FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO UNIVERSITARIO. CRISIS Y PERSPECTIVAS. FELIPE GARRIDO Y ADOLFO GUIDALI
octubre 03, 2010CONVERSACIÓN CON FELIPE GARRIDO
Marco Tulio Aguilera
Si intentáramos buscarle parientes a la novela Margianautas de Adolfo Guidali Etcheverri tendríamos que invitar en primera medida a Roberto Arlt, en segunda a Julio Cortázar y, en tercera al Lazarillo de Tormes. El protagonista es un pícaro simpático, semiintelectual, vividor, guapo, ingenuo, porteño, víctima de mujeres, en general disolutas y entradas en años y en carnes, inventor de artefactos extravagantes como el famosísimo pyroflat, quemador de flatulencias ígneas, ladrón no por convicción sino por necesidad pecuniaria y de estilo; es también un falso pariente de Carlitos Gardel y un amante codiciado, no sólo por hembras fragantes sino por chicos adictos a los gozos del trasero sur. Inocente del todo de sus fechorías, es una especie de Francisco de Asís del hampa y un emigrante que viaja a Europa a lucir su ingenio más inconsciente que asumido. Viaja casi de milagro a España y luego a Francia, escapando de la República de El Pozo, que podría ser un espejo más fiel que deformado de Buenos Aires o Montevideo de los bajos fondos. Que Guidali haya situado los inicios de la acción en la República de El Pozo nos lleva inevitablemente a preguntarnos si este autor uruguayo es pariente bien asumido de otro uruguayo eminente, Juan Carlos Onetti, personaje que hizo de la derrota toda una cátedra de vida artística. Las aventuras que se cuentan en un tono cariñoso, más pio que despiadado, serían desventuras si Rulito, nuestro pícaro porteño, no fuera un profesional del desamparo. Desde hace muchos años no había leído una novela tan regocijante. Me anoto un punto en su publicación. Yo leí la novela en el manuscrito y supe que allí teníamos a un magnífico escritor, con una gracia especialísima, cuyo misterio quisiera desentrañar. Habrá por lo pronto que intentarlo. Decía no sé quién que toda gran novela debe tener a un gran protagonista femenino. Marginautas lo tiene: es una jamona administradora de una pensión, que entre sus gracias tiene que es una magnífica felona y feladora. Aquí anotemos otro punto a la novela. Sabe manejar con donaire los asuntos delicados o escabrosos de la vida, digamos for example, la sexualidad, con una naturalidad pasmosa. Una galería de truhanes, mentirosos, fabuladores, fantasiosos, puebla esta novela que nos convence por ejemplo de que se puede tener un hipopótamo en una bañera a manera de mascota. Rulto miente con una facilidad pasmosa y lo hace con tanta gracia que uno no tiene otra alternativa que creele. Hay otro pariente literario que me parece podríamos emparentar con Rulito: se trata del protagonista de Desde el jardín, de Jezry Kosinsy. Un personaje que se encumbra en la sociedad por una especie de inocencia beata, que desarma a todos los que lo rodean. Toda la novela podría hacer sospechar que en ella gobierna la superficialidad, la impostura. Sin embargo, en sus momentos de crisis, nuestro fascineroso encuentra un sentido. Leamos este párrafo: “Entonces comprendió que son muchos los que viven de la fábula, que necesitan de la mentira piadosa para poder mirarse ante un espejo sin desintegrarse por la implosión estremecedora, consecuencia de asumir su propia miseria”. Está el tema de los latinoamericanos en Europa, particularmente en París, que tienen que aguzar su ingenio: ya sea cantando tangos, fingiéndose gurús, vendiendo embelecos o negociando con los desfiladeros de sus cuerpos. Unos y otros, los europeos y los latinoamericanos, los unos discriminando y los otros rebuscando grietas en el sistema para poder sobrevivir, constituyen la imagen de un mundo polarizado, injusto, corrupto, feroz, que sin embargo, menos mal, también sirve para generar obras como la de Guidali, que levantan como una flor en el desierto, obras literaria de dimensiones realmente maestras. Ellos tiene el dinero y la prosperidad; nosotros la imaginación. Creo que salimos ganando.
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