SOBRE UNA NOVELA DE ROSA BELTRAN

enero 28, 2010


Alta infidelidad de Rosa Beltrán

Alta infidelidad(Alfaguara,2006) de Rosa Beltrán es una novela que de inicio invita a una segunda lectura, pues uno halla frases filosóficas que a veces tienden a perderse en la prisa de la lectura. La lectura no fluye, se hace entrecortada, tanto por la puntuación como por la recurrencia constante a la reflexión.
La novela tiene dos centros: Julián, profesor universitario, y Marcela, intelectual con inquietudes teóricas sobre el papel de las mujeres en la creación de obras perdurables. Marcela es parte de la trilogía de mujeres con las que se acuesta Julián. El hombre, cincuentón, profesor de filosofía, se afirma en el mundo gracias a sus mujeres, entre ellas a Marcela, a quien usa tres veces a la semana en una relación eminentemente utilitaria por parte de los dos: cada cual tiene su proyecto de vida y se ocupa de él. Uno y otra se deshacen de los humores sobrantes… y adelante… a seguir viviendo sus vidas y persiguiendo sus objetivos. Ella, quince años menor, vive entre libros persiguiendo lo que ha llamado mujeres ilustres. Él, un don Juan algo cansino, se aturde con hembras de todas las edades, relegando de esta forma el buscarle una dirección, un sentido a su vida. Si algo no soporta Julián son las escenas. Una frase diciente: “Anoche me quedé a dormir con alguien. Creo que me he enamorado”, dice el hombre. Julián se enamora cada rato. Sus mujeres están en posición subordinada, en general aceptada por ellas, sin por eso esquivar los problemas naturales ocasionados por los celos, la necesidad de afecto, la posesividad, etc.
Julián pasa de Marina a Marcela, de Marcela a Silvina, de Silvina a Sabine. Y no corta las antiguas relaciones cuando inicia nuevas. Julián eternamente está tratando de escribir artículos para revistas. No lo logra. Las mujeres se los hacen. Marcela hace un estudio sobre mujeres ilustres (evidentemente quiere ser una de ellas.)
Los personajes de Alta infidelidad “forman parte de una generación que había proclamado la cualidad efímera del amor, la validez de la relación amorosa sólo mientras la pasión existiera... El culto al instante que las mujeres de su generación habían contribuido a enaltecer ahora obraba en su contra y la llenaba de duda: tal vez la esencia de la pareja es que nunca va a ser pareja.” La reflexión es de Silvina.
Con Silvina el protagonista tiene una sexualidad escatológica, sin emoción, mecánica, intelectualizada, carente de emoción, no le busca el sentido a los actos sino que ellos se agotan en sí mismos. “Ven, ponte en cuatro patas. Lento, hazlo mucho más lento. Recárgate aquí. Apoya la frente. Ahora, resiste,” dice Julián.
A Marcela “... fue enseñándole lo que sabía, viéndola someterse y aprobar el examen luego de pedirle que orinara sobre él (lluvia dorada, la llamaba) y obligarla luego a beber su semen de una cuchara”.
“No puede probarse que el amor que sentimos por alguien sea falso o verdadero. El amor depende de la credibilidad del otro. Es un acto de fe”, afirma Marcela.
La eterna pregunta “¿me quieres?” que pone en jaque a Julián es la cifra de este tipo de relaciones, donde la mujer implícitamente acepta su sumisión..
“Lo enigmático para Marcela, al estudiar a las Mujeres Ilustres, era darse cuenta del papel protagónico que los celos tenían en la construcción del genio”. Como ejemplo de ello Marcela, erudita, cita a Sonia, la mujer de Tolstoi “que le reprochaba las horas que él pasaba escribiendo, enfurruñada por tener que ocuparse de todas las labores y las cuentas del hogar y la hacienda, lanzándose al lago de agua helada, reprochándole constantemente sus omisiones, lo que finalmente ocasiona la huida del escritor de su hogar”.
La narradora busca en la literatura ejemplos que puedan enseñarle a vivir y a comprender a las mujeres y a los hombres.
(Nota marginal: Una compañera de trabajo estaba leyendo Alta infidelidad al mismo tiempo que yo. Hablando sobre la obra me expresaba sus reservas:”Si algo tengo que reprocharle a este libro es que esté escrito por una mujer demasiado inteligente, que no puede cesar de reflexionar filosóficamente sobre lo que está narrando o viviendo. Además siento su estilo demasiado seco, entrecortado”. Yo le argüía que los anteriores no eran defectos, sino características de un estilo diferente, en el que no se buscaba la armonía, el deslizarse del estilo, sino la efectividad.)
Encuentra uno en Alta fidelidad dicterios dignos de ser recordados, que son las enseñanzas que sin duda la autora ha sacado de sus lecturas y que pasan casi directamente a la novela. “...en los momentos más intensos de su pasión, Tolstoi escribió su mejor obra, y cuando la pasión decayó, dejó de escribir y se hizo aspirante a santo”. La novela está construida no sólo en base a la narración de una anécdota (la relación de Julián con varias mujeres) sino que es alimentada por las lecturas de la protagonista, Marcela, y, naturalmente, de la autora, Rosa Beltrán. Alta fidelidad es una reflexión sobre las relaciones entre hombres y mujeres en la actualidad: sus afectos, el erotismo, sus juegos de poder. Conclusión: los celos son el acicate, el catalizador. Eso es lo que aprende Marcela de su vida y de los libros, de su estudio de las Mujeres Ilustres
Julián vive como un equilibrista entre las tres (Marcela, Silvina y Sabine) y se le van acabando las energías a los 50 años.
“Cuando las mujeres gozan, ¿quién además de ellas lo sabe?”
La sequedad del estilo crea y una especie de distancia. No permite que el lector se deje llevar por la emoción sino que más bien esté pegado al pensamiento, a la reflexión sobre lo que está sucediendo; esto no se puede decir que sea una virtud o un defecto, sino más bien una característica, una especificidad del estilo. Es decir, no se deja llevar por las situaciones, sino que a cada instante está reflexionando.
Al final Julián huye de sus mujeres y de su vida rutinaria, se llena de ideas pesimistas. Lo que hay en el fondo de la novela es un enfrentamiento de concepciones: de hombres ilustres frente a mujeres ilustres: “los hombres ilustres fueron ilustres merced a las mujeres y las mujeres, en cambio, pese a ellos”.
“He ahí la especialidad de las mujeres de hoy: hacer sentir el dardo de la culpa sin que de sus labios salga un solo reclamo”
“He ahí uno de los grandes problemas del amor: que una vez enamorados ya no sabemos si el ser amado ya era así o si cambió a causa del enamoramiento”.
“¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Ahorrar para después morirnos?”
En realidad no importa saber qué personaje femenino emitió las anteriores reflexiones: las tres mujeres resultan ser una sola. En la prisa narrativa no se lleva a cabo una caracterización detallada de las mujeres.
La novela termina en una especie de aquelarre de brujas en torno a Julián, lo someten a un juicio sumario. Al hombre sólo le queda la imaginación, una vez que sus mujeres lo abandonan. Hay una paradójica solución en esta novela: cuatro personajes superficiales, que lo son porque así los planteó la autora, se ven sometidos al escrutinio de una narradora que les permite expresar sus concepciones casi de manera cinematográfica. Alta infidelidad es una obra que se ocupa del fracaso de las relaciones entre hombres y mujeres que han creído encontrar en la independencia una justificación para sus vidas y que terminan por descubrir que lo único que han hallado es el vacío, la falta de sentido. Y es que por más que el mundo avance y con él se modifiquen las relaciones humanas, como escribió Dante, el amor es el que sigue moviendo el cielo y las estrellas. Sin él la vida es un abismo sin fondo que no es consolado por el amor propio.

Marco Tulio Aguilera

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