COMPLETO Y SIN CENSURA: LO QUE DIJO SAMPERIO
marzo 04, 2012Texto leído durante la presentación de Historia de todas las cosas en a Librería Rosario Castellanos, el 23 de febrero de 2012
Guille |
Historia de todas las cosas se inscribe en esa revelación inteligente de la que
habla James. Es una novela río, como se la ha definido, que construye un
universo particular donde diversas historias se desarrollan en una sola con el
propósito de revelamos las vidas palpitantes en San Isidro de El General a
través de su crónica. Escuchemos: "Los recién llegados siempre se
preguntaban que por qué un nombre tan rebuscado para un pueblo infame tan lejos
de todo, pudiendo haberse conformado con algún patronímico ilustre o con el
apelativo de un santo humilde sin pretensiones castrenses. Los lugareños,
después de explicar al ignorante primate que San Isidro de El General -no del
General- no era pueblo sino ciudad, confesaban su inefable ausencia de pasado.
Y si contaban algo, todo resultaba tan contradictorio como la maraña de raíces
contra la que luchó Denario Treviño en el lote de esquina del mundo en el que
fincó su fortuna".
Garramuño diseña con entusiasta placer una novela en
que cada una de las partes la cuenta un personaje distinto cuya vivencia
discurre en una historia principal, como un afluente. La novela es pletórica en
imaginación, abundante en personajes, prolija en el lenguaje y el autor conduce
con maestría esa intensidad artística que nos entrega transformada en
literatura.
El escritor alemán Friedrich Schiller consideraba, con
justicia, que ningún genio podía desarrollarse en soledad, que los estímulos
exteriores un buen libro, una conversación- movían más a la reflexión que años
de trabajo solitario. Una idea debe nacer en compañía, pero su elaboración y su
expresión se llevan a cabo en soledad, apuntaba. Garramuño vive de la
discusión, del experimento, de la curiosidad y la diversidad, de la musicalidad
y la filosofía, de la experiencia poética y de la vida que resplandece a su
lado, y la comparte con una naturalidad maravillosa a través de su novela.
Muchos novelistas obtienen el material literario de su
entorno cercano. Lo cual no es malo, pero al ser gente cercana, en ocasiones,
no profundizan en los rasgos distintivos del personaje a desarrollar ni se
divierten con ellos. Esto ocurre, sobre todo, entre jóvenes novelistas, pero no
es regla. Lo curioso radica en el hecho de que Historia de todas las cosas fue
publicada en Buenos Aires por ediciones La Flor cuando el autor tenía apenas 24
años, y con otro título Breve Historia de todas las cosas. La novela
causó revuelo. La crítica lo situó de inmediato'a la sombra de su compatriota
Gabriel García Márquez. El crítico Seymour Menton escribió que su primera obra
era lo más cercano a Cien años de soledad que se había escrito en
Colombia. Rayrnod Williams, intelectual del Círculo de Birmingham, afirmó que
Marco Tulio no necesitaba del boom ni de García Márquez, pues era un escritor
que podía hacer su propio boom él solo. El crítico uruguayo Jorge Ruffinelli
vaticinó que andando el tiempo Garramuño sería uno de los grandes de' la
literatura española. Mi admirado maestro Edmundo Valadés consideró que Breve
historia de todas las cosas podría repetir el fenómeno de la obra mayor de
García Márquez. La editorial argentina, en su contraportada, anunciaba lo
siguiente: "Aguilera Garramuño no es un seudónimo utilizado por García
Márquez para escribir una novela más divertida que Cien años de soledad. Aguilera
Garramuño es el de la fotografía y, como se verá, no tiene bigotes". Así,
pues, con este breviario crítico que se puede encontrar en la red y que ahora
comparto con el propósito de ubicar la especial recepción crítica que tuvo la
novela del joven Garramuño.
Historia de todas las cosas parte de un argumento simple. Mateo Albán, historiador
y literato, hace una crónica -en donde
también él es descrito- de las vicisitudes, conflictos, encuentros,
desencuentros, historias, costumbres, de San Isidro de El General. Su novela es
una exploración del ser humano. La estructura novelística de Garramuño pone el
acento en la búsqueda del personaje y en
la incursión sobre la crónica como fuente histórica y literaria, quizá en forma más enfática que en los sucesos
mismos. Garramuño busca comprender, reflexionar sobre lo ocurrido en San
Isidro, aunque lo acontecido sea en un pueblo imaginado, inexistente y vivo
como el propio Macondo, basándose en las circunstancias y acontecimientos
históricos que Mateo Alban, protagonista, describe y reflexiona. Ahora bien,
los personajes de la novela establecen un grupo compuesto por tipos humanos que
coinciden en mostramos, desde la tribuna, la problemática social, de espacio y
de las emociones, personal y existencial, para nada gratuita, de los coloridos
habitantes de San Isidro y su ánimo por encontrarse dentro de este mundo
caótico, complejo, divertido, exuberante, propuesto por Garramuño. Esta labor
tremenda de fabulación no es exclusiva de las musas; percibimos un trabajo
denodado, resultado de largas y profundas
investigaciones, lecturas, recuerdos, correcciones y reescrituras. No en vano
el propio Gabriel García Márquez ha hecho excelentes comentarios sobre ella,
los cuales, desde luego, suscribo.
Sin lugar a duda, el lenguaje en Historia de todas
las cosas juega un papel fundamental. Garramuño concibe una lengua
ampulosa, atrevida, pulcra, culta, que aguijonea los sentidos, que reta la
inteligencia, con el propósito de construir un mundo de gracia extrema. Un
lenguaje que arriesga e incorpora en grandes dosis el humor. Por ejemplo en los
siguientes fragmentos "La costurera siguió enflacando hasta parecer una
radiografía de sí misma". O bien: "a los heroicos lectores de este
fementido mamotreto que llegó a ser casi la Trompeta del Juicio Final". O
esta frase para referirse a una meretriz: "quien dedica su tiempo a la
mercenaria colección de humores relegados". O los nombres de algunos
personajes que aparecen a lo largo de la historia: la mal llamada Rabo de
Puerca, la de Los Pesados Senos, Los Popis Boys, Denario Treviño, entre otros.
El lenguaje como preocupación estilística que no excluye la experiencia de lo
real, gestando un poderoso vehículo para exhibir la realidad imaginada y
confrontar nuestro ridículo cotidiano e histórico.
Marcel Schwob decía que una de las encantos del
novelista francés Flaubert será la de haber sentido con tanta intensidad que la
fuerza creadora viene de la oscura imaginación de los pueblos y que las grandes
obras de arte nacen de la colaboración de un genio con tradición anónima. Historia
de de todas las cosas tiene su germen precisamente en el ímpetu creativo
donde el mundo exterior y el mundo interior embonan en el rompecabezas de una
colectividad imaginada, torrencial, resplandeciente: San Isidro de El General.
Descubrir que vivimos en un laberinto también implica diseñar una arquitectura
coherente. En este sentido, Garramuño es espléndido. Un intelectual de acción
que conjuga los libros con los músculos y rescata su existencia con la escritura.
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