Dios, la Teoría del Caos y asuntos en Bogotá
abril 19, 2013
Dios no juega a los dados, dijo
Einstein: es decir todo debe estar bien ordenado porque: 1, Dios existe, y 2,
si Dios es Dios no puede estar bajo el imperio del azar. De modo que tarde o
temprano lo entenderemos el orden oculto, su arcano.
Contra las
anteriores afirmaciones se levanta la Teoría del Caos: nunca se podrán conocer
todas las causas que produjeron un evento. El universo avanza desde el orden
hacia el caos, según las más recientes teorías. Sólo hay una posibilidad de que
100 monedas al caer muestren la misma cara y millones de posibilidades de que
muestren otras variaciones.
Bogotá, octubre de 2012
Dormí en la sala
tras escuchar una conferencia sobre condiciones climáticas en los planetas del
sistema solar. Desperté fresco, lavé los platos. Hoy, quinto día de mi estancia en Bogotá, fui a la
Universidad Nacional a cumplir con una cita que me había puesto Fabio Jurado,
Director de Letras. En todas las paredes letreros llamando a la violencia, a la
insurrección, evocando a Camilo Torres, exhortando al odio, a la guerra. Antes
que se me olvide: en las tiendas los periódicos son exhibidos apenas con una sección por temor a que se los
roben si los ponen completos. Los bogotanos sólo salen con su cédula y el
dinero que van a gastar. Los bogotanos constantemente están advirtiendo sobre
la inseguridad. Los apartamentos tienen muchas cerradoras. El de mi hermana
tiene tres llaves y una tranca. Los jóvenes ya no encuentran trabajos fijos,
hacen cualquier pequeña labor. Sólo los viejos tienen trabajos de base. Un nuevo personaje se ha integrado al
apartamento de mi hermana. Es mi sobrino. Alto, flaco, huesudo, cuerpo
tembloroso, busca refugio en el consuelo de la Nena, que es maternal. Se llama
Gustavo, como su padre, lo llaman Gustavito, y tiene cáncer. Ya ha afrontado
las torturas de la quimioterapia y huyó de casa de su padre (nuestro hermano)
porque no soporta más esa ordalía de sesiones de cinco días 24 horas recibiendo torrentes de veneno que corren por su sangre. El
muchacho, tras graduarse brillantemente de ingeniero, viajó a China, allí estuvo tres años, al llegar a Colombia
descubrió que tenía un tumor canceroso, huyó a ver a su novia en Ibagué y vino
al apartamento de Nena a tener un pequeña tregua antes de someterse a otros
tipo de tratamientos basados en el equilibrios de la energía, tratamientos que
suministra un chino, que garantiza que cura al muchacho si éste acepta
someterse a dietas rigurosas, a meditación y prácticas de yoga.
En
casa de Fabio me encontré con un poeta que estuvo tratando de convencerme de
que ya no fuera tan agresivo, tan directo, tan destructivo. Yo le respondí con
una estrofa del poeta José Hierro: Serenidad para el
muerto, yo estoy vivo y pido lucha. Después de tomar varias copas de vino ya me
dolía la cabeza. Pedí que me llamaran un taxi y desaparecí después de un abrazo
con el poeta y con Fabio. Estuvimos hablando bien y mal de los escritores. Al llegar al apartamento vi a
Gustavito como una especie de Nosferatu: un muchacho que sabe que la muerte se
acerca. Vino a Bogotá en busca de un momento de esplendor.
Poco
a poco se van organizando mis actividades: presentaciones en la Universidad
Nacional y la Central en Bogotá, presentación en la Biblioteca de Cali, reunión
con los hermanos el sábado, comida que me organizan los escritores de Cali en
una finca rumbo a Buenaventura, reuniones con Plaza y Janés –-cuánta miseria:
vendieron 17 libros en dos años--, entrevista con Margarita Valencia,
entrevistas con Alfaguara, Random House: mi idea es ofrecerles mi trabajo pero
decirles a todos: vengo con mi cargamento y lo ofrezco al que más me convenga.
Ya saben los editores que no hay exclusividad alguna. Tal vez concrete
negocios. Tal vez simplemente me iré con las manos llenas. Sea una u otra la
solución, seguiré con mi trabajo imperturbable, porque en el trabajo está el
placer. Hoy apareció una crítica ligeramente negativa: Gusto de saludarte, Marco Tulio. Aún no termino
Historia de todas las cosas. Hasta el momento, he encontrado una prosa musical,
frondosa. He disfrutado del lujo de las
palabras que inventas, así como de tus personajes pintorescos y de los guiños evidentes
a Cien años de soledad. Sin embargo no hallo profundidad ni conflictos ni una
trama sólida que me haga imposible ausentarme. De cualquier modo, persistiré.
Quizá me tarde un poco más de lo acostumbrado, pero poco a poco iré venciendo
las resistencias iniciales, espero. Te mantendré informado. Mucho éxito con tu viaje
a Colombia. Un abrazo. Javier Munguía. Nosferatu: temblor nervioso, tos constante.
Maternal Nena; yo aparentemente insensible. Doy la espalda. Gustavito: obsesión
con lo oriental. Siente calor en el pecho.
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