Malheridos, de Pedro Ángel Palou
diciembre 25, 2013![]() |
Una bella asistente a la Feria del LIbro de Guadalajara me permitió tomarle una foto |
Toda
novela auténtica es un misterio, un enigma que debe ser resuelto, un problema
al que se le busca solución. La novela de Malheridos[1],
de Pedro Ángel Palou, cumple de entrada este mínimo requisito. Los personajes
al principio parecen desdibujados, pero a medida que la novela avanza van
definiendo sus perfiles: el filólogo y su amante Vivianne, por un lado,
y el barón Lenz von Klitsche, por el otro, son protagonistas de un
indudable melodrama: los primeros avanzando inconscientemente hacia el hallazgo
de su arcadia, el segundo tratando de cumplir una inasible misión que
tiene algo que ver con el fracaso del gran proyecto hitleriano de crear
una raza de superhombres.
La novela se desarrolla en la isla de Sark, que ha
sido ocupada por los alemanes. Allí se refugia el filólogo con la intención de
terminar una biografía de Ovidio. Tras él llega Vivianne, la amante que lo ha
seguido y de la que se ha separado varias veces, en un intento de huir y
encontrar el amor, que uno y otro buscan; el primero, fundamentalmente en los
libros; la segunda en su propio cuerpo. El primero tiene su fe puesta en los
libros, la segunda en la certeza de que el amor y el erotismo son posibles
fuera de ellos, en la realidad extra literaria.
Lenz von Klitsche es un viejo residente en la isla,
una figura fantasmal, aparentemente solitaria y cuyo misterio será el que
mantenga en vilo la atención del filólogo —y del lector—, con quien se
encuentra diariamente en un restaurante. Como un pescador paciente Lenz
va atrayendo al filólogo y luego a Vivianne, hacia la realización de sus
designios.
En un estilo francamente claro y sin más adornos
que frases de filosofía lapidaria y citas de diversos autores, se nos va
entregando la novela, que va tomando cuerpo y forma a medida que las diversas
historias se van devanando y haciendo trama, hasta dibujar el tapiz final
que es sin duda extraño, inquietante y suavemente trágico. Aunque, curiosamente,
un final feliz, da la necesaria vuelta a la tuerca para que la obra cobre un
matiz aún más insólito.
Siempre que me encuentro ante una novela desconcertante como ésta me entra la
curiosidad del novelista: de dónde salieron tantos elementos elementos
“exóticos” —exóticos por diferentes a los elementos que maneja la novelística
latinoamericana— y cómo logró asimilarlos Palou e integrarlos con tanta
naturalidad, al punto que podría pasar fácilmente por una novela escrita por un
alemán o un inglés. Un autor mexicano que se atreve a escribir una novela con
personajes alemanes, construida sobre el desenvolvimiento de la historia de
Alemania. ¿De dónde tanto atrevimiento? Sin duda que no puede surgir sino de
una investigación exhaustiva, de estar tomando trozos de aquí y allá para
armar la trama, para urdir una colcha a la que no se le notan los remiendos.
Dos líneas básicas: una historia de amor y la historia del fracaso del proyecto
hitleriano, son los que van tironeando la novela.
Una costumbre tengo, algo absurda en mis
notas de lectura; comenzar a escribir antes de terminar de leer la
novela. Evidentemente comento errores, pero estos se enmendarán en la
segunda lectura. Además puedo ir agarrando las ideas al vuelo y me facilito a
mí mismo aclararme qué es lo que estoy leyendo.
La novela me sorprendió en medio de dos
desagradables circunstancias: la operación de un ojo y la pérdida de mis
anteojos de lectura, de modo que la lectura implicó un esfuerzo físico, que sin
duda hace honor a los méritos de la obra, que si hubiera tenido una fisura, me
habría obligado a dejarla antes del segundo capítulo.
Como una composición polifónica, en la novela se
alternan fragmentos sobre la evolución del proyecto hitleriano de crear una
raza superior desde sus eufóricos principios hasta su caída, y fragmentos sobre
el triángulo amoroso entre el filólogo, el extravagante Lentz y Vivianne.
Hay algo de ajuste de cuentas en esta novela, hay
algo de juicio del tiempo sobre las masacres y desafueros alemanes y quizás
haya algo de venganza: los alemanes, todos sin excepción, quedaron malheridos,
quedaron marcados por estas masacres, aún más que los mismos judíos que siguen
cargando, según algunos, la culpa por el asesinato de Cristo.
Muchos aspectos vale la pena analizar de esta
extraña, impar novela de Palou que se apoya fundamentalmente en la historia y
en Ovidio —, pero que nos lleva a pensar en Víctor Hugo y Goethe y que hace un
recorrido detallado por espacios de erudición de difícil consecución —sin los
fárragos y excesos de Fuentes y del Paso, que parecen querer
exhibir una lista de libros en cada página—: el aire de película neorromántica
—actos de amor en el mar, perros mitológicos persiguiendo al filólogo, la
existencia de una criatura humana en estado salvaje, la exaltada pulsión
erótica de Vivianne, el análisis más que lúcido, deslumbrante, sobre la
cuestión judía y la cuestión aria —en oportunidades se nota el esfuerzo por
crear matices, por no dejar la culpa de un solo lado: si no lo hubieran hecho
los alemanes lo podría haber hecho otro grupo humano: la idea de crear una raza
de seres perfectos o razas puras es vieja y desde el Antiguo Testamento la
literatura ha registrado incontables masacres en aras de la búsqueda de
la perfección —la inquisición quiso hacerlo, los estadounidenses en Irak, las
frecuentes “limpiezas étnicas” son testimonio de la vieja tendencia que ha
hecho creer desde los albores de la humanidad que sólo nosotros somos
civilizados, los demás son bárbaros—. Los hitlerianos fueron o quisieron ser
selectivos, y terminaron matando no sólo a los judíos sino a los mejores
alemanes, a sus propios hijos. Palou dedica largas y bien razonadas páginas a
tratar de entender y aclarar las razones por las cuales un pueblo como el
alemán pudo seguir de manera tan irracional un paranoico megalómano como
Hitler.
Al terminar de leer la novela encuentra el lector
una lista de obras en las que se apoyó el autor para construir su obra y
confirma que el texto es el resultado de una seria investigación bibliográfica.
No me queda la menor duda que podría ser llevada al cine con fortuna grande.
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