IL DOLCE FARE NIENTE

noviembre 06, 2009

CUANDO UNO NO SIRVE PARA HACER NADA





En la foto pueden ver a Mistercolombias echando la güeva, es decir, acostado en la cama de su estudio, mirando la pantalla de su lap top, pues ya no se le ocurre qué hacer ni tiene ánimo, ta cansao. La verdad es que después de las horas de oficina y las de básquet bajo el sol, no tengo ganas de hacer otra cosa que yacer hasta la hora del sueño... Y mientras tanto escucho un par de programas radiales: uno de Colombia llamado La Luciérnaga, en el que mi maestro Gardeazábal hace el papel de oráculo; otro de mi amigo el escritor taciturno y rebelde Giordano Bruno, en Las Varillas, Argentina. Giordano es uno de mis "pupilos" (explico: un día decidí que iba a suspender el flujo ya casi atosigante de obras maestras --sin comillas-- que salía de mis teclas, y dedicarme a ayudar a otras personas a escribir. ¿Samaritanismo? No creo: más bien estrategia para engañar a las putas y acosadoras musas. Unos en persona, otros por internet, unos en México o Suramérica fueron llegando estos pupilos: el doctor Negrete, de 85 años, con más honoris causa de los soportables, bibliotecas con su nombre, honores por montón, miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana, está escribiendo bajo mi draconiana espada una divertidísima novela que se llama La abominable inteligencia artificial de un boticario; Marco Portilla está escribiendo una novela cercana a El señor de los anillos, versión mexicana; Anthony X, inglés hiperactivo, está escribiendo una novela policiaca; Heberto Croda intenta encontrar su voz para contar recuerdos de infancia. De modo que esta extraña debilidad --extraña en un ególatra convicto y condenado por sus propios alumnos-- por ayudar a los demás a escribir llena parte del tiempo que no ocupan la Editorial, el básquet, las clases de redacción en la Facultad de Danza y otrras actividades. Y en todo eso me voy diluyendo amable y intrascendentemente, a la espera de ver qué pasa con el manuscrito de mi novela Historia de todas las cosas, que podría ver la luz en la mejor editorial mexicana. Bueno, y si no sale publicada en esa editorial, saldrá en otra o en otra o en otra. Y si no sale nunca, en verdad, lo juro, que no me importa mucho. La prioridad ahora es ser feliz. Y soy feliz con las cuatro o cinco actividades que estoy desarrollando. Conste, señores editores, que les estoy dando la oportunidad de lucirse publicando mi extraordinaria novela de 570 páginas. Con toda objetividad he de decirles que ahora que don Gabo no escribe, quedaría un hueco que podría precipitar a la literatura en un agujero negro si no existiera yo. Conste que se los dije. Bueno, y para probarlo intentaré subir un par de capítulos de mi obra maestra a continuación...
¡Mierda! No sé por qué no puedo subir el texto al blog. ¿Alguien me puede decir por qué? Será que ya está muy obeso? Y a los enemigos de Gustavo Álvarez, a quien le han matado los perros amados y cortado los árboles de su finca en Tuluá, les digo: mientras más lo incordien, más arreciará las críticas a los infames, que tienen a la patria colombiana al borde del abismo.

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1 comentarios

  1. Hola: Maravilloso encuentro este!
    Para mi que sujeta a lo que decía Wilde: "vale que quiera decir y lo diga"... escribo porque me cura, porque me comunica y porque largo lo que tengo en mi corazón y que me incomoda cuando se junta demasiado. Por esta razón, digo que no me alcanza la vida para asomarme a lo que escriben lo que saben, en este caso Marco Tulio Aguilera, y sumergirme, cobijarme, correr, trepar y viajar entre tantas palabras tan bien ubicadas.
    Por ello mi alegría es tan grande al hallarte a mi mano y mis ojos.
    Justo hoy cuando no tengo nada de ganas de hacer otra cosa que llorar porque debo "dormir" a mi fiel compañero de 15 años: Fidel.
    Por un momento al menos he podido sustraerme de semejante drama.(al menos para mi.)
    Por ello gracias!
    Te seguiré de aquí en más y en cuanto pueda.... compraré tus libros "de a uno y de a poco" a medida que lo permita mi pensión.
    Gracias una vez más.

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