y una verdadera estrella, una diva” (201), y sucumbe en las carnes de ella. Willy regresa de Cuba y por fin lo tenemos de nuevo ante el narrador del cuento, preguntándose “¿cómo será el famoso masajito bayamés?” (212). Para saberlo, nos indica el narrador, habrá que esperar a que Willy tenga su tercer viaje a Cuba. Mientras Willy regresa a Cuba, nosotros podemos cerrar el libro, repasar algunas páginas y luego cerrarlo. Tal vez lo cerremos para disponernos a esperar el regreso de Marco Tulio Aguilera Garramuño con otro libro de cuentos, seguramente tan ameno y cargado de excelencias como éste. Y mientras nuestro autor vuelve a entregarnos otra colección de cuentos, habrá que decir que con Cuentos para antes de hacer el amor de nuevo él contribuye a demostrar que la vena y la veta de la literatura erótica es inagotable, a pesar de las monotonías y mañas que la acechan. Saber moverse en el mundo artístico de lo erótico es lo que hasta ahora nos ha demostrado Aguilera Garramuño, pues en su muy amplia producción narrativa las exploraciones literarias en torno a los goces del cuerpo ocupa lugar esencial. Como escritor, el autor sabe que amor y deseo carnal son vías primordiales para las indagaciones sobre la condición humana, sobre el conocimiento del ser y el estar en el mundo.
*Marco Tulio Aguilera Garramuño, Cuentos para antes de hacer el amor. Puebla: Ediciones de Educación y Cultura,México, 2007, 212 pags..
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2 comentarios
Hola Marco Tulio!
ResponderEliminarNo he tenido aun la oportunidad de leer ninguna de tus obras, ahora que he podido conocer tu blog y las revisiones sobre tus novelas, correre a comprar una.
Deseo extenderte mis felicitaciones por tan brillante trayectoria literaria, tus escritos parecen estar cargados de un realismo impactante,y profundo y acompanadas de gran humor. Continua a derramar esa semilla del Arte que esta sembrada en lo profundo del intelecto de grandes escritores como tu.
Abrazos fraternos...
Gustavo Cardenas
Montreal- Canada
Marco Tulio.
ResponderEliminarHe tenido la oportunidad de leer tus obras, una de ellas cuentos para hacer el amor y después de hacer el amor. Los he disfrutado. Ese toque erótico que le pones a tus escritos, llenos de realismo y de mucho humor.