julio 19, 2008

Agentes literarios y los sueños de un mal cristiano

Descabezadero diario de un escritor (33)


Las buenas noticias: antes que MT terminé de escribir su (mi) novela Historia de todas las cosas ya una de las agentes literarias más importantes de lengua castellana, Antonia Kerrigan, muestra interés por la obra. Quiere leerla a ver si llega a algún arreglo conmigo para que sea ella quien me represente en todo el mundo. Esto quiere decir que yo pongo en sus manos la Historia de todas las cosas y ella hace todo… Y todo quiere decir todo: ofrecerla a las editoriales (naturalmente buscará lo mejor), negociar traducciones, cobrar derechos, coordinar presentaciones, viajes, etc. Lo único que tendré que hacer será sentarme a esperar con la mano extendida a ver qué cae. Suena fácil pero no lo es. Ser representado por Antonia Kerrigan o Carmen Ballcells (representante de García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, etc.) es como ser boxeador y ser representado por Don King. Sólo los grandes campeones lo logran.

A la fecha he tenido dos agentes literarios y en ambos casos salí arrepentido. Primero un guapo y diplomático individuo colombiano, que también era bailarín clásico y publicista, se apropió de la edición de Los placeres perdidos, vendía los libros a su antojo y no me pagaba nada. Tuve que ir a su casa en un taxi, quitarle los libros y mandarlo al diablo. Luego fue la catalana Carmen Ballcells, quien me ha representado dos veces y las dos veces me falló (o yo le fallé, no estoy seguro). En la primera ocasión ella estaba negociando mi novela El basurero universal (ya perdida, creo que afortunadamente) con Grijalbo. Yo me metí en la negociación por ansioso y ella me dijo: “Si tú vas a negociar, negocia. Pero olvídate que soy tu representante”. En la segunda ocasión la Editorial Feltrinelli de Italia se contactó con ella para pedirle los derechos de traducción de todos mis libros. Carmen Ballcells retomó mi representación. Aquí los senderos se bifurcan: mi primera versión es que el negocio fracasó porque Carmen quería pedir mucho dinero por los derechos de un escritor casi principiante (que era MT, allá por 1991). La otra versión (mía también) es que me puse de exigente y discriminativo y dije que no quería que todos mis libros se tradujeran. Entonces (en mi imaginación) Feltrinelli respondió: “Todo o nada”. Y Carmen dijo “nada”. Yo me enojé y ella volvió a cortar la relación.

A partir de estos dos (o dos y medio) fracasos con agentes literarios decidí que me iba a rascar con mis propias uñas mis personales y gordas pulgas y yo mismo gestioné las publicaciones, hice cobros, organicé mis viajes de conferencias, etc. Pero una vez que he llegado al punto actual en que mis libros están en varios países y todo marcha relativamente bien, me he dado cuenta que caminando con mis guaraches desde esta provinciana Xalapa, lejos de los centros de poder, me será difícil llegar a Roma. Sólo avanzaré como un tlaconete, pero no lo suficiente para tener lo que he soñado (lo digo con toda la cursilería del mundo): no ser rico ni famoso ni perseguido por multitudes sino tener un apartamentito con vista al mar, piscina y cancha de básquet en Boca del Río; también un ranchito a la orilla de un río claro en lo más profundo de la Amazonia colombiana con su helipuerto y un modesto helicóptero o una avioneta para ir y venir sin los incómodos y largos viajes en canoa. No pido más. Ah sí, también quiero (ya la tengo) una lap top Toshiba Satélite A-215, 200 gigabites, conexión inalámbrica y la más reciente tecnología. Nada más. Los otros componentes de mi felicidad ya los he comentado hasta la fatiga en esta económica columna: seguir jugando básquet hasta que el cuerpo aguante, sacar adelante a la familia y ganarme el cielo honradamente con la ayuda de la Virgen Santísima a la que todos los días, todos los días de mi vida, le rezo. Lo hago cuando me siento feliz o desgraciado, le rezo dos Ave Marías. Espero que ella sepa disculpar mis nimios (quizá ya por viejo el burro) pecados y me abra las puertas del cielo y me diga: “Pasa Marco Tulio, has sido una fichita pero con uno solo de tus libros te has ganado el cielo”. (Se refiere la Virgen Santísima sin duda a El pollo que no quiso ser gallo, cuentos infantiles que inventé para mis hijos).

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5 comentarios

  1. Marco Tulio,
    Te voy a demandar por apropiarte de mi sueño. Aunque yo quiero la casa en otro lado.
    Bello texto --como el de arriba.

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  2. Gracias, Diego: hay sueños colectivos. Lo que podemos hacer es que si consigo mi rancho en el Amazonas, te invito. Y si tu lo consigues...tu me invitas. Vale?

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  3. hola Marco Tulio, pues la verdad sip a veces es mejor lo q uno mismo hace por las cosas de uno, q apoyarse en otra persona y pues me parece muy original tu sueño de la casa en la amazonia... seguro y lo consigues.

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  4. He leído algunos de sus libros... Me gusta que diga las cosas. Soy un escritor nuevo y pensaba conseguir un agente literario, pero con lo que usted dice se me quitaron las ganas. Silga adelante con sus ideas y sus sueños!!!!!

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  5. Es asunto dificil... solo los tercos y talentosos salen adelantes... con o sin agente.

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