Ensayo sobre el ensayo
agosto 15, 2013
Todo ensayo no es otra cosa que una aproximación. Todo ensayo es, por lo
tanto, un ensayo. Nada definido, simplemente aproximativo. Por ello me
atrevería a decir que el ensayo es el escrito más cercano a la naturaleza
humana. Si hubiera algo diametralmente opuesto al ensayo, sería la creación
divina. Si hemos de creer que la creación realizada por Dios es perfecta, con
mayor certeza hemos no de creer, sino de estar convencidos de que (el dequeísmo
es la demostración de que somos falibles) al hombre le corresponde
fallar y que en ello debe encontrar su realización.
He aquí pues la
grandeza del ensayo: que siendo apenas aproximativo, aspira a cerrar el círculo de una casi plenitud. Alfonso Reyes, junto con Borges,
los mayores ensayistas hispoanoamericanos, calificó al ensayo como el
“centauro de los géneros”, donde, “hay de todo y cabe todo”. ¿Por qué
centauro? Porque conviven en él dos naturalezas: el arte y la ciencia. El arte,
porque el ensayo aspira a la belleza, a la gracia, a las virtudes propias de la
literatura. La ciencia, porque dentro de esta grácil y estética camisa de
fuerza pretende llegar, por medios eminentemente racionales, coherentes y
claros, a algunas certezas, a algunas verdades.
Si
al ensayo le cabe todo, como dice Reyes, podríamos decir que es el género más
propicio para el ejercicio de la libertad. El ensayista es como el caminante
que se encuentra ante una encrucijada de la que parten varios caminos. El
título del ensayo determinará el tema, pero la primera frase determinará la
ruta que se escoja.
La
verdad: he aquí otra de las aspiraciones del buen ensayista. Verdad que de
alguna manera se halla también aprisionada por otra camisa de fuerza: la
subjetividad. Miguel de Montaigne[1], para algunos el
fundador del ensayo moderno, fue quien se atrevió a teñir sus escritos con sus
particulares opiniones: su punto de vista, sin duda determinado por su
formación, su época y su idiosincrasia. Al
introducirse la subetividad en el ensayo se introdujo un nuevo elemento,
eminentemente humano: la ironía. La ironía es propia de aquel que no sabiéndolo
todo se atreve a hacer conjeturas. De alguna manera el ironista compite con
Dios, lo reta, y sin embargo se mantiene a distancia: sabe que lo suyo no es la
perfección sino vagas aproximaciones.
Mary Carmen Sánchez
Ambriz señala en su artículo: “El ensayo novísimo. Salvador Novo, escritor”[2] que Montaigne fue el
que consolidó la llamada literatura de ideas y, de manera poética trata de definir este
género.
Ensayo: esa sutil danza de comas que
transpira, exhala respuestas en voz alta y vibra en tono de re. Ensayo:
revisitar la historia, revelación de los sentidos, resquicio irónico, réplica
precisa, resguardo ante una y mil enfermedades del espíritu, restauración de la
conciencia, incesante reescritura.
A pesar de tono algo cargado
hacia lo cursi la “definición” anterior nos facilita el acercamiento a
nuevas percepciones de lo que es el ensayo. Dice “revisitar la historia”, y en
efecto, el ensayo nos facilita un acercamiento a la historia que ninguna otra
disciplina científica o artística nos permitiría: el ensayista tiene la
libertad que no tiene el historiador: puede interpretar los hechos, “leerlos”,
buscarles un sentido, lo que la historia ortodoxa no se permite.
El
ensayo es “revelación de los sentidos” porque posibilita el ahondar en zonas de
la psicología humana que le permite ir más allá de lo evidente. El buen
ensayista es un “insighter”, alguien que percibe más allá de lo que perciben y
comprenden los demás. He aquí el gran
secreto del atractivo que tienen los ensayos de Miguel de Montaigne.
Quiero poner algunos ejemplos de lo que es
el buen inicio de un ensayo, y los tomaré del maestro: Miguel de Montaigne, por
supuesto. El primero, titulado “De las mujeres virtuosas” inicia de la
siguiente manera: De esta índole no se
encuentran a docenas, como todos sabemos, y todavía menos en lo tocante a los
deberes matrimoniales. Tema
polémico, que inicia Montaigne de forma clara y agresiva: las mujeres virtuosas
hay pocas, particularmente entre las casadas. Leamos otro inicio, éste llamado
“De los hombres más relevantes”. Dice: Si se
me pidiera que escogiese entre todos los hombres que vinieron a mi
conocimiento, paréceme que me quedaría con tres excelentes, que están por cima
de todos los demás. Uno es Homero, y no es que Aristóteles y Varrón no fueran
quizás tan sabios como él, ni que en su arte, Virgilio no pueda serle
comparable: dejo estos extremos al inicio de aquellos que los conocen a ambos.
Yo que no conozco más que a uno puedo decir solamente que a mi entender ni las
musas mismas sobrepujaron al romano.
¿Qué vemos en estos dos inicios de ensayos?
En primera instancia que tienen diferentes temáticas; en segunda que abordan
diferentes épocas; en tercera, que plantean dos retos distintos: uno la
dilucidación de un problema moral, de naturaleza humana y filosófico; otro, de
orden histórico.
Pero
volvamos al artículo de Mary Carmen Sánchez Ambriz. Dice que el
ensayo es también “réplica precisa”, con lo que nos da otra dimensión del
género: el ensayo es, o puede ser, argumentativo, puede responder a una
pregunta planteada por la historia, por la sociedad o la política. Veamos un
ejemplo de este aserto. El ensayo “Visión de Anhahuac”, quizás el más conocido
de Alfonso Reyes no sólo es una “joya exquisita de la literatura”, como lo
definió Mario vargas Llosa[3], sino un alegato, una
argumentación, a favor de una
civilización oprimida y casi borrada por
los conquistadores y también una recuperación nostálgica de un tiempo y un
espacio que definieron lo que es hoy el mexicano. Leamos las primeras líneas de
este ensayo: Viajero: has llegado a la
región más transparente del aire... En la era de los descubrimientos, aparecen
libros llenos de noticias extraordinarias y amenas narraciones geográficas. La
historia, obligada a descubrir nuevos mundos, se desborda del cauce clásico, y
entonces el hecho político cede el puesto a los discursos etnográficos y a la
pintura de civilizaciones.[4] Eso fue lo que
hizo precisamente Alfonso Reyes: la pintura de una civilización, y de paso, su
defensa, como defensa también lo es del aire que respiran los habitantes del
Valle de México y por extensión, del mundo.
Bibliografía
De Montaigne, Ensayos, seguidos
de todas sus cartas conocidas hasta el día; traducidos por primera vez
en castellano con la versión de todas las citas griegas y latinas que contiene
el texto, notas explicativas del traductor y entresacadas de los principales
comentadores, una introduccón y un índice alfabético por Constantino Román
y Salmero, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. http://www.cervantesvirtual.com.
Vargas Llosa, Mario,
Conferencia Magistral en el TEC de Monterrey
http://www.sololiteratura.com/var/vargasconferencia.htm
PROPUESTA DIDÁCTICA DEL ENSAYO
Objetivo de la clase: Hacer un primer acercamiento al tema “el ensayo”.
Duración: Cuarenta minutos.
Método: expositivo del maestro frente al grupo con participación de los
alumnos.
Materiales: Pizarra, tiza, cuaderno, lapiceras.
DESARROLLO
1. Indagación mayéutica sobre el ensayo.
Preguntas dirigidas
1 ¿De la forma más elemental
posible quiero que me respondan qué es un ensayo? No les pido una respuesta
erudita sino lo más sencilla posible. Cuando ustedes ensayan alguna actividad,
¿qué es lo que están haciendo?
Se irán recogiendo y resumiendo las respuestas de los alumnos,
anotándolas en la pizarra por medio de palabras claves. Por ejemplo: “Ensayo es
una prueba”. “Ensayo es un experimento”. Ensayo es un intento de hacer algo que no se ha hecho antes. Ensayo es un escrito
sobre un tema específico, etc.
2. Charla introductoria al tema del ensayo
Cuando ustedes quieren hacer algo bien, ¿qué hacen? ¿Lo intentan hacer
con perfección desde el primer intento, o, por el contrario, lo intentan una y
otra vez, hasta que les sale bien?
Vamos a reflexionar sobre el tema: alguien dijo que esta vida básicamente es ensayo,
error y corrección. De alguna manera vamos acercando a “la verdad” por medio de
pequeños experimentos
Pensemos en la relación de pareja y en el amor. Los seres humanos se van
acercando unos a otros, se van conociendo, van estableciendo relaciones una
tras otra, hasta que encuentran a la persona indicada y con ella se casan. En
este sentido la vida del ser humano es un ensayo.
Pues así como hay ensayos en la ciencia experimental, en el arte, en la
vida, hay ensayos literarios, científicos, sociológicos y de muchas índoles.
Nosotros nos vamos a acercar al ensayo literario y filosófico en primera
instancia.
Veamos qué escribieron sobre el ensayo los ensayistas más prestigiosos. Alfonso Reyes definió
al ensayo como el “centauro de los
géneros”, donde, “hay de todo y cabe todo.”
A partir de esta definición podemos deducir una serie de características
que nos pueden llevar a la comprensión del tema. ¿Por qué dice que es un
centauro?
Se les plantea esta pregunta a los alumnos
y si ninguno responde correctamente, el maestro interviene para decir que el
ensayo comparte dos naturalezas: por una parte es humanístico y por otra parte
aspira a acercarse a la ciencia. Así como el centauro comparte las dos
naturalezas: la humana y la animal (del equino)
Entonces ya podemos intentar una definición propia: el ensayo es un
escrito que usando medios literarios, aspira a tratar un tema de manera
rigurosa, como lo hace la ciencia. Lo que
diferencia el ensayo de otros textos literarios es lo que hemos descubierto por
medio de las preguntas y sus respuestas: ensayo es el acercamiento a un tema
tratando de buscar una verdad o de sustentar una tesis.
La palabra ensayo tiene su origen en el
latín: exagium, que
designa el acto de pesar o sopesar algo. Está, además, relacionado con el
"ensaye" prueba o examen de la calidad y bondad de los metales.
Ensayar, es pesar, probar, reconocer y examinar. Por lo tanto podemos decir que
el ensayo es un texto generalmente breve, que trata prácticamente cualquier
tema.
3. Lectura de un párrafo de un
texto polémico del escritor Joseph
Kardon como primer acercamiento a lo que es la introducción de un ensayo.
Las mujeres son
infinitamente superiores a los hombres. Esto lo ha sabido la humanidad desde el
inicio de la vida consciente sobre la Tierra. Pruebas de ello hay en
abundancia.
Ahora les planteo una
pregunta: ¿Creen ustedes que esta frase pueda ser el inicio de un ensayo? En
base a las respuestas se les planteará un primer experimento: escriban media
cuartilla tratando de demostrar la afirmación anterior.
Una vez que la hayan escrito, el maestro recogerá los textos o pedirá
que los alumnos los lean en público. A partir de cada lectura se harán
comentarios y preguntas. Por ejemplo: ¿Creen que lo escrito por X es un ensayo?
¿Les parece que prueba la tesis inicial? ¿Tiene valor literario? ¿Es
interesante?
4. Como tarea se les dejará investigar las diversas opiniones que hay
sobre lo que es un ensayo. Se les prometerá que el maestro leerá sus textos y
se los devolverá comentados.
Breve bibliografía:
Gómez-Martínez, José Luis, Teoría del ensayo, 2ª. Ed., México,
UNAM, 1992.
Sánchez Martínez, M., compilador., El ensayo (en línea http://eradiomx.com/estudiantes/redacción2.asp?Id=28)
Reyes, Alfonso, Obras completas, FCE, México.
Vargas Llosa, Mario, Conferencia
Magistral “Literatura y política” en el TEC 11 de mayo del 2000 http://www.sololiteratura.com/var/vargasconferencia.htm
[1] De Montaigne, Ensayos,
traducción de Constantino Román y
Salmero, Biblioteca Virtual
Miguel de Cervantes, Madrid, 2000.
[2] Sánchez Ambriz, Mary Carmen, “El ensayo novísimo” en
Salvador novo, escritor, revista
Siempre!, 26 de marzo de 2006.
[3]
Vargas Llosa, Mario, Conferencia
Magistral “Literatura y política” en el TEC 11 de mayo del 2000
[4] Reyes, Alfonso, Visión de Anhauac y otros ensayos, FCE, México, 1985.
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