septiembre 18, 2012
El hombre que quiere ser un escritor outlier/El mito que el escritor
construye con sus escrituras
Mario Miguel
Ojeda
Marco Tulio Aguilera
Garramuño me invitó a esta presentación de su novela Historia de todas las cosas
en esta Feria Internacional del Libro Universitario 2012 bien a bien, no sé
porqué. Él me dijo que le interesaba ver qué decía, sobre su novela, un
estadístico –que para quienes no lo sepan, ésa es mi profesión-. Me insinuó-no
tan tímidamente por cierto- que tal vez me podría interesar un estudio
estadístico de las palabras en su novela–. Emocionado me dijo: -por ejemplo,
las palabras que no sepas su significado; las que tengas que buscar en el
diccionario (yo pensé también en Internet)-. Por supuesto, él sabe que habría
muchas que no sabría, yque un buen número de éstas finalmente no las
encontraría por ninguna parte-. Cuando Marco Tulio me decía esto, se imaginó,
pensando que al invocar esta idea lograría ponerme, raudo y veloz, a realizar
esta tarea –que ahora pienso que sí le interesa verdaderamente-. Sí, ahora
caigo: se imaginó para la presentación distribuciones de frecuencias, varios
gráficos, tal vez análisis de asociaciones, de correspondencia, etc. O hasta
puede ser que alguien le haya hablado del análisis estadístico textual, y que me
estuviera pidiendo, de manera velada, un trabajo de este tipo para su novela,
el cual sería interesante. -Marco, lamentablemente la labor que esto implica
ocuparía varias decenas de horas de ardua y escrupulosa labor, la cual no me
fue posible hacer. Hay una razón: como pueden ver -en el programa de mano no
aparezco- soy un invitado emergente. Marco Tulio recurrió a mi apenas en uno de
los primeros días de la segunda quincena de abril. Cuando me llamó, créanmelo,
le pedí que me dejara pensarlo. Me lo pensé un día. Estuve revisando la novela,
y ya emocionado con la idea de hacer la presentación, acepté-a través de un mail-. Y bueno, pues aquí estoy,
exponiéndome. Mis justificaciones para esta osadía son varias: (1) me cuento
entre los lectores de Marco Tulio desde que este grupo era de las minorías –me
acuerdo que Marco Tulio me dijo en 1988 que éramos como veinte; claro me lo
dijo de broma-; (2) he tenido la suerte y el gusto de conocerlo y saber de
élcomo persona–más de lo que se imagina-; (3) me interesa la escritura y el
escritor, sobre todo el mito que el escritor construye a través de su
escritura; y, (4) es un honor al que no pude dejar de sublimarme-en el sentido
psicoanalítico del término-. Pues bien, así es que aquí estoy –con estos
célebres personajes- para participar en la presentación de Historia de todas las cosas.
El inicio del
mito
Norman Mailer
escribió en sus Reflexiones sobre la
escritura que “…los que conocen la experiencia, aprenden a vivir; los que
no, escriben”. Mailer critica a los escritores -desde su historia
personal-diciendo que: “Sin importar lo mucho que leamos, tendemos a saber
demasiado poco acerca de cómo funciona el mundo. La gente que ha vivido la
experiencia real no escribe…y los escritores que exploran las mentes de esos
hombres las enfocan desde una posición intelectual que distorsiona la visión…Lo
que arruina a la mayoría de los escritores de talento es que no tienen
experiencia suficiente, así que sus novelas tienden a desarrollar una cierta
perfección paranoide”. Bueno, no es el caso de Marco Tulio. En ese sentido él
es, desde su juventud, un escritoroutsider.
Mailer dice: “Pocos escritores tienen personalidades resistentes cuando son
jóvenes”.
A Aguilera Garramuñome lo quiero imaginar en sus
comienzos (si no me equivoco, como el cuentista que quería armar su primera
novela) buscando sus asideros, sus fuentes (leyendo mucho, pero de verdad
mucho); lo pienso creyendo fervientemente en su potencial (me supongo que la
creencia en sí mismo entonces era más grande incluso que la que tiene ahora).
Me lo imagino viajando por los territorios de la América, del centro y del sur,
viviendo intensamente las experiencias que su apetito insaciable de joven
escritor le dictaba. Por aquellas épocas -de sus veintipocos, que fue cuando pagó
su noviciado-, publicó Breve historia de
todas las cosas.
El mito que se ha construidodice que tal suceso
editorial hizo que lo compararan con García Márquez (vean en su
blog:http://www.mistercolombias.blogspot.mx/ la secuencia larga de opiniones
muy autorizadas al respecto). Señalo, para documentar a la audiencia, sólo lo
que –en aquella ocasión- dijeron los editores: “…declaramos al lector: (1)Que Aguilera Garramuño no es un seudónimo utilizado por García Márquez
para escribir una novela más divertida que Cien años de soledad.
Aguilera Garramuño es el de la fotografía, y no tiene bigote; (2) Que Breve
historia de todas las cosas es la novela más imaginativa, loca, entretenida
y rica que haya pasado en mucho tiempo por nuestras manos; (3)Que garantizamos
al lector satisfacción completa, si no se le devolverá el importe de su compra
en la tienda principal de San Isidro de El General; (4) Que el pueblo San Isidro de El General no es
Macondo y su único parecido es que ambos sólo podrían estar en Colombia; (5)
Que todos los comentarios
bibliográficos de este libro lo relacionarán con García Márquez, siendo esto
una mentira: a nosotros nos gusta más Aguilera Garamuño." Bueno, pues
querida audiencia, así fue que empezó el mito. Pienso que no estoy traicionando
a Marco Tulio porque les diga lo siguiente: él me confesó –hace apenas unos
días- que cuando escribió está novela “no sabía escribir”. Pero eso, ahora que
lo pienso bien, sólo alimenta más su mito, ¿no les parece?.
El hecho es
que hoy en día Marco Tulio Aguilera Garramuño es un escritor ampliamente, y de
verdad, muy reconocido. Les recomiendo, otra vez su blog; allí pueden encontrar
mucho al respecto del mito. Los invito a que imaginemos –tan sólo un poco- los
bordes del territorio narrativo de Marco Tulio, a partir de algunos de los
títulos de sus obras: Cuentos para
después de hacer el amor, Cuentos
para antes de hacer el amor, Mujeres
amadas, Los placeres perdidos, Los grandes y los pequeños amores, Buenavestia/Las noches de Ventura, La pequeña maestra de violín, La hermosa
vida, El juego de las seducciones,
El amor y la muerte. Para tener una
idea de lo exuberante de este territorio dejemos que su mito hable un poco: (1)
dice que ha terminado muy a su pesar estudios de filosofía y literatura; (2)
que le ha hecho a varios oficios –entre los que quiero destacar el de maestro-;
(3) y –eso me lo ha dicho sólo a mi- quiere ser un escritor outlier.
De los dichos sobre su escritura sabemos que está llena de ironía, espíritu
lúdico, inventiva, erotismo, intimidad –sobre todo femenina- y mucho humor –en
una amplia gama de matices-. Nuestro caso-escritor promueve, con esfuerzos
denodados, la idea de que es un superdotado y un fuera de serie, en muchos
sentidos.Escuchen esto que tomé de la contraportada de algunos de sus libros:
“…una de las más altas cimas de la literatura colombiana”, “atleta, violinista,
políglota, erudito, actor, director de teatro, basquetbolista, explorador
minero, viajero, etc.” En su blog, dónde alimenta cada día su mito, escribió
recientemente: “¿…por qué
insisten en ignorarme, si como es bien sabido, yo soy más grande que la opinión
que tengo de migo mismo?”.
Marco Tulio
trabaja hasta el cansancio dándole fortaleza y lustre a los soportes del mito,
que dice que: él, Marco Tulio, tiene un único amor, eterno, que es,…
precisamente Marco Tulio!. A estas alturas de su vida –ya madurito, por cierto-
su narcisismo es uno muy consolidado: está tan enamorado de su mito, que le
cuesta mucho no poder regresar: la mascara está encarnada.
La escritura y
el mito que alimenta
La escritura,
sobre todo la de ficción, es una actividad sostenida por una amalgama de
motivaciones. Como actividad profesional, la escritura (sobre todo la de
novela, pero también la de cuento) implica una renuncia: implica someterse a
los dictados de un superyó que emerge de insospechados confines de la historia
personal: lleva a asumir el oficio de escritor hasta las últimas consecuencias.
Este es un patrón que, con las variaciones naturales, permanece en las
historias que desvelan los ejercicios de hermenéutica. De escritores y
escrituras se ha escrito mucho. Quiero que me permitan
citar a Juan García Ponce, quien escribió en su Autobiografía precoz que: “Contar historias, recrear y recuperar la
vida por medio de la palabra y expresar la subjetividad personal a través de
ella, tiene un doble sentido que incluye a la vez una negación y una
afirmación…Simultáneamente, sus obras son el lugar donde se descubre por
completo y donde encuentra el más seguro refugio. En ellas, a través de ellas,
entrega su verdad transfigurada, transformada después del puro acontecer de los
sucesos, la presencia y la independencia de los personajes, el valor metafórico
de sus sentimientos y recuerdos, y el juego de sus ideas. Son en realidad una
máscara que de alguna manera conserva los rasgos de su propio rostro, pero al
mismo tiempo lo protege ocultándolos tras un velo de apariencias…La etimología
de “máscara” nos conduce directamente a “persona”. Y sin duda, detrás de cada
obra se encuentra su creador con sus obsesiones y sus sueños muy particulares”.
Gracias por
permitirme esta disquisición y la cita incluida. Lo hice para tener un marco de
referencia que me permita decir que cada escritor construye un enmascarado.
Aunque vistas así las cosas, la vida, -y lo que llamamos la realidad- es
precisamente un juego de máscaras; un juego en el que cada unoaparece con “su
máscara”. –Hoy, por ejemplo, cada uno de los que estamos al frente,
escenificando el acto, estamos enmascarados-. El de la máscara de escritor; es
decir, Marco Tulio Aguilera Garramuño -que es de quien tenemos que hablar- trae
su máscara alegórica –: le encanta verse “muy interesante”. Pero déjenme que
les diga algo: -debajo de la máscara que vemos, trae otra máscara, y luego otra
más…y así sucesivamente –¡es el milmáscaras!. Y bueno, ya puestas así las
cosas, yo creo que ustedes quisieran que el acto de hoy se llamara, como en las
luchas, una pelea “máscara contra mascara”. ¡Pues no!; esto se trata de otra
cosa: se trata de hablar de la novela Historia
de todas las cosas. Hablaré al respecto sólo un poco.
Sobre Historia de todas las cosas
Hace unos días
le pregunté a Marco, oye, ¿qué tan diferente es esta novela, de la que se
publicó hace 37 años? –Es diferente, no sólo tiene 200 páginas más: ¡está
totalmente reescrita!; ¡tiene nuevos personajes!, ¡las historias están mejor
logradas!; en fin, es bastante diferente- me dijo. Cuando supe esto yo sólo
había leído una parte de la novela, pero no me había dejado atrapar por
elranador–que así le llama Marco Tulio al que narra-, que se declara, cito:
“…modesto testigo de lo que si no vio por lo menos pudo preguntar o, forzando
un poco las cosas, imaginar, que la historia no es otra cosa más que un invento
pasado por las aguas turbias de la memoria de algún ocioso, tergiversado por
unos cuantos embaucadores y oportunistas…individuo que modestamente decía
conocer todas las palabras del mundo e inventar media docena diaria…se dedicaba
a preguntarle a cuanto primate llegaba, motivos, razones, relatos del mundo de
afuera,…,con tales realidades y ficciones, que se había convencido de la
superioridad de lo escrito sobre lo verdadero y no cambiaría este género de
vida tan muelle por acotro de trashumancia, sudores y hambres, que había
sufrido anteriormente…novio por correspondencia de una alma gemela, poetisa,…la
cual enviaba cajas completamente llenas de libros de todos géneros, de autores
con garantía y sin ella, filósofos de pacotilla y prosapia, elevadas
disquisiciones y malrazonamientos enfermizos, folletos, panfletos, infolios,
mamotretos, y documentos que a veces llegaban en idiomas recién
inventados…Libros que le dieron y le darían tema y verbo, aljetivos y
conjunciones no carnales para escribir largo y jactancioso mezclando
casticerías con cretinismos, buenas construcciones con dramáticas indigeribles,
latinajos mal escritos, difíciles palabras bien escritas con niñerías sin
gracia alguna, aplicando novísimos principios a los que llamaba heterografía,
contáxis y dramática, diluyendo relatos de antiguas hazañas bien mesuradas con
historias fantasiosas de viejos presidiarios, aljuntando vulgaridades adornadas
con filigranas y oropeles y largas indisquisiciones metafísicas, no sin
despreciar la imitación de novelas ejemplares o poco ejemplares y robos declarados
de infolios de malas costumbres”. ¡Órale!, dije yo al releerlo en la página 64.
Y bueno, en las páginas de la 65 a la 68, describe un poco más de su método de
investigación, con lo cual ya me interesó bastante.
Y fue entonces cuando realmente quedé convencido de que la Historia de todas las cosas es “…una
ranación capciosa, personal e intransferible, que en nada puede lastimar a un
buen lector…”.A partir de allí fui venciendo mi resistencia intelectual –lo
confieso- y me dejé llevar por el río, hasta el mar narrativo de Marco Tulio.
Leer esta novela fue una experiencia que me llevó por la vida toda, y me trajo
de regreso, reconfortado, y lleno de admiración por este mundo. La verdad es
que, una vez que uno se deja atrapar por el estilo, los personajes empiezan a
aflorar y las historias fluyen. Marco Tulio Aguilera Garramuño logra ser el
creador de un rico universo, que llama San Isidro de El General. Y en su arte
creador, en esta pieza rehecha, vierte su experiencia-en un nivel de madurez
exacta-, y nos atrapa con su extraordinariamente bien logrado método
comunicativo para propagar su mito;él grita, yo soy la cima, el hacedor
supremo, el que todo lo sabe, el que todo lo inventa, el que sufre y se
acongoja también, pero sobre todo, el que goza, goza y goza; yo soy el tierno,
el amoroso, el abrumador, el filósofo, el apocalíptico, el restaurador,…: yo
soy, sobre todos y para todos, un gran escritor: un escritor outlier.
¡Gracias por
su atención!
Mailer N.
(2009). Un Arte Espectral. Reflexiones
sobre la Escritura. EMECÉ. Editorial Planeta. México.
García-Ponce
J. (1966). Autobiografía Precoz.
Oceano-Conaculta. México.
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