¿QUÉ PASÓ EN MEDELLÍN?

marzo 11, 2010


Casi seis meses después de mi estadía en Medellín he decidido escribir sobre lo que sucedió allá. En general sucesos alegres, agradables, exultantes y un sólo asunto que resultó verdaderamente increíble. Prometo escribir sobre esto pronto. El saldo blanco de mi estancia de quince días es haber conseguido varios amigos. Escribo apenas esta nota para obligarme a mí mismo a bajar al "papel" un texto que llevo guardado. Espero escribirlo a más tardar esta tarde.
Aquí estoy... Fui invitado a la Feria del Libro de Medellín por Alejandro Marciglia y la alcaldía de esa ciudad. Asistí a varios eventos que en general resultaron exitosos, con bastante gente y público interesado. Cuatro o cinco personas se me presentaron y recitaron cuentos míos de memoria, particularmente "Fábula del mar en los ojos" y "El suave olor de la sangre". Hubo un programa de televisión en vivo frente al público, luego una charla sobre la situación de los escritores colombianos en el extranjero. También el director del Teatro Matacandela, Cristóbal Peláez, hizo una lectura comentada de una obra de teatro llamada "Viaje compartido", que está basada en un cuento mío del mismo nombre y en un cuento de Andrés Caicedo. "Dicté" una conferencia sobre mi obra de la manera en que habitualmente lo hago, alegre y libremente, sin guión, hablé sobre amor y erotismo y otros temas que me son afines. Una vez que regresé a Colombia me enteré que tras la charla un sicario había querido matarme porque simplemente le caí mal porque el individuo consideraba una ofensa que yo hablara tan alegremente en una ciudad al borde del abismo. En un anónimo -que reproduzco en alguna parte de este blog-- dijo que si no me mató fue porque se compadeció de my wife, que iba a quedar solita.
Fuera de este incidente y de un acoso nocturno por parte de un montón de locos en pleno centro de Medellín a mi wife, todo fue espléndido: nos trataron de maravilla, vimos una ciudad muy limpia (aunque no dejamos de enterarnos de las partes sórdidas de esa ciudad). Me encontré con Alberto Rui Sánchez, con quien tuve largas y amistosas discusiones; con Mario Mendoza, personaje excepcional, buena gente y con otros escritores. Particularmente valoro la posibilidad de haber conocido a Luis Miguel Rivas y Francisco Pulgarín, que se portaron como ángeles guardianes en todo momento. El encuentro con el director de cine Víctor Gaviria no fue posible y por ello no pudimos hablar el proyecto de hacer una película juntos a partir de un texto mío.

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