Un día en Bogotá. Los ladrones honrados. Jattin, el poeta suicida.
marzo 08, 2015![]() |
Con los escritores caleños tras una charla en la Biblioteca Departamental de Cali |
Memorabilia...
1. Reunión en la Universidad Central
con Isaías Peña para programar un pequeño taller de cuento y una conferencia en
la Maestría de Escrituras Creativas.
2.
Almuerzo en el restaurante costeño La Negra Tomasa: arroz con coco, empanadas
rellenas de no sé qué, pastel de chocolate caliente, jugo de tamarindo.
3. Hablamos de la posibilidad de escribir un libro sobre escritores extravagantes, agresivos, particulares, heterodoxos: Harold Tenorio, Fernando Denis, el poeta Jattín (que escribió un conmovedor poema que dice:
Te quiero burrita
Porque no hablas
ni te quejas
ni pides plata
ni lloras
ni me quitas un lugar en la hamaca
ni te enterneces
ni suspiras cuando me vengo
ni te frunces
ni me agarras
Te quiero
ahí sola
como yo
sin pretender estar conmigo
compartiendo tu crica
con mis amigos
sin hacerme quedar mal con ellos
y sin pedirme un beso
3. Hablamos de la posibilidad de escribir un libro sobre escritores extravagantes, agresivos, particulares, heterodoxos: Harold Tenorio, Fernando Denis, el poeta Jattín (que escribió un conmovedor poema que dice:
Te quiero burrita
Porque no hablas
ni te quejas
ni pides plata
ni lloras
ni me quitas un lugar en la hamaca
ni te enterneces
ni suspiras cuando me vengo
ni te frunces
ni me agarras
Te quiero
ahí sola
como yo
sin pretender estar conmigo
compartiendo tu crica
con mis amigos
sin hacerme quedar mal con ellos
y sin pedirme un beso
Jattín
murió atropellado por un autobús tras arrastrar problemas mentales, era un
heterodoxo radical, un outsider al que hoy en día se le rinde culto en
Colombia, como se le rinde culto al suicida Andrés Caicedo.
Se
habló a la mesa de asaltos curiosos e incluso graciosos. El escritor Oscar
contó que su hijo fue asaltado. Un par de asaltantes le quitaron todo. Cuando
le entregó el celular a uno de los asaltantes, éste se lo devolvió. "No
acepto flechas", dijo, refiriéndose al hecho de que los celulares baratos
son como las flechas: todos los indios las tienen. Y el muchacho le dijo:
"Pero también tengo dinero". Y se lo entregó. Le quitaron todo, hasta
los zapatos. El muchacho le dijo: " Pero cómo me voy a ir así,
descalzo". Un asaltante se quitó sus tenis viejos y se los dio.
En
otro caso un muchacho fue asaltado. Le quitaron el celular. La madre,
preocupada por su hijo, llamó.
El
asaltante respondió: "Este celular ya no es de su hijo, señora, sino mío.
Pero tranquila, no le hice nada". La madre, llorosa, le dijo: "Y cómo
va a regresar a casa si uste le quitó todo". "Está bien, señora, le
voy a dar para el taxi, para que vea que soy un ladrón honrado".
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