EL RECTOR RAUL ARIAS PRESENTA EL IMPERIO DE LAS MUJERES
septiembre 25, 2009EL RECTOR-LECTOR PRESENTA EL NUEVO LIBRO DE MARCO TULIO AGUILERA
(A la izquierda: foto de la presentación de El imperio de las mujeres: el rector de la Universidad Veracruzzana, Raúl Arias, MT, Peter Broad y Ricardo Moreno Botello ex vicerrector de la U de Puebla y editor de Educación y Cultura; abajo MT con el número 0118; el rector, de blanco en la Carrera de los Médicos 2009. Más abajo el texto leído por el rector durante la presentación en la Feria del Libro Universitario 2009).
Primero ―o sea antes―, Marco Tulio Aguilera Garramuño nos entregó Cuentos para después de hacer el amor. Luego ―o sea después― nos regaló Cuentos para antes de hacer el amor. Ahora, recientemente, da a la luz el tercer volumen de esa serie creada por él sobre narraciones en torno al acto amoroso. Lo ha titulado El imperio de las mujeres. Cuentos en lugar de hacer el amor.
Con esta aparición, esto comienza a parecerse a la saga de La guerra de las Galaxias, de George Lucas, donde las películas se van sucediendo unas a otras en un orden que no es el cronológico y que el público puede apostar a descubrir e hilar las historias.
Quizá venga después el El imperio de las mujeres contraataca. Lo cierto es que la lectura nos sumerge en el imperio de las palabras hechas literatura por Garramuño. Palabras que se deslizan fácilmente por la página, literatura que envuelve y captura al lector dentro de la historia para hacerlo disfrutar con los cinco sentidos, pero especialmente con el oído, el tacto y el gusto.
Inagotable y cautivador imperio de la palabra alrededor del acto erótico. El imperio de las palabras que se dicen, se articulan, se declaran… en el lecho, en la cama, el sofá, la mesa o el suelo raso, antes, después o en lugar de hacer el amor…
Literatura del disfrute de los cuerpos, pero de donde se extrae un conocimiento y sabidurías no sólo de las artes amatorias sino de la vida toda. Literatura gozosa, divertida, a veces plena de ironía o de sarcasmo, ligera y profunda a la vez. Situaciones, algunas de ellas, cómicas o ridículas; escenas extremas, a veces chuscas o inauditas… pero muy disfrutables por su factura y porque todo apunta al deseo, a los placeres de la carne, a los cuerpos fatigados en el gozo, aunque frecuentemente los encuentros sólo estén en la imaginación y muy lejos de concretarse en la realidad.
Refiriéndome sobre todo al cuento que da nombre al volumen, uno lee y no puede menos que pensar que el personaje del cuento no sólo está inspirado por la experiencia personal del autor, sino que el texto es casi una declaración autobiográfica cercana a la realidad, o por lo menos refleja sus aspiraciones, sueños, obsesiones y fantasías. El personaje de ese cuento, Raz Ruguendas, es un escritor sudamericano, vanguardia del post boom latinoamericano, quien goza ya de reconocimiento, y que ha aparecido hasta en la portada de Newsweek (en este momento Raúl suspendió la lectura de su texto, y dirigiéndose a Marco Tulio le preguntó: "¿Ya apareciste en el Newsweek?") pero que busca dar el salto final hacia la cumbre del éxito, al cual ha perseguido toda la vida, porque, nos dice con sinceridad: “¿Qué otra cosa quiere el escritor, sino éxito, dinero y satisfacer la vanidad?”, “viajar por el mundo de gorra, decir tonterías sublimes en las entrevistas, estadías en hoteles de cinco estrellas, comilonas pantagruélicas y multitudes exclamando” a su alrededor: “¡Hossana, hossana!” Nuestro personaje afirma que eso y sólo eso es lo que “esperan los escritores, incluso los que como Borges o Sábato hacen de la humildad su palabra fetiche”.
A punto de alcanzar la cumbre que siempre ha deseado, nuestro personaje es el invitado principal de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y ha sido llevado allí, para su lanzamiento definitivo al estrellato, nada menos que por “La Editorial”, la empresa del ramo “más grande del mundo de habla española”. Tendrá, durante una semana, una serie de presentaciones con las más connotadas revistas, agencias y periodistas internacionales. En total 38 entrevistas con medios de prensa, radio y televisión: “todas las puertas abiertas” para el gran acto de presentación, en el marco de ese gran evento, de su última novela: La histeria del amor, una obra genial, como él mismo, sin rubor, la describe.
Y de ahí… a Europa, porque así se cumplirá el sueño que él había cifrado en una frase acuñada por Marco Tulio casi desde el principio de su carrera: “Sólo iré a Europa cuando me reciban con alfombra roja en el aeropuerto”.
Pero, por supuesto, su destino en Buenos Aires ―declara el personaje desde el inicio del cuento― son las mujeres… muchas mujeres, y ése ha sido su destino “toda la vida y en todas partes”. Además, “de antemano y para evitar juicios a priori”, manifiesta que es “un privilegiado”, “un macho intelectual en las fauces del imperio de las mujeres”. Y se describe a sí mismo: “Soy alto y guapito, rayando en atlético”. Así, “como suena y sin rubores”. Y confiesa que ha tenido “amores abundantes y en general desoladores con chicas de tatuajes y drogas, con darketas y punketas, con nenas de club social y Mustang”, que ha sido “compañero sentimental y semental secreto de alguna de sus alumnas”, que ha visitado los “extremos, sin excluir los cueros negros, las cadenas, las máscaras y … las películas atroces”, que es PH doctor por alguna universidad norteamericana y que, a cada paso, se ve en la necesidad de optar, como en una suerte de “El jardín de los senderos que se bifurcan”, entre dos ―y a veces más― mujeres.
Mujeres y mujeres… muchas mujeres, de todos los tipos, de las típicas y de las no tanto ―cualquier cosa que esto quiera decir―. Mujeres dulces, pícaras, extrañas, peligrosas, delicadas, débiles, indefensas, amazonas, vikingas, vampiresas, dominantes, intrépidas, invencibles, invulnerables, irresistibles, monstruosamente encantadoras, inconcebiblemente bellas… inefables.
Mujeres con las que nuestro personaje tuvo ―y frecuentemente no recuerda, y por eso ellas tienen que recordárselo―, aventuras, o con las cuales las tendrá. Mujeres que se hacen ilusiones con él, que le hacen “cambios de luces altas a luces bajas con intermitencia amenazante”, mujeres que se han deslizado hasta la cama de su habitación y le han pedido que las proteja y las acoja porque están al borde del suicidio, mujeres a las que les ha cambiado la vida, gracias a la pasión que en ellas despierta, y para quienes conocerlo ha sido “el principio de su liberación”.
Este personaje es un hombre en el trance de vivir su hora más feliz, de gozar la apoteosis del escritor famoso y de que se cumplan sus dos mayores fantasías en la Feria: uno) ver, al entrar en ella, una gran montaña de sus propios libros, y dos) ver un gran póster o pendón más grande que su propio cuerpo, con una foto de su rostro (y en ese momento Raúl suspendió la lectura para señalar el pendón de tres metros de alto en el que se anuncia "Marco Tulio Aguilera nos sorprende de nuevo" y en el que se reproduce la portada de El imperio de las mujeres y dijo: "Un pendón como ese que el público ve adosado a la pared". Luego continuó la lectura:)
En el cuento vemos a un hombre rodeado de mujeres que lo admiran y desean y a las que él desea y admira, pero a las que paradójicamente teme. Un macho intelectual, amante encantado y encantador de mujeres, pero que tiene miedo de ser usado y abusado para su deleite por ellas. Porque, dice, “todo hombre guarda bajo su piel dos entidades: una timorata, temblorosa, que ve en cada mujer a una leona; y otra entidad osada, irresponsable, prepotente que exige que todas las mujeres se le entreguen de manera inmediata”.
Un novelista tan vanidoso como todos los escritores del mundo, que al fin cae en la cuenta de que su condición de escritor famoso le tiene vedada la posibilidad (como a los Dioses) del amor auténtico, terrenal, sin comillas, y que también le niega el interés verdadero por los demás seres humanos.
Un hombre de letras para quien escribir es una especie de orgasmo, un placer excelso que ha de ser apasionante a cada momento, pues cada vez que escribe le está haciendo el amor al lector…
Un personaje desconcertante, contradictorio, pero sincero, que no se engaña ni finge, que llama a las cosas por su nombre y no tiene miedo de expresar aquello que desea, aunque a veces tiene un pánico terrible de obtenerlo.
Un hombre “de una sola mujer y de muchos amores, porque está enamorado de todas las mujeres”. Un ser para quien sus amores son pasiones que lo vuelven mejor y lo acercan a Dios, y que considera que el amor es “la preparación para afrontar todos los problemas de la vida y para enfrentarse serenamente a la muerte”.
Un hombre a quien el erotismo lo impulsa y lo mueve, porque es una especie de curiosidad vital que lo ha llevado a “establecer contacto con la esencia de la creación, que es la mujer”.
Un hombre que, en plena apoteosis, y rodeado de admiradoras y de una multitud que lo aplaude, está a punto de derrumbarse en llanto en medio de su soledad y desolación entre la turbamulta.
Un hombre que quizá sueña y delira pero que tiene revelaciones y chispazos en los que encuentra trozos de verdad incontestable: Como una sombra pasa el hombre y se afana en vano. Atesora y no sabe para quién. (Salmo 39) En fin, un hombre sujeto a la tiranía, al imperio de las mujeres. Pero, podemos preguntarnos: ¿es que alguna vez hubo otro imperio?
Gracias.
Primero ―o sea antes―, Marco Tulio Aguilera Garramuño nos entregó Cuentos para después de hacer el amor. Luego ―o sea después― nos regaló Cuentos para antes de hacer el amor. Ahora, recientemente, da a la luz el tercer volumen de esa serie creada por él sobre narraciones en torno al acto amoroso. Lo ha titulado El imperio de las mujeres. Cuentos en lugar de hacer el amor.
Con esta aparición, esto comienza a parecerse a la saga de La guerra de las Galaxias, de George Lucas, donde las películas se van sucediendo unas a otras en un orden que no es el cronológico y que el público puede apostar a descubrir e hilar las historias.
Quizá venga después el El imperio de las mujeres contraataca. Lo cierto es que la lectura nos sumerge en el imperio de las palabras hechas literatura por Garramuño. Palabras que se deslizan fácilmente por la página, literatura que envuelve y captura al lector dentro de la historia para hacerlo disfrutar con los cinco sentidos, pero especialmente con el oído, el tacto y el gusto.
Inagotable y cautivador imperio de la palabra alrededor del acto erótico. El imperio de las palabras que se dicen, se articulan, se declaran… en el lecho, en la cama, el sofá, la mesa o el suelo raso, antes, después o en lugar de hacer el amor…
Literatura del disfrute de los cuerpos, pero de donde se extrae un conocimiento y sabidurías no sólo de las artes amatorias sino de la vida toda. Literatura gozosa, divertida, a veces plena de ironía o de sarcasmo, ligera y profunda a la vez. Situaciones, algunas de ellas, cómicas o ridículas; escenas extremas, a veces chuscas o inauditas… pero muy disfrutables por su factura y porque todo apunta al deseo, a los placeres de la carne, a los cuerpos fatigados en el gozo, aunque frecuentemente los encuentros sólo estén en la imaginación y muy lejos de concretarse en la realidad.
Refiriéndome sobre todo al cuento que da nombre al volumen, uno lee y no puede menos que pensar que el personaje del cuento no sólo está inspirado por la experiencia personal del autor, sino que el texto es casi una declaración autobiográfica cercana a la realidad, o por lo menos refleja sus aspiraciones, sueños, obsesiones y fantasías. El personaje de ese cuento, Raz Ruguendas, es un escritor sudamericano, vanguardia del post boom latinoamericano, quien goza ya de reconocimiento, y que ha aparecido hasta en la portada de Newsweek (en este momento Raúl suspendió la lectura de su texto, y dirigiéndose a Marco Tulio le preguntó: "¿Ya apareciste en el Newsweek?") pero que busca dar el salto final hacia la cumbre del éxito, al cual ha perseguido toda la vida, porque, nos dice con sinceridad: “¿Qué otra cosa quiere el escritor, sino éxito, dinero y satisfacer la vanidad?”, “viajar por el mundo de gorra, decir tonterías sublimes en las entrevistas, estadías en hoteles de cinco estrellas, comilonas pantagruélicas y multitudes exclamando” a su alrededor: “¡Hossana, hossana!” Nuestro personaje afirma que eso y sólo eso es lo que “esperan los escritores, incluso los que como Borges o Sábato hacen de la humildad su palabra fetiche”.
A punto de alcanzar la cumbre que siempre ha deseado, nuestro personaje es el invitado principal de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y ha sido llevado allí, para su lanzamiento definitivo al estrellato, nada menos que por “La Editorial”, la empresa del ramo “más grande del mundo de habla española”. Tendrá, durante una semana, una serie de presentaciones con las más connotadas revistas, agencias y periodistas internacionales. En total 38 entrevistas con medios de prensa, radio y televisión: “todas las puertas abiertas” para el gran acto de presentación, en el marco de ese gran evento, de su última novela: La histeria del amor, una obra genial, como él mismo, sin rubor, la describe.
Y de ahí… a Europa, porque así se cumplirá el sueño que él había cifrado en una frase acuñada por Marco Tulio casi desde el principio de su carrera: “Sólo iré a Europa cuando me reciban con alfombra roja en el aeropuerto”.
Pero, por supuesto, su destino en Buenos Aires ―declara el personaje desde el inicio del cuento― son las mujeres… muchas mujeres, y ése ha sido su destino “toda la vida y en todas partes”. Además, “de antemano y para evitar juicios a priori”, manifiesta que es “un privilegiado”, “un macho intelectual en las fauces del imperio de las mujeres”. Y se describe a sí mismo: “Soy alto y guapito, rayando en atlético”. Así, “como suena y sin rubores”. Y confiesa que ha tenido “amores abundantes y en general desoladores con chicas de tatuajes y drogas, con darketas y punketas, con nenas de club social y Mustang”, que ha sido “compañero sentimental y semental secreto de alguna de sus alumnas”, que ha visitado los “extremos, sin excluir los cueros negros, las cadenas, las máscaras y … las películas atroces”, que es PH doctor por alguna universidad norteamericana y que, a cada paso, se ve en la necesidad de optar, como en una suerte de “El jardín de los senderos que se bifurcan”, entre dos ―y a veces más― mujeres.
Mujeres y mujeres… muchas mujeres, de todos los tipos, de las típicas y de las no tanto ―cualquier cosa que esto quiera decir―. Mujeres dulces, pícaras, extrañas, peligrosas, delicadas, débiles, indefensas, amazonas, vikingas, vampiresas, dominantes, intrépidas, invencibles, invulnerables, irresistibles, monstruosamente encantadoras, inconcebiblemente bellas… inefables.
Mujeres con las que nuestro personaje tuvo ―y frecuentemente no recuerda, y por eso ellas tienen que recordárselo―, aventuras, o con las cuales las tendrá. Mujeres que se hacen ilusiones con él, que le hacen “cambios de luces altas a luces bajas con intermitencia amenazante”, mujeres que se han deslizado hasta la cama de su habitación y le han pedido que las proteja y las acoja porque están al borde del suicidio, mujeres a las que les ha cambiado la vida, gracias a la pasión que en ellas despierta, y para quienes conocerlo ha sido “el principio de su liberación”.
Este personaje es un hombre en el trance de vivir su hora más feliz, de gozar la apoteosis del escritor famoso y de que se cumplan sus dos mayores fantasías en la Feria: uno) ver, al entrar en ella, una gran montaña de sus propios libros, y dos) ver un gran póster o pendón más grande que su propio cuerpo, con una foto de su rostro (y en ese momento Raúl suspendió la lectura para señalar el pendón de tres metros de alto en el que se anuncia "Marco Tulio Aguilera nos sorprende de nuevo" y en el que se reproduce la portada de El imperio de las mujeres y dijo: "Un pendón como ese que el público ve adosado a la pared". Luego continuó la lectura:)
En el cuento vemos a un hombre rodeado de mujeres que lo admiran y desean y a las que él desea y admira, pero a las que paradójicamente teme. Un macho intelectual, amante encantado y encantador de mujeres, pero que tiene miedo de ser usado y abusado para su deleite por ellas. Porque, dice, “todo hombre guarda bajo su piel dos entidades: una timorata, temblorosa, que ve en cada mujer a una leona; y otra entidad osada, irresponsable, prepotente que exige que todas las mujeres se le entreguen de manera inmediata”.
Un novelista tan vanidoso como todos los escritores del mundo, que al fin cae en la cuenta de que su condición de escritor famoso le tiene vedada la posibilidad (como a los Dioses) del amor auténtico, terrenal, sin comillas, y que también le niega el interés verdadero por los demás seres humanos.
Un hombre de letras para quien escribir es una especie de orgasmo, un placer excelso que ha de ser apasionante a cada momento, pues cada vez que escribe le está haciendo el amor al lector…
Un personaje desconcertante, contradictorio, pero sincero, que no se engaña ni finge, que llama a las cosas por su nombre y no tiene miedo de expresar aquello que desea, aunque a veces tiene un pánico terrible de obtenerlo.
Un hombre “de una sola mujer y de muchos amores, porque está enamorado de todas las mujeres”. Un ser para quien sus amores son pasiones que lo vuelven mejor y lo acercan a Dios, y que considera que el amor es “la preparación para afrontar todos los problemas de la vida y para enfrentarse serenamente a la muerte”.
Un hombre a quien el erotismo lo impulsa y lo mueve, porque es una especie de curiosidad vital que lo ha llevado a “establecer contacto con la esencia de la creación, que es la mujer”.
Un hombre que, en plena apoteosis, y rodeado de admiradoras y de una multitud que lo aplaude, está a punto de derrumbarse en llanto en medio de su soledad y desolación entre la turbamulta.
Un hombre que quizá sueña y delira pero que tiene revelaciones y chispazos en los que encuentra trozos de verdad incontestable: Como una sombra pasa el hombre y se afana en vano. Atesora y no sabe para quién. (Salmo 39) En fin, un hombre sujeto a la tiranía, al imperio de las mujeres. Pero, podemos preguntarnos: ¿es que alguna vez hubo otro imperio?
Gracias.
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