LA NOVELA SECRETA
marzo 31, 2010Bienvenido a la página de "LAS NOCHES DE VENTURA"
Juan Manuel Torres Moreno, residente en Australia, es uno de los dos aficionados a mi novela Las noches de Ventura (Planeta, México), publicada bajo el nombre de Buenabestia (Plaza y Janés, Colombia), novela, que si se atiende a la atención que recibió y a las bajas ventas, podría calificarse de fracasada. El otro aficionado es Francisco Pulgarín, socio del cineasta Víctor Gaviria. Juan Manuel tiene una página en internet que se llama La página de Las noches de Ventura. En ella reprodujo el siguente fragmento de mi novela, primera de la serie que he llamado El libro de la vida (del que llevo publicados otros dos libros: La hermosa vida y La pequeña maestra de violín). La novela no es mala sino que no ha sido difundida y atendida. Recibió Mención Honorífica en el Concurso Nacional de Novela José Rubén Romero en México, concurso organizado por el Instituto de Bellas Artes.
"Quisiera ser un vagabundo bajo las estrellas. Vivir con lo indispensable. Amar a muchas mujeres sin que ellas me amen. Pero amarlas de verdad. pasar un año en Mongolia, un año en Guam, uno en la isla de Pascua, en Silesia, Corcega, Cracovia, Leningrado. Me gustaria ver las ballenas morir en la playa y acompañarlas en mi pena y cantarles canciones de nostalgia adelantada. Me gustaría ver auroras boreales y soles de medianoche. Reirme de los japoneses que corren a embutirse en
el metro. Pasar noches enteras mirando peliculas eróticas durante el invierno en Nueva York. Hacer el amor con una mujer de diferente nacionalidad cada noche [...] Me gustaria convertirme en asceta, permanecer en la cima de una columna sentado tres dias y tres noches y que los pajaros hagan sus nidos en mi pelo [...] Vivir en una montaña recóndita, al lado de un río cuyo caudal ruja día y noche. Recluirme en el más profundo Amazonas y recuperar poco a poco mis instintos animales. Habitar una cima nevada y desde alli estudiar el movimiento de las estrellas y el vuelo de las aves de las alturas. Me gustaria nunca repetir un acto. Desflorar con tiento, cariño y paciencia a unas cuantas doncellas [...] Saber a la perfección veinte lenguas. Encontrar un gran amor que resuma y supere a todos los anteriores. Ser un violinista inaudito[...] que toque para sí piezas del mas alto grado de dificultad en
una isla remota y sin más público que alcatraces y cormoranes. Tener una casa con más de cien cuartos, pasadizos, nichos ocultos miradores [...] Me gustaria reunir en un harem a todas las mujeres que he tenido, a las que me visitan en sueños, a las que he deseado y que convivan en paz y amor. Me gustaria poder hablar tranquilamente con la adolescente que ofició para mi su primer acto de entrega [...] y que ella me cuente su vida a partir de entonces. Reunir a Claris, a Barbara, a Carmina, a Trilce, a Margarita, a Carmen la lavandera, a Renata, a la polaca y a todas las que se me olvidan y a las que están por llegar. Escribir una novela corta, de amor, perfecta, intensa, inolvidable y luego perderme en los Andes en busca del vuelo del condor. Contemplar el paso del agua cristalina en
una selva alta perennifolia, libre de recelo y ambiciones. Tener veinticinco hijos, uno de cada mujer que he amado o amaré, para saber qué es lo que produce mi simiente en la retorta del seno de cada hembra. Llegar a los cien años vigorosos, con ojos de lince par el día y de búho para la noche. Dormir hasta que los sueños se agoten y revelen sus secretos. Velar semanas enteras para que el espíritu me muestre sus quimeras ms espantosas, que luego sacaré a la fuerza para ponerlas sobre la mesa. Permanecer tercamente despierto en el intento de lograr que mi cuerpo se trasfiera a otro plano de existencia. Quisiera levantarme todos los días al amanecer y trotar por los senderos de un bosque griego en el que todavia habiten los espiritus del viento, del agua, de los arboles. No sentir ni frío ni calor bajo las estrellas. Quisiera habitar en un mundo de iluminados, libre del lastre de los moralistas, de los poderosos sin razón, de los blandengues, de los corruptos, de los que nada esperan. Quisiera vivir a fondo, sin perder un segundo, ni evitar un solo deleite ni dejarme derrotar por una pena."
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(c) 1994 Marco Tulio Aguilera Garramuño, "Las noches de Ventura", Ed. Planeta Mexico.
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Juan Manuel Torres Moreno, residente en Australia, es uno de los dos aficionados a mi novela Las noches de Ventura (Planeta, México), publicada bajo el nombre de Buenabestia (Plaza y Janés, Colombia), novela, que si se atiende a la atención que recibió y a las bajas ventas, podría calificarse de fracasada. El otro aficionado es Francisco Pulgarín, socio del cineasta Víctor Gaviria. Juan Manuel tiene una página en internet que se llama La página de Las noches de Ventura. En ella reprodujo el siguente fragmento de mi novela, primera de la serie que he llamado El libro de la vida (del que llevo publicados otros dos libros: La hermosa vida y La pequeña maestra de violín). La novela no es mala sino que no ha sido difundida y atendida. Recibió Mención Honorífica en el Concurso Nacional de Novela José Rubén Romero en México, concurso organizado por el Instituto de Bellas Artes.
"Quisiera ser un vagabundo bajo las estrellas. Vivir con lo indispensable. Amar a muchas mujeres sin que ellas me amen. Pero amarlas de verdad. pasar un año en Mongolia, un año en Guam, uno en la isla de Pascua, en Silesia, Corcega, Cracovia, Leningrado. Me gustaria ver las ballenas morir en la playa y acompañarlas en mi pena y cantarles canciones de nostalgia adelantada. Me gustaría ver auroras boreales y soles de medianoche. Reirme de los japoneses que corren a embutirse en
el metro. Pasar noches enteras mirando peliculas eróticas durante el invierno en Nueva York. Hacer el amor con una mujer de diferente nacionalidad cada noche [...] Me gustaria convertirme en asceta, permanecer en la cima de una columna sentado tres dias y tres noches y que los pajaros hagan sus nidos en mi pelo [...] Vivir en una montaña recóndita, al lado de un río cuyo caudal ruja día y noche. Recluirme en el más profundo Amazonas y recuperar poco a poco mis instintos animales. Habitar una cima nevada y desde alli estudiar el movimiento de las estrellas y el vuelo de las aves de las alturas. Me gustaria nunca repetir un acto. Desflorar con tiento, cariño y paciencia a unas cuantas doncellas [...] Saber a la perfección veinte lenguas. Encontrar un gran amor que resuma y supere a todos los anteriores. Ser un violinista inaudito[...] que toque para sí piezas del mas alto grado de dificultad en
una isla remota y sin más público que alcatraces y cormoranes. Tener una casa con más de cien cuartos, pasadizos, nichos ocultos miradores [...] Me gustaria reunir en un harem a todas las mujeres que he tenido, a las que me visitan en sueños, a las que he deseado y que convivan en paz y amor. Me gustaria poder hablar tranquilamente con la adolescente que ofició para mi su primer acto de entrega [...] y que ella me cuente su vida a partir de entonces. Reunir a Claris, a Barbara, a Carmina, a Trilce, a Margarita, a Carmen la lavandera, a Renata, a la polaca y a todas las que se me olvidan y a las que están por llegar. Escribir una novela corta, de amor, perfecta, intensa, inolvidable y luego perderme en los Andes en busca del vuelo del condor. Contemplar el paso del agua cristalina en
una selva alta perennifolia, libre de recelo y ambiciones. Tener veinticinco hijos, uno de cada mujer que he amado o amaré, para saber qué es lo que produce mi simiente en la retorta del seno de cada hembra. Llegar a los cien años vigorosos, con ojos de lince par el día y de búho para la noche. Dormir hasta que los sueños se agoten y revelen sus secretos. Velar semanas enteras para que el espíritu me muestre sus quimeras ms espantosas, que luego sacaré a la fuerza para ponerlas sobre la mesa. Permanecer tercamente despierto en el intento de lograr que mi cuerpo se trasfiera a otro plano de existencia. Quisiera levantarme todos los días al amanecer y trotar por los senderos de un bosque griego en el que todavia habiten los espiritus del viento, del agua, de los arboles. No sentir ni frío ni calor bajo las estrellas. Quisiera habitar en un mundo de iluminados, libre del lastre de los moralistas, de los poderosos sin razón, de los blandengues, de los corruptos, de los que nada esperan. Quisiera vivir a fondo, sin perder un segundo, ni evitar un solo deleite ni dejarme derrotar por una pena."
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(c) 1994 Marco Tulio Aguilera Garramuño, "Las noches de Ventura", Ed. Planeta Mexico.
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