Marco Tulio para niños pensantes

agosto 04, 2008

Marco Tulio para niños pensantes

Editará Alfaguara Colombia El pollo que no quiso ser gallo
Gina Sotelo

Diario de Xalapa, 3 de agosto 2008

De pluma versátil, Marco Tulio Aguilera Garramuño, el autor colombiano-xalapeño, escribe a la par que evoluciona. Disfrutando cada etapa de su vida este narrador de historias se enfrenta a uno de sus más grandes retos: llegar al público más honesto que existe, el infantil. El pollo que no quiso ser gallo es un fascinante libro de cuentos editado por Alfaguara Infantil que en breve será lanzado en Colombia, tras recibir una primera edición de la Secretaría de Educación de Veracruz y el Gobierno del Estado de Veracruz y una segunda edición exitosa en Alfaguara Infantil en México.
En palabras del autor, se trata muy posiblemente del libro que más satisfacciones le ha dado pues demuestra y se demuestra que puede ser lo suficientemente inocente o candoroso o puro de espíritu para ganarse la simpatía de los pequeños lectores.
Marco Tulio desde 1978 reside en México. Autor de las novelas "El amor y la muerte", finalista en el Concurso Alfaguara en España. También autor de “Los placeres perdidos", El libro de la Vida (constituido por cuatro volúmenes: "Las noches de Ventura/Buenabestia", "La hermosa vida", "La pequeña maestra de violín" y “La plenitud del amor” —este último inédito). Además ha publicado "Mujeres amadas", editada por la Universidad Veracruzana en México y por Plaza y Janés en Colombia y "Paraísos hostiles". De los libros de relatos "Cuentos para antes de hacer el amor", "Cuentos para después de hacer el amor" y "El pollo que no quiso ser gallo".
El pollo, ha vendido a la fecha más de 17 mil ejemplares sólo en México, se ha leído en las escuelas públicas en este país, se compuso música para los cuentos, se han hecho adaptaciones radiofónicas en México y Holanda, se ha leído en seminarios de sacerdotes. La siguiente es una charla con este polémico autor ya más mexicano que colombiano.
De ser un autor de corte "serio" que abordas temas que van de la novela psicológica a la sociológica, de lo erótico a lo crítico, ¿cómo te despojas de esos temas tan delicados y abordas tan libremente - inocente quizá - la literatura infantil?
Las etapas de la vida de un escritor le van dictando las temáticas, los estilos, los recursos. Uno va perdiendo unas cosas y ganando otras. Así como el ser humano pasa por diversas etapas, también el escritor. Yo tuve mis etapas de querer escribir como Dostoievski, novelas de conflictos interiores; como García Márquez, obras llenas de peripecias y maravillas; como Cortázar, relatos con personajes sofisticados, imaginativos y cosmopolitas. Después llegué a una etapa en la que empecé a escribir como Marco Tulio. Tuve mi temporada en la que lo que me interesaba eran los conflictos entre hombres y mujeres, los encuentros y desencuentros, el amor y el erotismo. Y un día me llegó la etapa de tener fantasías inocentes, divertidas, claras. Esa fue mi etapa de padre de familia: mientras mis hijos estaban chicos empecé a contarles historias inventadas. Se apagaba la luz y ellos decían: “¡Cuento, cuento, cuento!” Entonces yo les preguntaba: “¿Cómo se va a llamar el cuento de esta noche?” Y ellos respondían con los títulos más imaginativos y alocados: “El pollo que no quiso ser gallo”, “Gusano busca esposa”, “Las buenas amistades”, “Papá de porcelana”, “Paco y la máquina de llorar”, “Cuento chino”, “Sebastián y la televisión”, etcétera. En algunos casos mis hijos fueron protagonistas de los cuentos. Por ejemplo “La máquina de llorar” resultó de una temporada en que uno de mis hijos lloraba mucho. “Sebastián y la televisión” fue escrito para tratar de explicar y tratar de liberar de la dependencia de la televisión a uno de mis hijos.
¿Por qué es que elegiste escribir para niños estos cuentos que los adultos también podemos gozar?
Esa característica de mis cuentos, el que no sean los típicos cuentos infantiles que se escriben en la actualidad, medio tontos, simplistas o elementales, ya fue comentada por varios lectores, escritores y maestros. Augusto Monterroso lo notó hace muchos años y escribió sobre esto, también Efraín Huerta en su columna de “El Día”. La verdad es que al escribirlos yo no me propuse nada en especial: la idea era entretener a mis hijos antes del sueño, no darles enseñanza alguna. Los cuentos surgieron con naturalidad, con un lenguaje directo y claro, pero no mimado, sonso, estereotipado. Si uno lee los cuentos infantiles clásicos, de Grimm, de Anderson, de Perrault, notará que no están escritos de manera elemental, como si fueran destinados a niños tarados. Sino que están escritos con respeto a la inteligencia y a la sensibilidad infantil. Y por eso son clásicos. Incluso algunos cuentos notables como “Alicia en el País de las Maravillas” , “La Cenicienta”, o “Caperucita Roja” son cuentos crueles. En “Alicia en el País de las Maravillas” la Reina de Corazones está repitiendo constantemente “que le corten la cabeza”. A Caperucita se la quiere comer el lobo y resulta que la cruel y vengativa niña consigue la perdición de su enemigo. La Cenicienta es una doncella sobreexplotada por su madrastra. Así que no es cierto que los cuentos infantiles deban tener ese tono rosa, cursi, didáctico que actualmente persiguen algunos autores o editoriales. Los niños saben que la realidad no es sólo miel sobre hojuelas y disfrutan el enfrentarse con situaciones difíciles, por lo menos en la fantasía. Me acuerdo que hace muchos años una editorial norteamericana me pidió cuentos infantiles pero puso condiciones: que no hubiera malas palabras, que no aparecieran piscinas o armas de fuego, que no hubiera discriminación alguna, que no escribiera nada que pudiera ofender a alguna minoría. Querían cuentos ascépticos, políticamente correctos, castos, puros, irreales.
Es vital la promoción de la lectura, especialmente desde la infancia. ¿Cuál es tu manera de contribuir a este reto?
Yo estoy dispuesto a ir a donde me inviten a hablar sobre lo que es la literatura, para qué sirve, cómo la escribo, cómo la escriben los demás. Estoy dispuesto a contar mis experiencias y a transmitir lo que sé. Y lo he hecho a dondequiera que me invitan. Hace poco fui a la Telesecundaria de Banderilla. Antes estuve en Humanidades, fui a prepas en Guadalajara a escuelas de adultos en Xalapa y en muchas ocasiones he estado ante auditorios grandes integrados por personas que pueden estar una o dos horas escuchando y luego haciendo preguntas. En general los escritores tienden a ser soporíferos. Yo creo que no lo soy. Si nunca he promovido la literatura infantil es porque nunca me invitaron a hacerlo. Tal vez eso comience a cambiar: en la próxima Feria del Libro Infantil presentaré mi libro El pollo que no quiso ser gallo.
¿Qué opina de las escuelas de escritores?
Las escuelas de escritores manejadas por mediocres son instituciones nefastas, donde hacen creer a personas sin talento que pueden ser cuentistas o novelistas. Y generalmente los maestros de esas escuelas son escritores fracasados. Sólo si hay buenos maestros puede haber buenos alumnos. Yo pienso en un futuro próximo coordinar un taller de novela o de cuento dependiente de la Editorial de la Universidad Veracruzana. Ya tuve talleres en la Universidad de Nuevo León y entre mis ex alumnos hay personas que ya son clásicos de la literatura mexicana. Tal es el caso de Ricardo Elizondo. También dicté clases en Letras de la Veracruzana y me enorgullezco de decir que por lo menos diez de mis alumnos resultaron escritores, críticos, reseñistas, ensayistas y animadores culturales respetables en el panorama de la literatura veracruzana.
El pollo que no quiso se gallo ha tenido buena acogida, no sólo en México sino en otros países, ¿es así?
La carrera de este libro comenzó con el Premio Nacional de Literatura Infantil Juan de la Cabada en 1997. La primera edición fue publicada por la Secretaría de Educación y Cultura y el Gobierno del Estado de Veracruz en 1998. La edición fue muy hermosa, muy cuidada, con una bella portada. La segunda edición, ya más grande, fue de Alfaguara Infantil. En toda la prensa de México no hubo ni una sola nota, ni una reseña, y sin embargo el libro vendió 17 000 ejemplares, fue leído por los niños de cuarto de primaria de las escuelas públicas de México, se hizo música y un CD basado en los cuentos, se llevaron a cabo adaptaciones radiofónicas en Radio Más y Radio Nederland. El libro fue leído en el Seminario Rafael Guizar y Valencia en Xalapa en los cursos del padre Benigno Zilly y gustó a los seminaristas. A principios del presente año se hizo una reimpresión del libro en Alfaguara en México. Y acaba de salir la edición colombiana, que tiene hermosísimas ilustraciones.
¿Tiene planeado escribir más cuentos infantiles?
Ya ofrecí a Alfaguara otro libro de cuentos infantiles que escribí en asociación con mi esposa. Los cuentos que escriba a partir de ahora no serán para mis hijos sino para mi nieta. Y si tengo bisnietas y tataranietas espero seguir escribiéndoles cuentos.
¿Cómo es que concibes a los niños de hoy? Lo pregunto porque parece que los entiendes a la perfección.
Los niños de hoy tal vez nazcan con la misma sensibilidad de los niños de todos los tiempos, pero ahora tienen más información y ello, curiosamente, va en detrimento de la sensibilidad. Ya no disfrutan tanto de la naturaleza, del ejercicio físico, de las relaciones personales, sino que ocupan mucho tiempo vinculándose con artilugios electrónicos, juegos, computadoras. Los niños de hoy son, sin duda, más inteligentes y más hábiles, pero menos afectos a expresar y disfrutar sus sentimientos. Tal vez incluso sean más fríos, más insensibles, más manipuladores y materialistas. Contra todo esto deben luchar los padres y los maestros. Uno de los mejores aliados que tienen para lograrlo son los libros. Pienso que los niños son más inteligentes, más agudos de lo que imaginamos. Los que son bobos son los maestros y los padres que los tratan como taraditos. Tengo una nieta de cuatro años que me gana a la lotería y que de un solo vistazo memoriza las figuras, es una actriz consumada y una maestra de las relaciones públicas. Además, una dictadora.
¿Entonces es malo para los niños este desarrollo tecnológico?
No pienso que sea malo: es diferente. Los padres y los maestros debemos entender esto. Se está desarrollando un tipo de ser humano diferente a los de las pasadas generaciones y eso debemos tratar de digerirlo y aprovecharlo. Es necesario que tratemos de comprender este nuevo mundo que está surgiendo. Ni el internet ni los videojuegos son malos. Malo es el uso y el abuso. Estas herramientas tecnológicas están preparando a los niños para el futuro (si es que en verdad existe el futuro y si es que el cambio climatológico, el calentamiento global y las guerras no terminan con esta enorme y trágica novela que es la historia de la humanidad).
¿Qué satisfacciones te ha dado este libro? Como persona y como escritor…
Una de las mayores satisfacciones que me ha dado el libro es mostrar a los lectores prejuiciados una faceta diferente de mi persona como escritor. Hay quienes, sin leer lo que he escrito, tienden a encasillarme como escritor de literatura erótica y usan este encasillamiento como descalificación. A la fecha he escrito 25 libros y se han publicado en Colombia, México, Argentina y España, he recibido muchísimos premios, crítica en muchos países, ediciones hasta en lenguaje braille y de lenguas autóctonas mexicanas, y todavía algunos analfabetos o mezquinos siguen descalificándome dizque porque soy escritor de literatura erótica. Por otra parte descalificar el erotismo o la literatura erótica es como abominar de la misma naturaleza humana. Somos seres sexuados y negarlo es regresar al oscurantismo y promover la pacatería y la represión. Negar el erotismo es asunto casi criminal. Los grandes criminales han sido baldados sexuales. En general los criticones son mediocres que con dificultad pueden escribir su nombre sin faltas de ortografía. Pueden ser doctores en física nuclear pero no dejan de ser seres castrados, limitados, que no ven más allá de sus laboratorios. Personas que en toda su vida no han leído nada fuera de su campo. En síntesis, son seres humanos a medias. Les falta lo más importante: la comunicación con los espíritus de todos los tiempos que se puede hallar en la literatura
¿Como persona inquieta que eres, cuáles son tus planes próximos?
Planes importantes: sacar adelante la familia, seguir jugando básquet hasta que el cuerpo aguante y escribir, asunto que me hace muy feliz. Cuando sea viejito, más viejito, quiero volver a tocar violín y vivir al lado de un río limpio en la Amazonia. En la próxima Feria del Libro Universitario en Xalapa presentaré “Cuentos EN LUGAR DE hacer el amor (El imperio de las mujeres)”, obra que es secuela de mis dos libros anteriores: “Cuentos para después de hacer el amor” y “Cuentos para ANTES de hacer el amor”. Estoy a punto de mandar una novela breve a Paris en la que narro una aventura en el Amazonas. También estoy trabajando a marchas forzadas para terminar y publicar en Buenos Aires el próximo año “Historia de todas las cosas”, una novela de casi 600 páginas que parodia el realismo mágico y aspira a aceptar y cumplir el reto que me impuso la crítica cuando apareció mi primera novela: escribir una novela del tamaño, la calidad y la trascendencia de “Cien años de soledad”. En esa novela recojo todo lo que he aprendido de técnicas narrativas y cuento historias de personajes muy divertidos, caricaturescos, esperpénticos, pero muy humanos. También ofrecí un nuevo libro de cuentos infantiles a Alfaguara y tengo ya escrita una inmensa novela, de más de mil páginas, que se llama “El sentido de la melancolía”. Esa tal vez publique dentro de cinco o seis años.
Marco Tulio Aguilera llegó a Xalapa hace casi 30 años invitado por el ex rector Roberto Bravo Garzón en 1978, cuando fue galardonado con el segundo premio de Cuento de “La Palabra y el Hombre”, cuyo primer lugar correspondió a Sergio Pitol. Trabajó como guionista en Radio Universidad y actualmente labora en la Dirección Editorial de la Universidad Veracruzana, donde es académico de carrera. Fue fundador y editor de “La Ciencia y el Hombre”, revista emblemática de la ciencia de nuestra universidad, publicación de la que estuvo al frente durante diez años.
Durante la próxima Feria del Libro Universitario Marco Tulio Aguilera recibirá un reconocimiento por su labor frente a la revista y se presentará en un evento que se llama “Los escritores de la Universidad Veracruzana frente al público”. Hasta el momento el académico de la Editorial de la UV ha recibido más de una veintena de premios nacionales e internacionales. En México recibió el Premio San Luis Potosí de Cuento y el Nacional de Cuento Infantil Juan de la Cabada. También fue merecedor del Premio Latinoamericano de Cuento de “Plural y “Excélsior” y el Premio de Cuento Gabriel García Márquez. En novela ha sido ganador del Aquileo J Echeverría en Costa Rica, el José Eustasio Rivera en Colombia, así como finalista de los concursos de novela Planeta y Nacional de Novela en México y Alfaguara en España.

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1 comentarios

  1. Buenas tardes, Tulio:

    Me encantaría intercambiar puntos de vista literarios sobre la creatividad, si te parece bien.

    Mi dirección de correo es anails@wanadoo.es

    Un saludo y gracias por todo.

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