LA CIUDAD DESCONOCIDA
mayo 05, 2009LAS ZONAS SALVAJES DE XALAPA
Por una circunstancia más bien fortuita y casi del todo desafortunada, que sin embargo me enseñó mucho sobre la vida en el mundo y en este país de México y en esta ciudad de Xalapa, fui a comer algunas menudencias al Mercado de San José, en pleno centro de esta ciudad de provincia donde vivo. Y habré de agregar, ciudad donde llevo una existencia tranquila, sobria, en paz y productiva.
Digo que fui a comer unas menudencias. La conversación con la menudenciera, mujer limpia, agradable y bien dada al uso de la palabra, desembocó por razones que no vale la pena mencionar, en el tema de la violencia que reina en los submundos xalapeños. Mujer sin duda muy enterada sobre lo que sucede en los entresijos de esta ciudad, pero muy aficionada a las noticias, que podrían llamarse chismes, si no tuvieran un sustento verificable en la realidad, me narró lo que aconteció no muy lejos de la colonia donde vivo. Es decir, en Las Torres, allende El Sumidero.
Dijo la mujer con entera indignación que dos muchachos iban en la alta noche, rayando el amanecer, en una moto por el sórdido rumbo y que por alguna razón, quizás la ebriedad, el que iba atrás se cayó del vehículo, lo que causó hilaridad a un grupo de muchachos que flaneaban en una esquina.
“Los cholos”, dijo la mujer, “muchachos de catorce a quince años que usan pantalón flojo y corto caído a media pierna, camisetas blancas y pañuelo al cuello, en el pantalón un largo bolsillo con un machete y botas hasta la rodilla y en gran cantidad de bolsas y bolsillos teléfonos celulares, i pods y minicomponentes”. Eran cinco, dijo, vagos que se la pasan molestando, bebiendo, fumando marihuana y que ya a altas horas asaltan mansa o rudamente a los que pasen por su territorio. Dijo la mujer que los de la moto, en lugar de alejarse, se enfrentaron a los cholos, y éstos se les fueron encima con sus machetes. "Los patearon, los apedreron, los tasajeraon como reses, dejándolos convertidos en filetes". Dijo que la mamá de los agredisos, enterada del asunto, llamó a la policía, que llegó con gran escándalo de sirenas, habló con los cholos y quiso detenerlos, pero los muchachos llamaron por teléfono celular y en cinco minutos llegaron ¡cien muchachos!, todos vestidos igual, todos con machetes, su pañuelo, sus botas, y los policías pusieron pies en polvorosa.
La mujer contó esto con absoluta convicción. Quizás exageró un poco, quizás vistió a los muchachos con galas malandrinas, tal vez se adornó en la calidad o la cantidad de los sucesos o personas. Pero para mí que hay algo de verdad. Hay bandas de cholos y juniors en esta ciudad paradisiaca que hacen lo que se les antoja y nada de eso aparece en los diaros y uno o vive convencido de que vive en la mejor de las provincias posibles. Vemos en las fotos de prensa al alcalde Velasco Chedraui --de la familia propietaria de los supermercados más grandes de este país--besando a su linda esposa y diciendo que en Xalapa no pasa nada y que hay obras para todos y progreso y paz y la madre grande… Hasta que a uno le toque atravesar el territorio de los cholos… O hasta que a los cholos se aburran de su territorio y decidan prestar una amable visita a sus vecinos. Las hordas de bárbaros que invarieron Roma palidecerán entonces...
La mujer contó esto con absoluta convicción. Quizás exageró un poco, quizás vistió a los muchachos con galas malandrinas, tal vez se adornó en la calidad o la cantidad de los sucesos o personas. Pero para mí que hay algo de verdad. Hay bandas de cholos y juniors en esta ciudad paradisiaca que hacen lo que se les antoja y nada de eso aparece en los diaros y uno o vive convencido de que vive en la mejor de las provincias posibles. Vemos en las fotos de prensa al alcalde Velasco Chedraui --de la familia propietaria de los supermercados más grandes de este país--besando a su linda esposa y diciendo que en Xalapa no pasa nada y que hay obras para todos y progreso y paz y la madre grande… Hasta que a uno le toque atravesar el territorio de los cholos… O hasta que a los cholos se aburran de su territorio y decidan prestar una amable visita a sus vecinos. Las hordas de bárbaros que invarieron Roma palidecerán entonces...
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