La prehistoria de García Márquez y propuesta para honoris causa en la Universidad Nacional de Colombia
junio 09, 2013
Cali – Colombia
8 de junio de 2013
El doctor Jaime Horta Diaz es el abanderado de la propuesta
que le daría un nuevo título honoris
causa a Gabriel García Márquez, según se deduce de sus declaraciones para
la cadena radial Caracol. La iniciativa proviene de Moisés Wasserman rector de
la Universidad Nacional de Colombia en donde el escritor cursó un año y un par
de meses adicionales entre 1947 y 1948. Aun cuando GGM ha repetido hasta el
cansancio que no acepta grados ni nominaciones de ninguna clase, es bueno
recordar que después del grado que le concedió la Universidad de Columbia en
Nueva York, Estados Unidos, aceptó el que le otorgó la Universidad del
Magdalena en Santa Marta y que recibió su hermana Carmen Rosa en su nombre, en
el año 2012.
Ya que la propuesta del grado proviene de la universidad
donde GGM cursó estudios, es nuestro deseo que GGM modifique su actitud frente
a los grados honoris causa y acepte
el que la va a ser ofrecido por las directivas de la Universidad Nacional.
La nota que publicamos a continuación es una nota inédita:
Agradecemos a su autor y a Oscar Domínguez, generoso colaborador de este blog.
Gabo, estudiante de Derecho de la U.N.
del libro Historias
y ficciones, inédito
Por Jaime Horta Díaz
Después de vivir “Cuatro años de soledad”1 y graduarse de bachiller en
el Liceo Nacional de Zipaquirá, Gabriel García Márquez ingresó a la Facultad de
Derecho en 1947. Luis Villar Borda, Camilo Torres Restrepo, Gonzalo Mallarino,
Guillermo López Guerra y Alvaro Vidal Varón eran los compañeros de curso que
más recuerda2.
Típico estudiante de Derecho y de provincia, no asistía mucho
a clase pero terminó el primer año con calificaciones aceptables, salvo dos
materias. Prefería la cafetería y colarse en las tertulias de los poetas
mayores en El Molino a escasas dos cuadras del cuarto que compartía en la
Carrera 8ª, cerca de la Avenida Jiménez, a la vuelta de la gobernación de
Cundinamarca, a dos cuadras del sitio donde fue asesinado el malogrado
dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán.
Desde el Liceo de Zipaquirá –tenía por apodo “Peluca”- venía
con ínfulas literarias que se magnificaron en la Facultad, en la residencia
estudiantil y en todo caso con la publicación del cuento La tercera resignación3 en el suplemento Fin de semana de El
Espectador el 13 de septiembre de 1947. La consagración del principiante se
produjo con la publicación del segundo cuento Eva está dentro de su gato4 el 25 de octubre siguiente.
Precisamente en su habitación, Jorge Alvaro Espinosa,
compañero de Derecho, lo familiarizó con la Biblia y le hizo aprender de
memoria los contertulios de Job. Después lo sorprendió con un mamotreto. “Esta
es la otra Biblia” le dijo y lo estrenó con el Ulises de James Joyce. Otro compañero de cuarto, Domingo Manuel
Vega, lo marcó para siempre con La
metamorfosis de Fran Kafka (“Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un
sueño intranquilo, encontrose en su cama convertido en un monstruoso insecto”).
Mallarino le enseñó que "la Facultad de Derecho no era
tan estéril como yo pensaba" y un día lo sacó de clase y se lo llevó a un
duelo personal de poesía en la cafetería de la Universidad. Entonces conoció a
Luis Villar y Camilo Torres que “hacían con las uñas y por amor al arte"
el suplemento literario La vida
universitaria de La Razón, “un diario casi secreto” que dirigía el
periodista Juan Lozano y Lozano. Ahí publicaron un par de poemas de Gabo (“Y era el mar del primer amor/ en
unos ojos otoñales…/ Un día quise ver el mar/ -mar de la infancia- y ya era tarde”)5.
Villar y Torres le presentaron un muchacho de 16 años que
hacia pinitos literarios en el semanario Sábado
que dirigía su padre, Plinio Mendoza Neira, político liberal, exministro de
Guerra. Ya razonaba como un anciano, según García Márquez. El encuentro pudo
ser memorable para los dos. García Márquez le madrugó: “Ajá, doctor Mendoza,
cómo van esas prosas líricas”6. Se despidió y Villar le dio su opinión personal
del personaje: “Lástima, tiene talento. Pero es un caso absolutamente perdido”.
La amistad con Camilo Torres y Luis Villar, según García
Márquez, rebasó muy pronto los límites de las aulas y la sala de redacción y
andaban más tiempo juntos en la calle que en la Universidad. “Ambos hervían a
fuego lento en un inconformismo duro por la situación y social del país”. Un
día Camilo no volvió a clase y decidió fugarse al seminario de Chiquinquirá a
pesar de la oposición de la mamá que lo alcanzó y lo encerró en la biblioteca.
Allá lo visitó Gabo. “Ya lo más difícil pasó” le dijo Camilo. García entendió
que se refería a dejar la novia.
Empezó segundo año y abandonó Bogotá en medio de la conmoción
por el asesinato de Gaitán el 9 de abril de 1948. La cercanía de su residencia
le permitió ver al supuesto asesino Roa Sierra antes de que lo lincharan y al
misterioso hombre de negro que parecía más interesado en confundir que en
ayudar. Lejos del ruido, se matriculó nuevamente en Derecho en la Universidad
de Cartagena.
Cuatro años después, en tránsito de celebridad del
periodismo, primero en El Universal de Cartagena y luego en El Heraldo de
Barranquilla, García Márquez tuvo su consagración en El Espectador de Bogotá,
entre otros, al lado de José Salgar, el jefe de redacción que lo conminó a
torcerle el cuello al cisne.
Ya sacerdote, en 1959, Camilo le bautizó al primogénito
Rodrigo García Barcha. Al principio no le aceptó a Plinio como padrino por sus
afinidades con los comunistas... Contagiado por el virus de la revolución
cubana, Plinio había dicho: “Vamos a hacer de este niño un gran guerrillero”7. En la
capilla de la Clínica Palermo les dijo a los asistentes: “Quienes crean que en
este momento desciende el Espíritu Santo sobre esta criatura, que se
arrodillen”. Ninguno, salvo un campesino de alpargatas. A finales de 1965
Camilo se unió a la guerrilla del ELN. Sin entrenamiento militar y subestimado
por los jefes, murió en el primer combate, al intentar recuperar un fusil,
aproximadamente a las 10:30 de mañana del 15 de febrero de 1966 en el sitio Patio Cemento, corregimiento El Carmen
del municipio de San Vicente de Chucurí8.
El rector Moisés Wasserman propuso otorgarle a García Márquez
el Doctorado Honoris Causa a mediados de la década pasada. El autor de este
artículo, entonces presidente del Colegio de Abogados de la Universidad
Nacional, y otras personas, intentaron infructuosamente que aceptara ese
reconocimiento. Como han dicho todos los que directa o indirectamente han
tenido algo que ver con García Márquez, puedo afirmar que no hubiera sido el
mejor escritor desde el autor de Don
Quijote de la mancha ni hubiera escalado el Premio Nobel de Literatura si
no hubiera sido estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional
de Colombia.
Playa
Mendoza,
Tubará-Barranquilla,
7 de junio de 2013
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