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Un día en la Bienal Internacional de Novela José Eustasio Rivera. Pablo Hernán Di Marco y Héctor Sánchez

enero 12, 2014

Pongo foto con Beatriz Meyer para celebrar la aparición de su primera novela.
Aquí estamos en la presentación de su pasado libro de cuentos en Puebla.
Octubre 15 de 2011. Neiva, Colombia. Pablo Hernán Di Marco y Héctor Sánchez en la Bienal Internacional de Novela José Eustasio Rivera Ya en Neiva, en el Hotel Pacandé, absolutamente vacío, a excepción de los escritores que vinimos a participar en los eventos de la Bienal Internacional de Novela José Eustasio Rivera. El encuentro de los escritores (un encuentro de escritores) siempre tiene algo de colisión de dos mundos autosuficientes. Héctor Sánchez y MT cumplimos con la regla. Aunque los dos sin duda somos rudos (él quizá un poco más que yo), pronto nos comenzamos a llevar bien. Sus opiniones son enfáticas, enunciadas de forma que pretende ser irrefutable: hay que escribir con sencillez, sin alambicamientos; los escritores actuales son vulgares, obvios; no hay que promoverse; la fortuna le ha permitido nunca depender de un cheque, nunca ponerse una corbata, nunca sentarse detrás de un escritorio ocho horas; él no vive en Colombia sino en su casa; él no tiene patria: su patria es su casa. Yo lo escuchaba (escuchaba sus discursos) sin intervenir demasiado. A veces le lanzaba una observación medio en broma: Es que eres un romántico decimonónico. Cosas así. Héctor las encajaba bien. Me llamaba "el príncipe de México". Héctor quería premiar una novela que me pareció deficiente, mal escrita. Yo premié, con el apoyo de Burgos Cantor Tríptico del desconsuelo, del joven argentino Pablo Hernán Di Marco. Excelente novela, entre Muerte en Venecia y Sobre héroes y tumbas. Le comenté estas relaciones literarias. Inocentemente dijo: ¡Me descubriste! Di Marco es un fabricante de ropa, ex panadero, que vive en Buenos Aires. Modesto y culto (bastante culto), no se exhibe. No ha parado de agradecerme. Lo hizo hasta que le pedí que no me diera ni un agradecimiento más. Me invitó a comer un enorme y delicioso bocachico. Nos acompañó una poeta que escribe poemas eróticos bastante buenos. En una reunión posterior con los demás escritores nos leyó uno: me gustó. Anoche me retiré de la reunión de organizadores y escritores temprano. Me sentía agotado. He dormido poco en los últimos días. Y la verdad es que no tengo por qué estar tan cansado. Lo que sucede (me explico) es que ya llevo casi un mes sin nadar, sin jugar básquet... y eso ha trastornado mis ciclos de sueño. De modo que me vine a la habitación del hotel e invité a complacientes amigas tailandesas, suizas, japonesas, que me hicieron feliz. Y sin embargo no pude dormir sino cuatro horas.

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