EL ESCRITOR QUE PERDIO LA GRACIA DE LA LITERATURA

diciembre 30, 2009

UNA REFLEXIÓN SOBRE LA RELACIÓN ENTRE LA VIDA DE UN AUTOR Y SUS CONSECUENCIAS EN LO QUE ESCRIBE

Comenzaré la reseña de la novela más reciente de Luis Arturo Ramos con una nota editorial: El escritor que se corrompa de cualquier manera en su vida pierde la gracia de la literatura. Espero que al terminar la lectura de la siguiente nota el lector entienda lo que quiero decir.


El escritor-protagonista de Ricochet, la novela reciente del veracruzano Luis Arturo Ramos, ha perdido sus sueños de gloria, ha caído en el desencanto después de publicar su novela De rebote, que esperó cuatro años en las gavetas de las editoriales, “vendió 173 ejemplares y ameritó tres elogiosísimas reseñas y un aséptico acuse en un suplemento cultural. Una de las reseñas saludaba el “advenimiento de un verdadero escritor”; la otra lo proponía como una de las mejores novelas de la década”.
Abelardo Salgado, escritor que sufre nostalgias por sus pasadas glorias encuentra un ejemplar de su novela De rebote en una librería de viejo. El ejemplar está lleno de anotaciones. Esto sirve de disparador a su curiosidad. Al mismo tiempo, al celebrar el aniversario de su boda, descubre o cree descubrir indicios de la infidelidad de su esposa. Esto le pone motor a su vida, para iniciar dos indagaciones: la que conduce a la persona que subrayó y anotó su libro y la referente a la presunta infidelidad de su esposa. Tales son los motivos que se abren a la curiosidad del lector ante esta nueva novela del veracruzano Luis Arturo Ramos, que vuelve a mostrar lo mejor de su arsenal: un estilo poderoso, lleno de ideas, inteligente, incluso en lo que podría resultar convencional como sería la descripción del Distrito Federal. El poder de Ramos no se halla en lo que cuenta —que podría parecer una nimiedad— sino en cómo lo cuenta.
El escritor protagonista de la novela lee con minucia de detective y deleite de grafómano las frases subrayadas y resaltadas por Pirucha, la lectora (a quien está dedicado el libro de manera manuscrita por Ricochet, hipotético comprador del volumen). Estas notas y subrayados le sirven como pista para buscar a la mentada Pirucha, lo que le sirve para escapar de alguna forma de la vida rutinaria que lleva con su esposa Carmen.
“El amor, como la religión, es la forma más acabada del absurdo”, es una de las tantas frases memorables del libro.
El estilo de la novela de Ramos es tan acabado y brillante, lapidario —típico de los thrillers— como el de De rebote. Leemos por ejemplo “la costumbre es un tumor benigno hasta que mata”, “La inocencia del cansancio reinó sobre ambos cuerpos.” Por primera vez siento el peso que tiene la calidad del papel en la obra literaria. El utilizado en esta obra es de ínfima calidad –o por lo menos así me parece- en comparación con la portada y la calidad del texto. “La ventaja de dedicarse a la literatura es que lo siguen considerando a uno joven a pesar de rebasar los cuarenta”. “Por algunos segundos se entumieron en la pose propia de quienes viajan por elevador”. “Como los strippers, los escritores se ganan la vida haciendo públicas sus partes privadas” La aventura de leer un buen estilo.
Avanzo en la lectura y no tengo casi nada que decir. Ese mundo de viejitas carece de encanto, aunque el escritor quiera buscarles misterios y arme tramas a partir del libro subrayado. Dice Rubem Fonseca en Pasado negro: “Toda novela sufre de una maldición: la de terminar siempre de mala manera”. Dijo Henry James que la única obligación de una novela es resultar interesante.
Abelardo comienza a investigar la vida de tres ancianas dedicadas a la perfumería, dos de ellas separadas de Pirucha por una pecado que quizás haya sido el haber quedado embarazada de un desconocido. Súbitamente Abelardo es agredido por la Pirucha menor, hija del desconocido. Todo es tan intrascendente, tan falto de emoción que uno sigue leyendo a la espera de que cobre sentido.
“A estas alturas, la única posibilidad de heroísmo radicaba en el amor; porque la guerra, si bien todavía vigente, se había convertido en el arte de matar cada vez desde más lejos”.
Los mismos pensamientos del escritor hacen conciencia de lo inane de lo que está contando (viviendo): ¿A quién le importaban los garabateos en el libro? ¿A quién importaba que su mujer se acostara con otro? La triste aventura de una vida sin grandes eventos, sin noticias, sin gloria, eso es lo que cuenta la novela de Ramos. ¿Por qué tanto interés en una novela subrayada y anotada? Porque por fin el escritor encontraba que alguien se había interesado en su obra, que la había vivido a fondo.
El relato de lo intrascendente. Novela de viejitas bobas. No me gustó nada la novela de mi amigo Luis Arturo Ramos, que aunque trabaja en la Universidad de El Paso, sigue cobrando en la Universidad Veracruzana. Qué extraña omnipresencia y con qué sangre fría se puede escribir honradamente tras vivir tantos años cobrando por lo que hizo en el pasado. Pesada carga para las autoridades universitarias que deben hacer la vista gorda y además le hacen honores. Todos lo saben. Nadie dice nada. Por eso LAR nos visita como un fantasma, firma y luego desaparece. Estoy convencido que Luis Arturo perdió la gracia de la literatura. Sólo le queda el estilo. Pero un escritor no puede ser sólo estilo.
Lo que me parece bastante curioso es este detalle: casi todos los que se califican de sus amigos, me han comentado que no les gustó la novela… y sin embargo o se abstienen de decírselo o escriben eludiendo hacer juicios que lastimen a ese antaño excelente escritor que a mi poco modesto entender perdió la gracia de la literatura cuando logró el milagro de estar en dos sitios a la vez: en El Paso, Texas, como ente de carne y hueso, y en Xalapa, Veracruz, como fantasma que sólo se materializa a la hora de cobrar.
Alguien tenía que decirlo. Como alguien tiene que decir lo que de verdad está sucediendo en Veracruz. Y no. Nadie lo dice. Los amigos son los que te dicen la verdad, LAR: yo creo estar diciéndola... aunque podría estar equivocado.

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